No quiero recurrir a los tópicos, y menos aún en una jornada tan especial para los andaluces –perdón, y andaluzas-, pero en esta tierra en la que falta de casi todo, sobran el buen tiempo y al arte, entre otras maravillas como tener algunas de las playas mejores de Europa (y en las que te puedes bañar sin riesgo a sufrir una hipotermia, dicho sea de paso). Lo ha descubierto Pablo Iglesias, la ‘estrella del rock’ –estoy impartiendo talleres en colegios y no hay adolescente que no lo conozca, pese a la apatía política que es santo y seña de estas edades-, que junto a su candidata andaluza, Teresa Rodríguez, se ha dado un paseo esta semana por Cádiz justo después de hacer noche en Jerez –donde cenó en La Carboná- y justo antes de cerrar la campaña en el velódromo de Dos Hermanas.
Supongo que por eso de que la provincia es la tierra natal de Rodríguez, el Ned Stark norteño –él se declara fanático de Juego de Tronos- se esperaba una acogida sin fisuras, pero se topó, como digo, con el arte de la capital, para lo bueno y para lo malo. Un señor sin pelos en la lengua le espetó a las puertas de una peluquería ‘decimonónica’ que se cortara la coleta y se afeitara la perilla, y según relatan las crónicas un taxista le recriminó que prometiera pagas por no trabajar: “Si es así vendo el taxi, de qué voy a estar yo todo el día carrera para arriba y para abajo”, fueron más o menos sus palabras.
También hubo elogios para el nuevo producto del ‘star system’, y junto a palabras malditas como ‘Venezuela, Venezuela’ –sobre todo tras el programa de Antena 3 En Tierra Hostil- otros se declararon “podemistas totales” ante el hartazgo por la corrupción del sistema. Cual Jesucristo sobre las aguas de la Caleta, apenas tuvo que decir nada. Estaba de paso y sólo había que sonreír y dejar que los gaditanos se acercaran a él para curarles de sus males. Hasta compró una ramita de romero a una gitana con la que esperaba dar suerte hoy a la roteña.
Cádiz es así, para lo bueno y para lo malo. No deja indiferente a nadie. Hoy amenaza lluvia, es un día gris y tedioso para ir a votar. Por eso espero que los gaditanos no se dejen atrapar por el fantasma de la abstención y salgan en masa a depositar su opción en las urnas. Independientemente de una opción u otra, que demuestren de verdad que la política no les deja indiferentes. Ojalá en esta ocasión no se repita la baja participación de citas electorales anteriores. Sería una verdadera pena.
La otra parte del juego, si no equivoco predicciones – yo y casi todos los analistas- se desarrollará a partir de mañana y ya no dependerá de los ciudadanos. Quedará en manos de los representantes elegidos. Seguramente hoy no acabe todo. El tablero electoral ya no es un juego de dos, ni de tres, ni siquiera de cuatro. La aparición de un espectro amplísimo de formaciones con mucha fuerza hará casi seguro necesario un escenario de pactos. A partir de ahí, alea jacta est.
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