El ciclón de la erosión

El agua es vida, biodiversidad y trabajo, tan importante e insustituible que ya se siente que provocará la tercera guerra mundial, la lucha por la supervivencia humana

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

El ciclón de la erosión. Colmatación del embalse Torre del Águila.
El ciclón de la erosión. Colmatación del embalse Torre del Águila.

"Aprovechemos esta gran sequía para vaciar los embalses llenos de tierra", con camiones a gasoil y así cuando llueva, tener mayores capacidades para llenarse con esas aguas marrones en forma de escorrentías.

El ciclo del agua, con nubes, lluvia, cubierta y usos del suelo, infiltración, manantiales, escorrentía, ríos de montaña, arroyos, curso medio y bajo hasta su desembocadura en lagos, mares u océanos, y vuelta a empezar es posible gracias a las fuerzas de la naturaleza.

Los humanos queremos sembrar lluvia a nuestro antojo, pronosticar, en esta sociedad tan digitalizada y cada vez más artificial, cuándo va a llover con certeza con algoritmos, más allá de una semana, mes o año, y seguir con la sensación que construyendo muros más altos en zonas Inundables nos protegerán de las aguas torrenciales para que no se metan en nuestras casas. ¿Y si el presente y futuro meteorológico no se ajustan a los modelos predictivos actuales?.

El agua es vida, biodiversidad y trabajo, tan importante e insustituible que ya se siente que provocará la tercera guerra mundial, la lucha por la supervivencia humana. 

Las aguas bajan con tierras, piedras y no se pueden beber por contaminantes - menos agua, menos dilución -, llegando a embalses y provocando su mayor colmatación día a día. No hay presupuesto que sirva para devolver esa tierra fértil arrancada sin visos de futuro a su lugar de origen, en el país del mundo de tantos cauces regulados o intervenidos.

No se explica en clases, prensa ni en televisión que es la colmatación, su irreversibilidad, ni los filtros que se necesitan para poder beber sus turbias aguas. El ciclón de la erosión no es circular, ni sostenible y nos llevará por delante, si no somos capaces de actuar en su origen. El daño ya está hecho. 

Ahora sólo nos queda plantar muchos árboles en las cabeceras de las cuencas, para mejorar la calidad del agua que hemos de beber y luchar así contra parte de la inasumible erosión.

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