Y es que pasan los años, y por desgracia Nieves Herrero sigue siendo un referente para una sociedad de la información que consume casquería a espuertas sin ningún tipo de rubor ni vergüenza.
A riesgo de que me tachen de pájaro de mal agüero… que mal huele el asunto de Diana Quer, la chica desaparecida el pasado 22 de agosto en A Pobra do Caramiñal.
Nos recuerda a desapariciones pasadas, en parecidas circunstancias, y que terminaron de la peor de las maneras posibles. Repito que deseo un final feliz en todo este asunto, pero qué quieren que les diga… hemos vivido tantas veces situaciones así, que ya uno se ve venir la tragedia.
Y se repiten los mismos patrones… chica joven, en un entorno familiar aparentemente normal, y en absoluto aisladas, con un círculo de amigos amplio y heterogéneo. E igualmente, volvemos a encontrar las dichosas contradicciones que nos hacen sospechar hasta del apuntador. Sin ir más lejos, las rectificaciones de su madre en cuanto a la historia de la desaparición de Diana, arrojan más sombras de dudas sobre su propia familia. En nada ayuda, todo sea dicho, los dimes y diretes, la rumurología y los chascarrillos malintencionados que surgen siempre sobre la conducta de la desaparecida, como si eso sirviese de justificación para nuestras conciencias. Una especie de “algo habrá hecho” adaptado a una chica que, seguramente, preferiría no ser el centro de atención de la actualidad informativa, y seguir con su vida anónima junto a sus amigos y familia.
El caso es que no está. Que es posible que haya sido secuestrada. Que es lógico pensar que haya podido pasarle algo. Que a nadie escapa que, tras 17 días sin dar señales de vida, se teme precisamente por ésta.
Porque la experiencia en estos casos nos lo dice y porque, como dije antes, se repiten las mismas características que nos transportan mentalmente a Alcácer, o que nos recuerdan a Marta del Castillo…
Algo pasa con nuestras jóvenes. Son muchas las sospechas (desde hace años) que se dirigen hacia un mismo sitio, y un mismo tipo de organizaciones sádicas, protegidas no se sabe bien por quién y por qué. Sin embargo, no hay manera humana de levantar esa alfombra, que es una de las últimas que tiene el perfume rancio de los primeros años de la nueva democracia.
El caso es que no podemos protegerlas. Siempre habrá un desalmado, una mente corrupta, un ser retorcido que aproveche su brutalidad y su falta de escrúpulos para acabar con la vida de una inocente, y para dejar “muertos en vida” a sus familiares para siempre.
No queremos más casos Quer. Y quizás, para que fuese el último, deberíamos invertir más en este problema que arrastramos desde hace décadas, donde se entrelazan redes de pederastia y de trata de blancas, justicias tuertas, incapacidad policial, y amarillismo periodístico.
Ahora es Antena 3 quien vuelve a montar un show en torno a una tragedia con la emisión de un reportaje que, amparándose en la investigación, busca picos de audiencia con material gráfico personal de la víctima. El sumun de lo grotesco y nauseabundo.
Y es que pasan los años, y por desgracia Nieves Herrero sigue siendo un referente para una sociedad de la información que consume casquería a espuertas sin ningún tipo de rubor ni vergüenza.
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