La España que no lee

Algunos políticos dan cada vez más y más asco. Esto no es nuevo. Como tampoco lo es que siempre ha habido gente corta de miras, de mala entraña y lela perdida

19 de septiembre de 2025 a las 07:16h
Bandera de Palestina contra el genocidio en Gaza, en el IES Columela de Cádiz.
Bandera de Palestina contra el genocidio en Gaza, en el IES Columela de Cádiz.

«Naciones Unidas no es quién para decir cuándo se comete un genocidio». «La bandera palestina es hacer política». «Si Hamás quiere que se deje de matar niños debería liberar a los rehenes israelíes». «Será el fin de occidente si Israel no gana esta guerra». Resulta que hablar en las aulas de crímenes de lesa humanidad es adoctrinar. Los responsables políticos nos están regalando tanta mierda estos días que solo hay ganas de saltar por la ventana. No solo porque estemos apreciando ya con total nitidez cómo Aznar y González se funden en un solo ente parlante, sino porque la ignorancia, la maldad y la estulticia campan a sus anchas por las poltronas del ramo. Y es que hay que ser demasiado ignorante para espetar ―y además en público― que no le corresponde a la ONU poner nombre a los crímenes. Hay que ser en exceso mala persona para culpabilizar a otros de la matanza indiscriminada de civiles mientras se levanta un museo capitalino a mayor gloria del pueblo judío. Y hay que ser demasiado imbécil para pretender que la escuela y la academia no estén del lado de lo humano. 

Algunos políticos dan cada vez más y más asco. Esto no es nuevo. Como tampoco lo es que siempre ha habido gente corta de miras, de mala entraña y lela perdida. El problema es que ahora suelen tener mucho eco en redes, altavoz y predicamento para las gilipolleces que tienen a bien berrear, y ni un ápice de pudor en exhibir su estupidez. Y así nos va. 

Lo pensaba estos días, mientras el dolor por Gaza daba algún respiro, cuando escuché hablar a una de esas mentes preclaras con muchos millones ―de pasta y de seguidores― acerca de la lectura. Decía esta especímena, como ya sabrán, que leer no te hace mejor. No he podido evitar volver sobre sus palabras mientras escuchaba a nuestros políticos. Hace no mucho vi también cómo en una entrevista un portavoz parlamentario no era capaz de mencionar un solo libro que hubiera leído. Ni siquiera fue capaz de apelar a un cliché o escudarse en uno de esos clásicos de lectura obligada de su etapa en COU. Ni una triste Regenta, ni un pobre Lazarillo, ni los Campos de Castilla acudieron a su memoria. 

Quizás esté en lo cierto ese escritor de medio pelo que afirma que hoy es preciso convertir El Quijote en tres vídeos de TikTok para conseguir acercarlo a una población incapaz de entenderlo tal cual es. Por lo pronto, nos conformamos con fantasear en la gran pantalla con su autor sumido en una turbadora y multirracial bacanal gay para testar el grado de homofobia de la España que no lee. 

Creo que la influencer tiene razón, que para eso es rica. Leer no necesariamente te hace mejor. Eso sí, te suele ayudar a distinguir entre un asesino y un demócrata, entre la desobediencia civil y la kale borroka, entre adoctrinar en política y condenar las limpiezas étnicas, entre el genocidio y la guerra. Y viene bien también para detectar a un idiota en cuanto lo ves asomar por tu pantalla.

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