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Supongo que se nos volverá a quedar cara de tontos cuando nos hagan esperar, más allá del verano, a la prórroga e incluso a los penaltis si los acaba pitando la troika.

Todo es hastioso de repetir, hasta la propia Feria. ¿Se imaginan que tras una extenuante semana para el hígado y el bolsillo volvieran el trote de caballos, los trajes de sevillanas, las resacas de rebujito y el martirio del perrito piloto sobre el Real? Ahora, con el estómago virgen de jamón ibérico, serranito y frituras de todas las clases, es difícil decir que no, lo sé. Pero ya me dirán en una semana.

Voy a más. ¿Y si tras los desfiles de vírgenes y cristos, las levantás, los gritos de los capataces y la música sacra entre el remolino de personas y calles del centro, se anunciara una nueva Semana Santa dentro de un mes? Lo sé, en Jerez habría muchos que desearían que estas fiestas no bajaran nunca del calendario. Pero todo acaba hartando, hasta el calor y el tiempo playero que en apenas un día ya ha abochornado a cientos de jerezanos, que ruegan al Dios Sol que caliente pero no ahogue, al menos no tan pronto. 

Pues si toda esta lista produce un atracón sólo al mencionarla, habrá que ver cómo nos sienta ver a los políticos enfundarse otra vez el traje de campaña y desempolvar viejos eslóganes, que suenan a manido como las caras de los candidatos, algunos de los cuales al menos pensábamos que cambiarían. Tan asumido estaba ya desde hace tiempo que la repetición electoral era inevitable que no hay más que ver la resignación con la que ciudadanos y medios de comunicación han acogido el día de la marmota en el Congreso de los Diputados.

Lo peor, no obstante, va a ser contemplar como unos resultados probablemente similares a los de los anteriores comicios conllevarán una esperpéntica vuelta a la casilla de salida. Un retorno que nos mostrará que todos los acuerdos y alianzas de los políticos no eran más que un paripé, un calentamiento de cara al segundo tiempo. Supongo que se nos volverá a quedar cara de tontos cuando nos hagan esperar, más allá del verano, a la prórroga e incluso a los penaltis si los acaba pitando la troika. Pero claro, ahí está la manida frase de Churchill que no tengo más remedio que sacar -una vez más- a colación: "La democracia es el peor de los sistemas, con excepción de todos los demás". Aunque, puestos a repetir eventos, preferiría retomar la jarra de rebujito que depositar -otra vez- la dichosa papeleta en la urna.

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