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"El alcalde, para defenderse, optó por el victimismo, tan socorrido también últimamente como no dejamos de ver en el asunto catalán".

"Puño de hierro y mandíbula de cristal". Esta frase viene oyéndose con relativa frecuencia en el ambiente político de Cádiz. Ilustres personajes europeos han hecho uso de la misma en ocasiones, y lo cierto es que es muy ilustrativa de algunas situaciones que se dan una y otra vez en nuestra denostada clase política. Como sabrán, alude a la facilidad con la que uno puede insultar al contrario y a lo fácil que se ofende cuando se recibe ese improperio. Lo ocurrido esta semana en el pleno del Ayuntamiento de Cádiz es buen ejemplo de ello.

En esta ocasión le tocó aguantar los gritos, una y otra vez, al alcalde de Por Cádiz Sí Se Puede, José María González, que tuvo que aguantar a su predecesora en el cargo, la concejala del Partido Popular Teófila Martínez, llamándole cacique más de una decena de veces. A su lado el portavoz de los populares, Ignacio Romaní, también se dirigía al alcalde al que, finalmente y como no podía ser de otra manera, definieron como fascista, un manido calificativo que ya casi está perdiendo su significado.

El alcalde, para defenderse, optó por el victimismo, tan socorrido también últimamente como no dejamos de ver en el asunto catalán. Vaya por delante que los gritos e insultos de Martínez sobraban. Pero ella también ha sido blanco de la ira del contrario; basta retroceder hasta el pleno de toma de posesión, hace algo más de dos años, en el que la política popular salió del Ayuntamiento azuzada por decenas de personas, uno de esos escraches que la izquierda entiende como libertad de expresión menos cuando lo sufren ellos, convirtiéndose entonces en acoso neonazi de la ultra derecha.

Que José María González aparezca cual cordero degollado en su cadena de televisión nacional de referencia es, al menos, cínico. Ejemplos de personas y cargos afines a Podemos insultando con esas mismas palabras y otras peores a rivales políticos los hay a patadas. La imagen de hombre ofendido que ahora quiere transmitir es, cuando menos, muy dudosa. Y si cree que se ha vulnerado su honor, que acuda a los jueces. Ya se sabe, si le dan la razón es porque la tenía, y si no sería porque el juez estaba influenciado.

Por eso me resulta muy hipócrita que dijera que ese pleno lo podrían estar viendo niños, y que cuál sería entonces el ejemplo que se les estaría dando. Al menos igual de malo que andar por la calle megáfono en mano diciendo que la próxima visita será con dinamita. Los niños, esos a los que la izquierda trata a veces como adultos pero que cuando les conviene los usan a su antojo, como hizo Carolina Bescansa con su bebé, utilizado como elemento propagandístico en el Congreso, porque eso fue lo que hizo cuando se lo llevó allí.

Lo del pleno del Ayuntamiento de Cádiz fue patético, en eso seguro que coincidimos la gran mayoría. El nivel político es el que es, y tampoco se puede pedir mucho más. Los puños de hierro y las mandíbulas de cristal abundan a uno y otro lado, nada tiene que ver el color político. No me gusta la gente que utiliza el victimismo como estrategia, y ya digo que los hay en todas partes.

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