Gilipuertas

Pues nada amigos, parece que no hay manera de acabar con estos fichajes de políticos a consejos de administración, ni siquiera con un gobierno socialcomunista y bolivariano

Gilipuertas. Felipe González y Antonio Miguel Carmona, en una imagen de archivo.
Gilipuertas. Felipe González y Antonio Miguel Carmona, en una imagen de archivo.

El tertuliano, amigo de sus amigos, Antonio Miguel Carmona ha sido nombrado este fin de semana vicepresidente de Iberdrola. De nuevo, una compañía energética lleva a cabo este tipo de fichajes. Ríase usted de Florentino y Mbappé. No se cortan, les da igual. Una empresa que jode la vida cada mes a media España haciendo negocio con lo que debería ser un bien común garantizado, ficha sin rubor ninguno y en medio de la más vergonzosa época de subidas del precio de la luz en nuestro país, a este ínclito personaje.

Ahora se entiende el ataque furibundo de “este socialista” a los periodistas que destaparon cómo Iberdrola vaciaba pantanos en Extremadura. Todo encaja. Sí, ya sé que alguien me dirá que soy un demagogo y que el tal Carmona es un prestigioso doctor en Economía y hasta piloto del ejército. Que no se entienda mal, estoy seguro de que la razón de esta jugada son los vastos conocimientos en materia energética de don Antonio Miguel. Por favor, que ningún desconfiado gruñón piense que la causa tenga algo que ver su agenda de contactos y amigos. ¡Qué mala es la envidia!

Por fortuna, en este nuestro país nunca se deja caer a este tipo de hombres y mujeres de enorme valía. Siempre habrá una mano amiga que los fichará cuando su pobre nómina no alcance los cinco mil euros al mes. Y es que los Carmona de turno pueden contar en cualquier momento con un Inda, una Quintana, un Ferreras, un amigo rector de alguna Universidad privada o un consejo de administración, que reconozcan su buen hacer. ¿Qué empresa quiere fichar a un buen profesional cuándo puede tener en su consejo a un político de la calaña de Carmona? El objetivo es hacer pasta y para ello es mucho mejor el último.

Lo mas triste de todo, aunque nada novedoso, es que estos reconocidos y bien pagados fichajes provengan de la cantera de un partido mal llamado Socialista y Obrero. Si el PSOE de Pedro Sánchez no expulsa de sus filas al tal Carmona, demostrará una vez más que aquella renovación desde las bases fue una mentira. No nos engañemos, todos sabemos de dónde han llegado los logros sociales, muchos o pocos, que se han conseguido en esta legislatura. Sin Unidas Podemos, aunque el señor Presidente duerma mejor, la izquierda desaparece por completo del gobierno y los socialistas vuelven por sus fueros. La cabra tira al monte y la rosa al rosal lleno de espinas. ¿Progresistas? Probablemente ¿De izquierdas? No. ¡Pero cómo demonios va a ser de izquierdas el partido en el que militan García Page, Margarita Robles o Nadia Calviño!

El pitufo que escribe estas líneas roza el medio siglo y, desde que tiene uso de razón, o edad para que se me suponga, nunca he conocido un PSOE de izquierdas. Desde los ochenta, sus gobiernos han preferido socios conservadores, como CIU o el PNV y, por supuesto, siempre han claudicado ante las grandes empresas. Con González y con Zapatero, sí también con él, el bien de España se confundía con demasiada frecuencia con los negocios de sociedades privadas. Personajes nefastos como Antonio Miguel Carmona son los que han llevado al PSOE a ese lugar de centro derecha en el que se disfrazan cantando la Internacional. Un partido de izquierdas jamás debe tener entre sus filas a tipos cuya única ideología es ganar dinero a costa de unos supuestos ideales.

Si la derecha, ya sea la rancia o la moderna, pasa del escaño a los consejos de administración lo considero un trasvase normal; al fin y al cabo gobiernan para ellos y a sus votantes, aunque muchos sean parados o mileuristas, les importa bien poco.  Pero cuando los que se jactan de ser de izquierdas caen complacidos en los brazos del Íbex es simplemente una vergüenza. No hace muchos años, allá por el 2018, el mismo Pedro Sánchez, tras el triste intento de la vieja guardia de colocar a Susana Díaz como líder del partido, admitió la existencia de presiones ejercidas por estos poderes privados. ¡Ay, dónde quedan aquellos tiempos en que un casi imberbe Pedrito denunciaba y prometía acabar con estas situaciones! Mi intuición me dice que acabarán en el mismo baúl que la chaqueta de pana de Felipe González, y es que, como ya advirtió Francisco de Quevedo: “Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”.

Pues nada amigos, parece que no hay manera de acabar con estos fichajes de políticos a consejos de administración, ni siquiera con un gobierno socialcomunista y bolivariano. Puertas giratorias, lo llaman. Sinceramente no sé si el término define bien estas conductas pero de lo que estoy seguro es que las únicas puertas que hay en todo estos chanchullos están en nosotros, en nuestra cara de gilipuertas.  

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