Iglesia Católica SA, empresa de interés festivo cultural

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Yo me pregunto en qué hemos convertido la Zambomba jerezana. En el Evangelio está la respuesta. Quien quiera entender, que entienda.

Uno de los episodios más polémicos y discutidos en la vida de Jesús de Nazaret es el conocido como la expulsión de los mercaderes del Templo por un Jesús aparentemente violento (esa es la discusión, si fue violento o no) que se quejaba de que habían convertido lo que era la casa de oración en una cueva de ladrones. Vivimos en nuestra ciudad, tan dada a las polémicas y tan olvidadiza con quienes más sufren, de nuevo la polémica entre actos religiosos y negocios turísticos.

La Zambomba. Dícese de aquella reunión de vecinos y vecinas en torno a la Nochebuena (no un mes antes, porque el adviento el cristiano ha de vivirlo) en la que se celebraba el nacimiento de Jesús. Hoy pretenden, como Halloween y Todos los santos, que la Zambomba no sea eso. Quieren que sea un acto hostelero, turístico, que salga de las antiguas casas de vecinos y las plazas para introducirse en bares y demás servicios de hostelería.

Llámenle como quieran. Pero eso no es Zambomba. Será otra cosa. Pero Zambomba, no. ¿Dónde está Jesús ahí?

Es puro negocio apartando las creencias religiosas al lado. La Zambomba se ha convertido en alcohol y ruido. Nada más. En un botellón a lo bestia si es en la calle o una fiesta refinada en un bar. ¿Que se cantan villancicos? Sí. ¿Y eso les da el carácter de Zambomba? No.

Siempre está quien dice, con un argumentario repetido como un loro, que estas fiestas, junto a los multipasos en cualquier momento del año (recuerden la patética imagen del año pasado de un paso junto a cantos de villancicos), es que dejan mucho dinero. Pues si los actos religiosos se hacen para hacer dinero, dejan de ser religiosos. Es puro negocio. Y no me vengan otra vez con que una parte va para Cáritas. El Evangelio dice muy claro que tu mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha y que está muy feo eso de ir diciendo públicamente que das limosna. Eso es fariseísmo. Jesús lo denunció también. Como denunció a esos mercaderes, insisto,  que convirtieron su casa de oración en una cueva de ladrones.

Yo me pregunto en qué hemos convertido la Zambomba jerezana. En el Evangelio está la respuesta. Quien quiera entender, que entienda.

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