Creo que podemos estar todos de acuerdo en que las relaciones humanas son de los temas más complicados que existen, si no incluso, el más complicado, me atrevería a decir yo. Las relaciones, tanto las buenas, como las malas, ocupan todo en todos los ámbitos de la vida y a todos los niveles, e influencian todas las esferas del día a día, desde las más personales hasta las más simples relaciones de tipo social y profesional. Si uno quiere convencerse de poder estar completamente solo, se está engañando a sí mismo. Incluso en el hipotético caso de que una persona se fuera a una isla desierta en medio de un océano desconocido, se llevaría consigo todas sus relaciones pasadas, costumbres, personalidad, y expectativas en la memoria.

Cada individuo es la suma total de relaciones pasadas y presentes. Las relaciones, al tener teóricamente siempre dos lados, uno puede pensar en ser responsable sólo de su propio lado. Pero relacionarse con alguien más, significa también fusión con la otra persona, por lo que no es fácil diferenciar hasta donde llegas tú y donde empieza la otra parte. Cuando las cosas van bien, es fácil alabar y decir cosas buenas a la otra persona en cuestión; pero cuando las cosas van mal, es mejor que uno tome su propia responsabilidad para cambiarlas. Si uno espera a que sea la otra persona la que cambie las cosas, o que cambie ella misma, puedes quedarte esperando toda la vida para que eso suceda. Hay que llegar a sentirse autosuficiente, que significa llegar realizar que tú eres suficiente. Que tú no necesitas a otra persona para sentirte completo.

Cuando se llega a sentir esto verdaderamente dentro, uno para de pedir a los demás que cambien para poder llegar a sentirse mejor él mismo. No es responsabilidad de las otras personas; no muestra lo mucho que el otro te pueda apreciar o no; y no importa lo mucho que se pueda esforzar, que, lo más seguro es que termines sintiéndote mal de nuevo. Como se dice, a nivel emocional, uno tiene solamente tres tipos de situaciones con la gente: aquellas que se pueden arreglar, aquellas que aguantas, y aquellas de las que te deberías alejar. La mayoría de las personas “aguanta” demasiado, y solamente cuando llega el punto de frustración inaguantable, entonces es cuando se alejan. Por el contrario, uno puede arreglar una situación, digna de ser arreglada, a través de la inteligencia emocional y con el hábil manejo de las emociones.

Para construir una verdadera relación que merezca la pena, primero habría que cerciorarse si esa relación es realmente digna de inversión, si no, mejor alejarse; si lo es, entonces compártete a ti mismo; ten un verdadero interés personal en los demás; valora los puntos positivos del otro e intenta sacar lo mejor de los demás. Al rodearte a ti mismo de emociones positivas serás capaz de liberar todo el potencial que hay dentro de la relación. Lo que es común en todo encuentro es que un ser, un “yo”, se pone en contacto con otro ser, otro “yo”. Asegúrate que cuando termine ese encuentro, la otra persona se sienta enriquecida, mejorada, reconocida, alentada, o apreciada y sobre todo, mejora la autoestima de la persona que tienes frente a ti. Esto es lo más cercano que llegamos a estar en la vida cotidiana, cuando un alma toca a otra alma.

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