El campo nos vuelve a dar lecciones gratuitas —quizás sea ese el problema—, de cómo abordar un paseo por las calles, aceras y plazas.
—Al salir al campo, al monte también es aplicable, esportilla por delante —quién sabe dónde habrá ido a parar-, con su buen pan, chacina artesanal y quesos —me fascinan los hechos con pleita de esparto y su entremijo—, cantimplora y al salir de casa, apoyado en el perchero, nos espera nuestra necesaria protección del sol.
Hay lugares que han hecho un símbolo del mismo, el Non lá, tradicional sombrero cónico y de paja, todo icono de Vietnam, de lujo en Ecuador con el Panamá —de palma—, en México su sombrero archiconocido llamado charro, el sombrero samurai, el gondolero de Italia, el sombrero de cogollo de Venezuela. Aquí el ancestral fruto de las manos de hombres y mujeres del campo, no tiene su reconocimiento social. Propongo un monumento a los artesanos del sombrero de paja, ya sea de trigo, cebada —caña suave y blanca—, o centeno —al palmero existe uno en Castilblanco de los Arroyos—, y un concluyente no al de fibra sintética. Estamos en deuda, seamos auténticos de nuestra tierra.
Un sombrero de paja por la ciudad, permite sortear los tramos de acera, —alcorques sellados y vacíos, evidencian las prioridades—, sin ningún árbol que te de esa sombra necesaria, y sin darte calor. Compárese si no, con una gorra negra de las entalladitas a la cabeza. El copo, parte sobresaliente, te cubre, además, en el caso de la cagada de la paloma, si bien es de todos conocido la suerte que se invoca, ante el lamparón que provoca.
A mi parecer es una gran incomprensión, no estar considerado en materia de seguridad laboral como Equipo de Protección Individual –EPI–, en trabajos al aire libre —sin riesgo de caídas de objetos ni de maquinarias elevadoras cercanas—, por no estar homologado, ni tener marcado CE, frente a las radiaciones solares. Hay trabajo, tan necesario en estos momentos, para lograrlo y con ayuda del diseño, su valorización.
Incluso en una paradita, asintiéndolo por el ala, te agradece con una suave brisa, con un leve giro de muñeca. Sólo falta una cinta rodeando el copo, si así se estima, para identificarlo en caso de aglomeración, de personas o tras haberlo depositado en alguna barra de bar, esas que promueven la socialización, con un "usted disculpe”.
Una vez llegue el otoño, —veroño, sin lluvias y altas temperaturas, por el Cambio Climático—, agradece un ligero pulverizado de agua del grifo y hasta que otro día, soleado intenso, lo requiera. Pon un sombrero de paja en tu camino.
Ver personas paseando por nuestras calles y plazas, con paraguas abiertos, gorras, viseras y algunos, con periódicos y cartones en la cabeza, no es ser parte, sería más auténtico, práctico y motivo de orgullo, ofrecerles nuestros sombreros de paja, por sostenibilidad, paisaje urbano y economía con base artesanal. Tolox, Medina Sidonia, Castilblanco de los Arroyos, Almonte, Illora, Padul, Úbeda, Jódar, Moguer, Castillo de las Guardas, Algodonales, Burguillos… muchos pueblos con el saber del haberlo hecho, que tenemos que recuperar y desarrollar, por el bien de la ciudad.
Iván Casero. Ingeniero de Montes.
Fuentes:
https://www.eldiario.es/andalucia/pasaporte/Esparto-palmito-oficios-olvidados-Tolox_0_760125258.html
https://es-es.facebook.com/people/Florentina-Verdugo-Morgaz/100007936096142
https://elcorreoweb.es/provincia/el-castillo-revive-sus-oficios-tradicionales-EC3598107
https://www.instagram.com/floriverdugomorgaz/?hl=es
https://www.youtube.com/watch?v=RJrvejAlGko
https://www.youtube.com/watch?v=jTZy7EUPcUo
https://www.youtube.com/watch?v=PJRT0un0I6Q
https://www.youtube.com/watch?v=egppxMrzktU
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