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Hacer una oda a la mujer para resaltar su lucha es algo muy osado, sobre todo por no desenmascarar las innumerables contradicciones en las que podemos caer al querer confeccionar un artículo donde de verdad se haga justicia sobre su trayectoria a lo largo de la historia.

Quedaré expuesto, con el culo al aire y me embarraré en la trinchera de la semántica si dejo que mi educación patriarcal y mi cerebro más primario guíen mis lineas en el papel. Lo que está impregnado, por repetición durante milenios en mi código genético, puede destaparme al instante.

En este tema me tiembla el pulso al escribir, porque no puedo evitar recordar alguna tropelía, ya sea intencionada o no al género femenino.

Una de las mayores pruebas que un hombre puede hacer por querer ver este tema con total clarividencia es revertir cualquier situación de nuestra vida cotidiana. Ya sea en el trabajo, en la universidad, en casa, en el bar, en una asamblea o en un grupo de amigos. Pongamos a cualquier mujer actuando, en un ejercicio de ficción, tal como lo haríamos nosotros. Sufriría sin remisión, aun en los tiempos que corren, el escarnio público con  la crítica más sucia y despectiva.

Imaginad a una adolescente que diga en una clase de su instituto que se masturba.

Imaginad a vuestra madre llegando a las cuatro de la tarde o de madrugada, a mesa puesta, con dos copitas de más y encima echando genio.

Imaginad a vuestra hermana alternando en el bar de tu barriada con el desparpajo que lo hace tu padre, rodeada de sus amigotes.

Imaginad a una mujer que renuncia a la custodia de sus hijos, que no los atienda, que no pague una manutención y la viesen en algún pub por la noche tomando copas.

¿Imagináis a una mujer que no se tiña el pelo ni que use tacones dirigiendo una empresa?

Imaginad si una mujer decidiera no invertir ni un euro en productos y artículos de moda que se basan en seducir al hombre y que la condenan a un eterno reciclaje esquizofrénico.

Imaginad...

Vivimos en una situación tan exagerada que podemos advertir como, ellas muriendo a porrillos por los crímenes de la violencia machista, algunos dicen que también matan o que denuncian en falso, siendo este porcentaje solo el 0,006 % de este tipo de denuncias. Y sin embargo este es el argumento cavernícola de cabecera de gañanes de tres al cuarto para seguir dando la nota. Nadie o muy pocos podemos decir que, tras el trabajo compartamos las mismas tareas del hogar. Pensadlo ¿Las mismas?

Estamos en un proceso donde mi generación empieza a tener sensibilidad con nuestras compañeras aun habiéndonos criado en un status más elevado que nuestras hermanas y amigas. Queda mucho por hacer y que aprender. Porque nada cambiará sin las mujeres, ni siquiera la revolución en contra del sistema capitalista. Hay estudios que dicen que la testosterona eleva el ego y la agresividad, principales dificultades para emprender un proceso verdaderamente horizontal. Así que, ya sea por un tema racional o científico, no queda otra que ir juntos en total igualdad y libertad. Tenemos tanto que aprender de las mujeres, que sin ellas cualquier cambio sociológico nunca será positivo.

Convivir con una sumisa no tiene mérito y hacer el amor con una mujer asustada menos. Lo realmente motivador es realizarte con una compañera autónoma, independiente, ilustrada y que vaya codo a codo contigo en todo. Seducir a una mente libertaria da el mayor de los orgasmos. No lo duden. Lo demás es menos meritorio, una mutualidad supeditada a la supervivencia.

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