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El machismo despierta sensibilidades, y no solo de quien lo sufre, sino también despierta sentimientos a quien lo ejerce cuando es criticado por ello.

Ejercer machismo está a la orden del día: acoso sexual callejero (comentarios sobre la belleza o el cuerpo femenino, comentarios sexualmente ofensivos, llamadas de atención por la calle con silbidos o sonidos guturales…), el ninguneo o desprestigio por ser mujer, los chistes machistas (Carnaval machista, también), el salario inferior, el techo de cristal (o de hormigón), el sobrecoste en la consecución de metas en espacios masculinos, el sacrificio de la vida familiar o laboral, los machismos fuera y dentro de la pareja, la ocupación masculina del espacio público (manspreading), la idea y el estereotipo sobre la inferioridad de las mujeres, las violencias...

Cuando el machismo es detectado y le ponemos su nombre con una llamada de atención (o una denuncia) se despierta la dignidad machista, y hablaré en términos generales a propósito, por remover conciencias. La dignidad machista es la necesidad férrea de control de la opresión a través del ninguneo, el discurso de que hay cosas más importantes, de la contracrítica llamándonos exageradas o feminazis o del "no quiero ni que te quejes porque yo también sufro lo mío”, y todas estas cuestiones que rozan la ofensa y la ignorancia más profunda. La dignidad machista es esa actitud interiorizada de revancha adulta que pisotea la empatía y los derechos de las mujeres minimizando el machismo (ejercido o defendido) y no asumiendo responsabilidades, porque el machista es otro, claro, no uno.

Es ese machismo de dispersión exponiendo problemas individuales y anecdóticos de forma análoga (en un mundo de privilegios masculinos) que nada tienen que ver con el tema en cuestión y que hacen que sufrir machismo parezca no ser para tanto. Lo que viene siendo una cortina de humo: ¿Y los hombres qué? ¿Para cuándo un día del hombre? Las mujeres son las más machistas, no todos somos machistas pero…, yo no soy machista pero… ¡Algo dirás de las denuncias falsas! Son todas unas amargadas, el feminismo lo que tiene que hacer es... Mira para, para. No preguntes sobre lo que realmente no quieras saber porque ya crees que lo sabes. Y a veces varios misóginos se juntan y defienden a una su machismo, recreándose: es la dignidad machista de grupo de iguales, igualmente carajotes profundos que se creen que juntos llevan razón.

Ey, ey, tranqui, que no va por ti. Pero si te has dado por aludido compañero, algo hay que cambiar entonces. Por eso iba lo de remover conciencias… De hecho, de lo próximo de lo que hablaré será de la “pedagogía del cuidaíto”, es decir, el cuidado que tenemos que tener denunciando públicamente un machismo para que los hombres no se sientan ofendidos, atacados y odiados y nos recuerden una y otra vez, defendiéndose, que todos los hombres no son iguales y que muchos están en la lucha, y eso, ya lo sabemos, pero… hablábamos del machismo sufrido, hablábamos de nosotras.

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