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Con más de 3.000 personas concentradas en la Puerta de Sol (Madrid), se ha superado a Sidney, que llegó a alcanzar 2.000 Pokefanáticos en su último encuentro.

Este fin de semana se ha batido el récord mundial en la mayor pokequedada de la historia. Con más de 3.000 personas concentradas en la Puerta de Sol (Madrid), se ha superado a Sidney, que llegó a alcanzar 2.000 pokefanáticos en su último encuentro.

Dicha plaza, donde hace cinco años nacía el 15M y cientos de personas se congregaban para hablar de alternativas políticas, cambios y regeneración democrática, ha sido punto de encuentro para los nuevos seguidores de esta app que está creciendo como la espuma.

En plena parálisis política y estado de ingobernabilidad, las calles vuelven a ser el centro de atención, en esta ocasión para cazar monstruos virtuales. Así es, esto que en otro tiempo puede sonar a broma futurista es un presente, demasiado presente, y que ha despertado una gran controversia.

Entre ellos, el polémico director de cine, Oliver Stone, también se sumó a esta ola de detractores identificando la nueva aplicación Pokémon Go con el Capitalismo de espionaje. Además, este guionista reaccionó ante las preguntas de los asistentes durante la presentación del tráiler de su última película, dedicada a Edward Snowden, señalando que ese tipo de juegos nos conducen a una “sociedad robot”, donde el usuario cede una gran cantidad de información privada a Google.

Y es que, las grandes empresas, sin entrar en teorías conspirativas, actualmente invierten en el tráfico y recopilación de datos. Es el precio que pagamos cuando aceptamos las condiciones de descarga de una aplicación. Las multinacionales conocen a través de nuestros movimientos digitales nuestros gustos, intereses, direcciones…, y ese es el precio que pagamos por el consumo gratuito de una app que nos mantiene con la cabeza agachada, y ajenos a una realidad que no es indiferente.

Stone habla de que estas prácticas podrían conducirnos a una nueva forma de totalitarismo, y aunque es un debate de fondo, yo me quedo con esas cifras resonando en mi cabeza, la perversión de ese espacio público, no ya como lugares de conquista para repensar la sociedad en la que vivimos, sino como un encuentro para cazar bichos de colores.

Muchos habrán dejado de ejercer vida pasiva en el sofá de su casa, y otros comenzarán a sociabilizar en torno a un muñeco virtual, pero la realidad es que el capitalismo se alimenta de nuestras debilidades y mientras la juventud se diluye en una realidad virtual, el mundo avanza hacia una inmoralidad acentuada, una alienación permanente y un estado de shock colectivo, de difícil retroceso. 

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