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El bailaor trata de aclarar en su cuenta de Facebook el tsunami de críticas que ha recibido merecidamente por su comentarios soeces y ofensivos contra la ciudad y su Festival.

El bailaor flamenco Antonio Canales ha manifestado hace unos días: "No me interesa nada o casi nada de lo que se presenta en el Festival de Jerez", pero añade que "por circunstancias ajenas a este bodrio, voy a intervenir en su clausura". Según cuenta en su perfil público en redes sociales, el Festival de Jerez es un "festivalillo de amigotes, es un tremendo estercolero de animales apestosos" que, además, "no tiene ningún nivel, ni clase, ni criterio", por lo que anima "a la gente a que no vaya". Estas frases, además de su evidente mal gusto, utilizan el viejo esquema de la deshumanización y la animalización. Esto ha sucedido en repetidas ocasiones en la historia, pero el culmen, hasta ahora, lo tenían los jerarcas ideólogos nazis, cuando calificaban a los judíos como chinches, o como ratas apestosas, o como insectos, y esta publicidad martilleaba los oídos y allanaba así los escrúpulos morales para su liquidación, pues "no eran seres humanos".

Cuando se leen las frases de Antonio Canales, calificando, directa o indirectamente, a sus compañeros artistas que vienen al Festival de Jerez como "animales apestosos," y al propio Festival como un "sucio estercolero", es inevitable observar la feroz animalización, y sentir en ellas una elemental falta de respeto generalizada, pues Canales falta a la verdad, insulta a la ciudad de Jerez —que mantiene con un esfuerzo importante y sostenido en el tiempo este gran Festival, cuyos resultados artísticos y de impacto son crecientes, y así lo reconoce el mundo del flamenco y la danza española—, avergüenza a sus compañeros del arte flamenco, mancilla la propia memoria del flamenco y salpica -además- a todo el público que asiste al supuesto estercolero. Por ello, la reacción de la opinión pública en las redes no se ha hecho esperar, condenando las palabras del veterano bailaor y exigiendo medidas para que no vuelva a pisar Villamarta ni el Festival de Jerez.
 
Porque, para colmo, por si no hubiese acudido a la muestra en numerosas ocasiones en sus 21 ediciones, se permite anunciar que vendrá a actuar a este "bodrio" en su vigésimo segunda edición. En la clausura del evento, nada más y nada menos, y como artista invitado del espectáculo de El Carpeta, hermano de Farruquito. La respuesta de la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez —"si no le gusta que no venga"— es correcta, pero se queda muy corta, dentro de los límites siempre de lo políticamente correcto. Debiera cancelarse su actuación, aun si viene como invitado en otra compañía (a la que hará un flaco favor) y, si ello no fuera posible, se podría promover que en el momento en que se asome al escenario del Teatro Villamarta, todo el público presente se levante y se marche, en justa muestra de desprecio a las tremendas descalificaciones que ha recibido el arte flamenco, el Festival de Jerez, todos sus compañeros artistas, el propio publico y la misma ciudad de Jerez, que por cierto acoge con entusiasmo cada año su Festival por lo que significa a nivel de dinamizar su maltrecha economía. Por supuesto, habría que instruir expediente para declararle como persona non grata en el municipio, aunque esta misma tarde haya esbozado una especie de disculpa aclarando que sus críticas iban dirigidas a la organización del Festival de Jerez, no a la ciudad, "a la que quiero y respeto con todo mi corazón". "Que no intenten confundiros la cabeza", ha dicho, después de haber metido la pata hasta el fondo a base de groserías e insultos intolerables para una persona pública de tan dilatada trayectoria.

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