Vender como aciertos de gestión arriar banderas republicanas, que no es otra cosa que humo para ocultar la inexistente gestión del Ayuntamiento.
Cuando el otro día escuché que el alcalde de Cádiz, el inefable 'Kichitito', se había enfurruñado porque -a causa de una denuncia del PP- le habían quitado la tricolor del Ayuntamiento, no le di razón ni a uno ni a otro. Medité sobre lo triste que era este debate en la capital de la provincia capital -valga la redundancia- del paro. Vender como aciertos de gestión arriar banderas republicanas, que no es otra cosa que humo para ocultar la inexistente gestión del Ayuntamiento.
Si Kichi y Colau, que viene a ser lo mismo que el regidor gaditano pero -ésta sí- liándola de verdad, son el frente que nos tiene que salvar del chapapote de corrupción del Gobierno popular que se ha extendido por toda España, 'avíaos' vamos, me dije. Porque en este país los extremos se están tocando, y las estupideces que sueltan los de la izquierda anticapitalista y antitodo cada vez que abren la boca sólo son comparables a los desmanes del PP en casi todos los rincones de la nación, comenzando por Madrid y acabando por Granada, como un Atila corrupto que no deja la hierba crecer allá por donde pasa.
Casi le tengo que acabar dando la razón al siempre polémico Álvaro Ojeda, que dice que la multa que le pusieron en la ciudad de la Alhambra la va a pagar el 'Nea', expresión que llevo escuchando en Jerez desde 'kichitito'.
No es que el resto de partidos sea la panacea, pero al menos fuera de Andalucía -donde sabemos las habas que se cuecen y las seguimos cultivando, por cierto- el PSOE no está armando tanto alboroto, más allá de la cara de panoli de Pedro Sánchez. Ciudadanos tiene la suerte de no haber tocado tanto poder como Podemos en las ciudades, que tiene el mamarracho servido allá donde gobierna. Y si no, que se lo digan a los periodistas de Cádiz capital.
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