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Jose María Prieto, miembro de Podemos Jerez

Hace una, dos o tres semanas, días u horas, al encontrar a un amigo a quien no veía desde hace años, le pregunté, como suele hacerse, cómo le iba. Su respuesta no fue una sorpresa: “Sobreviviendo. Gastando el poco dinero que tengo en curriculum para ver si tengo la gran suerte de encontrar un curro de mierda, con un sueldo de mierda, en el que trabaje tantas horas como para dar de comer a mis hijos aunque eso signifique que casi ni los vea”. Quedé triste y le regalé ánimos siendo consciente de que no le supondría ningún consuelo.

Poco después volvía a casa en coche escuchando la radio. La misma situación que mi amigo me había presentado era descrita por cierto político de “izquierdas” tras colocarle un toquecillo de rimmel en ciertas palabras y unos polvitos en las mejillas de la entonación, quedaba algo así: “...puede que la recesión haya acabado pero el trabajo que se crea es precario y el descenso de los datos del paro no es suficiente...”.

Algo más tarde, ya en casa viendo la tele, escuchaba atento lo que cierta ministra hablaba sobre la misma situación. Algo más de rimmel, polvitos de las mejillas, mechas, pintura de uñas, un traje caro y brillante, comprado en la más cara de las tiendas de la súper reconocida marca AquíMandoYo” y unos tacones. Quedaban sus palabras, acompañadas de una sutil sonrisa y continuos movimientos de manos, en algo así: “La recuperación va viento en popa, a pesar de lo mal que lo teníamos y gracias a nuestro impecable trabajo y a la ayuda de la virgen, hemos conseguido en sólo unos años que el paro descienda, que los salarios apenas hayan sufrido un moderadísimo descenso, que nuestras exportaciones no paren de subir, que la prima de riesgo esté totalmente controlada... a día de hoy, España es un ejemplo para el mundo”.

Al mismo tiempo, en otro canal, otro ministro decía lo mismo con un ligero toque personal y cinco, diez, quince minutos más tarde, algunas ministras más, junto a los anteriores iban desfilando de canal en canal de la tele y emisoras de la radio para hacer llegar a todos los hogares del estado el nuevo “look” de la situación.

Por entonces casi había olvidado lo que me dijo mi amigo, estaba buscando el tambor de mi nena para hacer música y cantar “España, Españaaaa”, cuando me sonó una alerta del móvil que, al mirarla, me dejaba leer :“Importante: sellar el paro o te quedas sin los 426 euros”.

Y así con todo. Quieren hacernos creer que la realidad no es lo que tú y yo vemos cada día a nuestro alrededor, nos dibujan otra. No hay ladrones que se pasan sobres repletos de dinero nuestro de bolsillo en bolsillo hasta llegar a cuentas lejanas, coches de lujo, áticos o chalets. No nos conviene gestionar el agua a pesar de que no hace falta ningún comercial para convencer a posibles clientes de que la consuman y sea un bien básico.

No podemos permitir que los violentos pudran la entrada pacífica y necesaria de políticos en sus casas, en sus trabajos, en sus salas de masaje... pues debemos asegurarnos que nadie influye en su capacidad de reflexión y posterior decisión llegando a alterar su sabiduría. Lo que necesitamos es endurecer las leyes para asegurar a la ciudadanía que la calle estará totalmente vacía de gritos, carteles o reivindicaciones que no sirven para nada pues para eso están las elecciones cada cuatro años. No hay tantos pobres como ciertos estudios de entidades no del todo fiables nos anuncian, hay solo unas cuantas, cinco o seis en el país, pero se mueven mucho de un lado a otro para fastidiar al gobierno y que sus increíbles resultados parezcan menos buenos.

No debemos preocuparnos por el abaratamiento de los despidos ni el deterioro de las condiciones laborales, lo que tenemos que hacer es facilitar y abaratar aún más el despido para que las empresas no tengan miedo de contratar y se cree empleo a diestro y siniestro de modo que no nos preocupe siquiera que nos echen y podamos escoger entre las múltiples posibilidades que nos ofrezca el mercado del empleo aquella oferta que nos procure una óptima relación entre conciliación familiar y nivel económico adaptada a nuestras necesidades particulares.

No podemos permitir que miles de morenitos, o peor, miles de millones de morenitos que vienen del sur del sur se pongan de acuerdo mediante mensajes con sus móviles para entrar en nuestro país pudiendo llegar a suponer el gasto consecuente de su entrada servicios médicos, alimentos... En suma, lo equivalente a la mitad de las cantidades que se barajan en alguno de esos procesos judiciales que tratan cuentas suizas extrañas que nunca servirán de prueba de delito para nada o, quizás, siendo esa suma el motivo por el que nuestros dirigentes se verán obligados a mover cierto porcentaje de la partida destinada a Sanidad o Educación hacia otro lado. Lo que debemos hacer, y así evitaremos más deterioro del bienestar ciudadano, es fabricar clones de cancerbero y colocarlos detrás de las cuchillas de las fronteras para que, si por casualidad alguno de ellos la pasa, salten directamente hacia él y lo manden de un bocado y media patada al sitio de donde vino o más allá.

Pero se equivocan. Nosotros podemos no creerlos, podemos creer en nosotros. Somos más. Y mejores.

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