Detalle del tablero de 'Lisboa', juego de mesa ambientado en la capital portuguesa tras el terremoto que asoló la ciudad. FOTO: MANU PEÑA.
Detalle del tablero de 'Lisboa', juego de mesa ambientado en la capital portuguesa tras el terremoto que asoló la ciudad. FOTO: MANU PEÑA.

Transitar por mansiones de la locura, viajar al Paleolítico para gestionar madera y gemas, coger un arma y matar zombis o navegar en el espacio con el Halcón milenario. Regresar a Roma, luchar cara a cara con un dragón o que el mismísimo Gandalf y una tirada de dados decidan si vives o mueres en un universo creado a la carta para viajar con tu mente. Soñar, vivir, interpretar para empatizar con otros compañeros, en diferentes situaciones y evadirte por unas horas en mundos de leyenda es posible. Y no sólo eso, también, además, se aprende. Almas competitivas dentro de un vicio saludable, con un carácter integrador, donde a nadie se le excluye. Donde mujeres y hombres gozan al unísono porque todo está supeditado al intelecto y la suerte: Rol y juegos de mesa.

Testimonios que aseguran que vencieron a la timidez y el miedo al expresar su creatividad en público gracias a ellos. Me ha impulsado a dar luz a un colectivo de jugadores que, mediante la diversión, fomentan la capacidad lógica, matemática y creativa de cualquier persona. Dicen por ahí que son raros, un extraño grupo que colecciona muñequitos de una manera rara y pueril. Con cajas llenas de dados, mapas y meeples. Enfermos que llegan a gastar mucha pasta para coleccionar cada vez más juegos. Eso dicen, que ingenuos... 

Pero con cada tirada de dados o decisión ante un director de juego o un tablero se goza. Los juegos de mesa son usados en terapias de grupo y hasta en entrevistas de trabajo para elegir líderes y gestores. Son algo más que miniaturas de plástico embolsadas.

¿De verdad crees que sólo son seres extraños que pierden horas de su vida con una bolsa de ganchitos y la camiseta de la última serie de moda? Pues estás equivocado. Son individuos que se instruyen en reglas, a veces, no aptas para mentes poco lúcidas, para poder tocar la gloria en una victoria. En una competitividad que no conlleva violencia ni humillación para nadie, si sabes perder con honor. Aquí si pierdes, lo intentas de nuevo, porque no hay monedas en una tragaperras que arruinan a una familia o ninguna cuestión que te degrade el cuerpo. Sólo incrementa tus capacidades intelectuales. Tanto en una buhardilla preparada para la ocasión, como en un piso o en el local de una asociación, la magia está servida.

 Aventureros al tren, Catán, 7 Wonders, Risk, Carcassone, Ciudadelas, Takenoko, Dixit... Elige el que quieras, entre miles vibrarás de emoción. Prepara tus cajas, compra tus fundas, pinta tus miniaturas y sé el mago o la cazadora de monstruos y espectros que siempre quisiste ser.

Entra en la variedad de los tipos de jugadores: los que juegan a europeos (maderitas y gestión de recursos), los que lo hacen a ameritrash (figuritas de plásticos) o los de cartas, los llamados okupas en las tiendas. Ya que se instalan en las mesas y no las sueltan por nada del mundo. Sin olvidarnos de los wargames y files. Busquen sus diferencias y decidan, porque hay más opciones. 

Mis amigos ya me han dicho: déjalo ahora que estás empezando, pero yo ya no quiero soltarlo. Sobre todo porque me obligan a ser tan rápido como ellos y tan listos a la hora de tomar decisiones lógicas en poco tiempo y todo eso, entre risas. Por favor, compren un juego, si pueden hacerlo en una tienda física mejor. Si quieren que sus hijos, en su adolescencia, tengan un bonito ocio y hagan un tour por la Tierra Media o visiten el espacio exterior en la Guerra de las Galaxias, con un dado en la mano, ya saben. 

Quiero dar las gracias al grupo A.A. L Legends. El que ha inspirado este artículo y del que me he nutrido en sus frases y sensaciones. Sin su colaboración hubiera sido imposible. ¿Jugamos?

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