Frikis voladores

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

Alberto Rodríguez, con el puño en alto, en una imagen de archivo.
Alberto Rodríguez, con el puño en alto, en una imagen de archivo.

A la pregunta de ¿quién se mete en Podemos?, la ciudadanía respondería de muy diversas maneras, algunas contradictorias o incompatibles entre sí. No parece haber un consenso generalizado y estable acerca de la caracterización del “militante medio” de Podemos. Nadie parece estar, todavía a estas alturas, muy seguro de quién y para qué está en Podemos. Los que eran frikis que sobrevolaban Madrid pasaron a ser perroflautas resentidos, que se trasmutaron en élites universitarias, sin olvidar el risible asunto de los agentes irano-venezolanos. Desde sus inicios, elementos externos a Podemos han tratado de conceptualizarlo, casi siempre "para mal".

Se ha intentado ubicar a Podemos entre los antisistema, cuando su obsesión ha sido precisamente entrar en el sistema para humanizarlo y modernizarlo, desde dentro y usando sus propias normas. Se ha intentado ubicar a Podemos en la radicalidad de ultraizquierda, cuando desde el principio ha denunciado toda forma de violencia y ha renunciado expresamente a definirse en el eje izquierda-derecha. Se ha intentado ubicar a Podemos entre los comunistas mas identitarios, cuando se ha impuesto a sí mismo los límites marcados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo que implica respetar, entre otras cosas, el estado de derecho y la propiedad privada.

Y así podríamos seguir con una larga lista de intentos de ubicarle allí donde Podemos ya ha dicho que no está ni estará, aunque se le espere, aunque haya quien quiera llevarle. Nada de esto es azaroso ni casual, mientras Podemos busca, o más bien crea, su propio sitio, otros tratan de impedir que ese lugar sea conocido. Quienes tratan de ubicar a Podemos en realidad obran de manera inteligente, malintencionada pero inteligente.

Ese interés por ubicar a Podemos en determinados lugares obedece a intereses concretos, que tratan de aprovechar el modo de funcionamiento de nuestra mente para restarle apoyos (no tanto reales como potenciales) y sobre todo dificultar, inhibir su crecimiento.

Predecir sucesos de manera rápida y fiable a partir de elementos concretos y fácilmente identificables es una de las funciones básicas -nucleares- de la mente humana. Como animales sociales que somos, con nuestro larguísimo periodo de dependencia y aprendizaje, saber que esperar de otros humanos es fundamental, vital. Nuestra mente, en nuestras relaciones con otros aplica este tipo de procesamiento, así tratamos de inferir la personalidad de otros en base a la detección de ciertas características observables y generamos patrones a partir de ciertos rasgos que -creemos- aparecen siempre asociados a otros. Todo ello con el propósito de predecir el comportamiento de los demás. 

Un proceso parecido ocurre cuando en lugar de sujetos individuales tratamos con los entes, más o menos abstractos, compuestos de muchas personas que son los grupos. Nuestra mente trata de saber cómo se comportará ese grupo, de predecir su comportamiento, aplicando reglas parecidas a las que usa con los sujetos individuales. De ahí el interés en ubicar a Podemos en esos lugares, el propósito es crear una imagen concreta de Podemos, que se solidifique lo suficiente como para auto-mantenerse y deje de ser seductora.

Extender una imagen distorsionada de Podemos, de manera que genere rechazo entre ciertos sectores de la sociedad. Esta imagen distorsionada (y negativa) presentará resistencia a la que el ciudadano generaría por sí mismo, dificultando la identificación con el nuevo partido e inhibiendo en parte el proceso inverso que se estaría dando con los partidos del régimen.

La idea en sí no es nueva, se usa con relativa frecuencia en muchos ámbitos y uno de ellos es la política. Sin embargo usarla contra Podemos es mas factible, al tratarse de un partido nuevo. El ciudadano no cuenta con una linea base de observaciones que le permitan generar sus propios esquemas o constructos, siendo más receptivo a "influencias" externas.

La idea de fondo es que el ideario de Podemos no "cale" en el imaginario colectivo. En realidad, no existen partidos monolíticos, en casi todos ellos conviven distintas sensibilidades. La imagen de uniformidad que se trasmite a la ciudadanía es fruto de un  consenso interno en ciertos asuntos clave. Consenso que en los partidos tradicionales se supone que es público y que en no pocas ocasiones se denomina "ideario".

Conocer este ideario permite al ciudadano predecir cual será el comportamiento del partido en cuestión en casi cualquier ámbito. Al ser de obligado cumplimiento, toda decisión del partido debería estar en sintonía con el mismo. Es ese ideario el que genera la identidad del partido como grupo político. Conociendo el ideario debe ser posible predecir el resultado de las votaciones parlamentarias, de las propuestas, de la política de pactos...

En el caso de Podemos los intentos de distorsionar su imagen se unen a que su bisoñez no ha permitido a la ciudadanía interiorizar su ideario, que por otra parte es mucho más amplio, complejo, transversal y fluido que el del resto de partidos. La premura por las citas electorales ha impedido dotar a los círculos y a los inscritos de las necesarias herramientas que les permitan tanto difundir tal ideario como contrarrestar las maniobras "intoxicadoras" de los adversarios. 

Se plantea, entonces, la necesidad de una herramienta que permita no solo "difundir" el mensaje sino capacitar en tal sentido a sus portavoces (los inscritos) quienes son, al fin y al cabo, sus portadores y defensores. En un año tan plagado de citas electorales como el 2015 (todas las posibles en el caso andaluz) no ha habido tiempo (o recursos) materiales para optimizar tales herramientas, sin embargo, una vez superada la cita electoral, una vez superados los dolores del parto, una vez el niño ha abierto los ojos ha llegado el momento recentrarse, de iniciar su aprendizaje, un aprendizaje que no cesará nunca.

Es necesaria, entonces, una herramienta que sea capaz de detectar las necesidades formativas de un enorme (además de diverso y disperso) colectivo de personas para darles una respuesta eficiente y asumible en coste y dedicación. Esa herramienta suele ser la formación, que en el caso de Podemos debe configurarse como un Círculo que goce de la suficiente autonomía en su propósito y ya han empezado a darse pasos en esa dirección, pasos que, no es casual, tienen mucho que ver con nuestra provincia, con los resultados obtenidos en la misma y su interpretación.

Lo que esa herramienta dé de sí está por ver. Pero verlo puede ser en sí interesante. El rebrote de Círculos sectoriales y su reactivación tiene mucho que ver con haber pasado ese momento clave. Es el momento, para Podemos, de dirigir su mirada también hacia dentro, sin perder de vista que ya ha entrado, por la puerta grande, en las instituciones

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