Fidel o Barberá, ¿a quién absolverá la historia?

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

Quiénes van a decir que Fidel supuso un antes y un después en la lucha contra el imperialismo, la desigualdad o el racismo? No me cabe ninguna duda que "la historia" de este nuevo orden mundial no lo hará.

Llamémoslo hipocresía. Hace tan sólo dos días Fidel falleció a los 90 años en La Habana. Las reacciones no se hicieron esperar: en Miami los "disidentes" cubanos salían a las calles a festejar su muerte. La imagen copa todas las portadas de los telediarios de nuestro país, esos mismos informativos que hace unos días no paraban de atacar al grupo parlamentario de Unidos Podemos por ausentarse del minuto de silencio  en el Congreso de los Diputados tras la repentina muerte de la senadora y ex-alcaldesa de Valencia Rita Barberá. Una ausencia, cabe recordar, ligada a un desacuerdo con el procedimiento. En el Senado el grupo político se quedó durante el minuto de silencio al ser la fallecida miembro de la cámara, pero en el Congreso se ausentó al no proceder y no haberse producido esta circunstancia de duelo en anteriores ocasiones con otros diputados.

No importa. La doble vara de medir del establishment existe y sólo es perceptible para quienes intentan estar informados con un análisis crítico de los hechos desde diferentes medios. No es fácil. La homogeneización de los medios es una realidad que esconde la aparente "línea editorial" que estos -muchas veces periódicos o cadenas de un mismo grupo- venden al lector o espectador. De esta forma, mientras en una emisora no se cortan un pelo a la hora de iniciar el informativo descontextualizando una noticia —como el pasado sábado con la muerte de Fidel—, otros hegemonizan una postura de vil enfrentamiento hacia el régimen cubano, por ejemplo, en el desarrollo de un debate a simple vista heterogéneo y diverso.

Pero la realidad es bien distinta. Ni todo es blanco ni todo es negro. La omisión de situar las noticias y los acontecimientos sociales y políticos en perspectiva es clave para una caverna mediática que también le ha perdido cualquier tipo de respeto a los muertos. Con los muertos se juega con una facilidad pasmosa. Es morboso y macabro. A los ejemplos de Rita Barberá y de Fidel Castro me remito. Pero ni son los primeros ni serán los últimos. Su recuerdo está totalmente condicionado por la superestructura.

Dijo Fidel aquello de "condenadme, no importa, la historia me absolverá" en el juicio por el asalto al cuartel de Moncada en 1953. Una frase que se ha tomado desde entonces como referencia por numerosos revolucionarios, dirigentes y simpatizantes de izquierdas. Seis décadas después, tras su muerte, uno no para de leer que la historia no le absolverá. Y se pregunta un servidor: ¿cómo va a absolver "esta historia" a un revolucionario de tal magnitud y calado? ¿Qué historia va a reconocer que Cuba es referente en educación, sanidad, medio ambiente y cultura no sólo en su contexto latinoamericano sino a nivel universal? ¿Quiénes van a decir que Fidel supuso un antes y un después en la lucha contra el imperialismo, la desigualdad o el racismo? No me cabe ninguna duda que "la historia" de este nuevo orden mundial no lo hará. Parafraseando la máxima del altermundismo se me ocurre decir que otro mundo, otra historia, es posible. Cuando la historia sea nuestra y la hagan los pueblos, la historia te absolverá, Fidel.

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