Lobo ibérico en una fotografía de archivo.
Lobo ibérico en una fotografía de archivo.

Parecen que no tienen nada que ver un lobo y una lechuga, pero si lo miras a través de los ojos de los legisladores europeos comprobaremos que hay muchas más similitudes de lo que parece y como vamos a detallar.

No es ningún secreto, pero no es conocido por muchos que los ganaderos europeos llevaban más de una década reivindicando que se terminara la protección europea hacia el lobo. Los ganaderos se amparaban en los continuos ataques que se estaban realizando a su ganado por parte de los lobos, los cuales terminaban como en los cuentos, con los animales devorados.

Como habrán podido comprobar, he hablado en pasado, y la causa es que las políticas hacia el lobo han cambiado debido a GW950m. Puede que a nadie le suene por su nombre, pero GW950m es un lobo de la Baja Sajonia que se salió de su menú de ganado de los indefensos agricultores y quiso saborear algo más selecto y refinado, como fue el pobre poni de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

Así que se puede decir que GW950m comió del fruto prohibido y condenó a toda su raza a vagar fuera del paraíso debido a las represalias de Dios, en este caso la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen. Esta ha reflexionado sobre la problemática de lo que es el lobo al sufrirlo en sus carnes a través de su pequeño e indefenso poni. En más de una década de quejas, reivindicaciones y protestas de los agricultores, se enteró de lo que suponía este dolor. No solo eso, no sintió empatía por los ganaderos que sufrían las muertes de sus piezas de ganado y perros pastores, hasta que ella lo experimentó. Bueno, para ser sinceros, dudo que incluso sintiéndolo en sus carnes sienta empatía por el dolor causado en décadas de protección al lobo.

Pero no solo los ganaderos han estado en pie de guerra, también los agricultores que ven cómo día tras día les impiden trabajar a través de tramas legislativas, administrativas y sanciones draconianas, en las que se les hace realmente complicado ejercer su trabajo, recordando que su labor es alimentar a Europa.

Los agricultores piden que se les facilite el trabajo y que se compita en igualdad de condiciones con los productos que llegan a la Unión Europea de terceros países, los cuales por simple sentido común deberían tener las mismas garantías que los que se producen dentro de nuestras fronteras. Estas sugerencias están siendo desoídas por parte de los legisladores europeos con una obsesión hacia una agenda 2030, lo que hace que la soberanía alimenticia se deposite en manos de estados ajenos a la UE.

La agenda 2030 hay que significar que el fondo está bien, es decir, la idea de velar por el medio ambiente es necesaria en los valores postindustriales. No obstante, analizando la geopolítica internacional, se puede observar que esta agenda no es prioritaria en un escenario internacional del que algunos hablan de prebélico o incluso de guerra con Rusia. No creo que ser eficientemente sostenible sea compatible con un escenario en el que ambos contingentes quieran aniquilar al enemigo. Pongamos el caso de Ucrania o Palestina, no creo que sea una prioridad que les arrasen o arrasar de forma energéticamente sostenible.

Hasta ahora puede que no se hayan fijado, pero el lobo y la lechuga se parecen en que cuando nuestros Legisladores Europeos sienten en sus carnes las consecuencias de sus políticas, no van a cambiar para el resto de ciudadanos. Es decir, al igual que cambiaron las leyes referidas al lobo cuando sintieron las dentelladas de los lobos en sus carnes, cambiarán la legislación referida a la alimentación cuando les falte la lechuga en el plato. Da igual las protestas, las víctimas y la producción nacional; han demostrado que son inmunes a la empatía y casi podríamos decir que al sentido común.

Puede que suene un poco extremista, puede que la gente no piense que pueda darse el caso de que falte una lechuga en un plato. Pero hay que recordar lo que ocurrió no hace mucho, cuando las fronteras se cerraron y fue sálvese quien pueda, en las que no solo proliferaron las estafas en algo tan necesario como las mascarillas, también surgió desabastecimiento de productos médicos y alimenticios debido al cierre de las fronteras y al pillaje entre las mercancías que iban de un país a otro. Recordemos que los agricultores, ganaderos y transportistas se consideraron servicios prioritarios en los que trabajaban, como se suele decir, de sol a sol, para que esto no ocurriera.

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