Ética y política: muchas cosas deberían cambiarse para hacer un buen ejercicio

El digno ejercicio de la política, entendido como servicio al interés general, exige unos actores que atesoren los valores fundamentales de la vida democrática

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Código ético de la buena política.
Código ético de la buena política.

Código ético para personas que están en política:

1. Me comprometo a decir siempre la verdad y no prometer lo que no puedo cumplir.

2. Me comprometo a combatir la polarización creciente en nuestra sociedad.

3. Intentaré buscar puntos de encuentro y consenso con otros partidos políticos.

4. Renuncio a la corrupción en todas sus formas.

5. Renuncio al insulto, la descalificación y el ataque personal hacia el otro.

Código ético para personas que quieran ejercer ciudadanía:

1. Me comprometo a ejercer mi derecho al voto con la seriedad que merece.

2. Me comprometo a informarme con más rigor y pluralidad.

3. Renuncio a la crítica destructiva hacia políticos e instituciones.

4. Renuncio a cualquier forma de violencia como modo de protesta.

5. Renuncio a la corrupción en todas sus formas.

Así dice el código ético que han hecho en Navarra un grupo de 19 estudiantes de entre 15 y 18 años del Colegio Larraona Claret de Pamplona para hacer frente a este año doblemente electoral. Lo leí en redes sociales con mi compañero Nacho López Goñi (@microBIOblog). Lo hablamos por Twitter por privado y luego nos vimos en la jornada que organizó @asanleo en la @ClinicaNavarra con magníficos profesionales como Margarita del Val, además de Verónica Casado y @jdelpoleo. Pero no lo volví a ver hasta que lo publicó El País del pasado sábado.

Decir la verdad es el primer punto del código ético. La mentira se ha convertido en un instrumento político de primer orden, al igual que las medias verdades, la ocultación de hechos, exagerar los errores del adversario y obviar por completo o minimizar hasta la insignificancia los del propio. Nuestros políticos están demasiado obsesionados por sus intereses personales y partidistas, huyen de todo lo que sea plantear problemas de valores o cuestiones de principios, reduciendo la gestión a un trato por “intereses”.

Los insultos y el ataque personal son lo más sangrante, lo que más desafección genera. La gente está harta, hartísima del espectáculo. Es preferible un político o política que no oculte los problemas, exprese sus dudas y plantee las posibles soluciones con sus beneficios y costes correspondientes, al que oculta los problemas y siempre cree tener una respuesta infalible y redonda para cada uno de ellos, lo mismo que es preferible un ciudadano deliberativo y crítico al mero hooligan o seguidor de consignas. 

Se considera que los medios son en parte responsables de la imagen que se traslada de la clase política. El ruido es una mínima parte de la realidad, pero si es lo único que se muestra en la prensa, la radio o la televisión, la ciudadanía acaba creyendo que es todo lo que hay y se distancia. Choca cómo nos enseñan a los políticos dirigiéndose unos a otros: Es una agresividad que no se ve cuando hablamos con otras personas. Pero la realidad es que ves que son personas como nosotros, que tienen diferentes puntos de vista, pero la mayoría busca un bien común.

Entre los principales problemas destacan la crítica fácil y destructiva. Hay agresividad, polarización, y eso genera desconfianza: discuten, pero luego te los puedes encontrar hablando en el bar durante el receso. Ahora, eso es menor porque la agresividad también está calando entre ellos. El único modo de evitar la crítica destructiva es informándose y evitar la generalización: Todos son corruptos, todos roban... Y sabemos que la crítica constructiva no es una felicitación, obviamente, pero siempre tiene que ser para ir hacia algo mejor.

El futuro son los valores o nada porque, o volvemos a confiar en los que nos gobiernan o no hay camino porque el camino es entonces el populismo, el extremismo, la violencia. De ahí que el código ético también recoge el compromiso de combatir la polarización y respetar las ideas propias y distintas, poniendo primero a la persona y no a las ideas. Es el único modo de comprender mejor la realidad.

Por ahora casi ningún alumno del taller se plantea dedicarse a la política. Lo que tienen claro es que tienen que formarse para ser coherentes con sus principios y valores. Se puede olvidar fácilmente o ser considerado algo ingenuo, bonito, cuando realmente lo que se ha hecho es pensar en lo que se puede aportar para cambiar algo en esta sociedad.

El gran problema del código para las personas que están en política es que creen que ya lo cumplen. Hace falta una autocrítica honesta porque todos tenemos fallas. Y cuando uno se equivoca, hay que rectificar públicamente. Esa autocrítica pública es la que, aseguran, determinará si quienes han firmado lo han hecho porque creen en la propuesta o solo por una cuestión de imagen.

El "analfabetismo emocional" es una fuente de conductas agresivas, antisociales y antipersonales, que se multiplican desde la escuela y la familia al fútbol, la delincuencia común, la destrucción graciosa o el terrorismo. Es urgente recuperar esa educación que es, no sólo la de las habilidades técnicas, sino también la de las habilidades sociales.
Quien es incapaz de saborear esas capacidades es que no tiene un corazón humano, inteligencia y sentimiento y continúa viviendo la ley de la selva. Salir de ella es una de las tareas del siglo XXI.

@jlcastilloch: Código ético para políticos. Quizá se podría completar con un código ético para empresas. Y ya puestos, para ciudadanía

Y allí encontramos el Código Ético de 2012 para políticos, redactado y firmado por un grupo de profesores de diversas universidades de Cataluña, con un preámbulo, la definición de unos términos como justicia, respeto, servicio, responsabilidad, honradez,… Y plantean que un código ético describe lo que es exigible de una profesión. Su existencia no garantiza, necesariamente, su desempeño, pero representa un horizonte de fondo que la mayoría de los ciudadanos ya han integrado, gradualmente, a través de la educación y que es bueno explicitar.

Tiene varios apartados:

I. Las relaciones con la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil.

II. La relación entre políticos.

III. Políticos con responsabilidades ejecutivas en las administraciones.

IV. La relación con los medios de comunicación.

V. La relación entre los políticos y los partidos.

VI. La relación con la administración de justicia.

@angelamadrid88: Y por qué no votan un código ético políticos y periodistas es que así no dan ejemplo a ciudadanos y generaciones futuras.

@1906estrella: Para cuando un Código Etico en políticos y en medios de comunicación, la mentira y la difusión de bulos tiene que ser penalizada.

@cclapton1: Si todos los periodistas cumplieran con el código ético y deontológico periodístico todos los partidos políticos tendrían las mismas oportunidades a la hora de salir elegidos en las elecciones; en las condiciones de ahora no!

@alfreyes14: Sigo confiando en algunos políticos, del partido que sean, que los hay y habrá, que no miran por su interés particular sino por el general, que están en la cosa pública para servir y que son honestos, dignos, honorables y tienen código ético y moral.

@Lauracorama: Cuando un puñado de políticos va a un concierto, sin pagar entrada y en primera fila, mientras el público que sí paga no tiene acceso visual al escenario, os digo yo por dónde se pasan el código ético del que tanto presumen. Exacto: por ahí mismo.

@A3noticias: Los políticos no podrán recibir regalos y deberán declarar todas sus actividades.

La honestidad, la lealtad, la veracidad, la ejemplaridad, la austeridad y la capacidad de servicio son actitudes básicas que todos los ciudadanos reconocen como valiosas, independientemente de las opciones políticas que legítimamente defiendan. Sólo si estos valores son respetados en el ejercicio democrático, la ciudadanía será capaz de reconocer este noble oficio y este noble servicio y valorarlo como le corresponde.

El digno ejercicio de la política, entendido como servicio al interés general, exige unos actores que atesoren los valores fundamentales de la vida democrática, entre los cuales hay que destacar la equidad, la tolerancia, el espíritu de diálogo y la participación.

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