El presidente de la Junta, Juanma Moreno, y el vicepresidente, Juan Marín, durante la firma del protocolo de circunnavegación en Sanlúcar. FOTO: MANU GARCÍA.
El presidente de la Junta, Juanma Moreno, y el vicepresidente, Juan Marín, durante la firma del protocolo de circunnavegación en Sanlúcar. FOTO: MANU GARCÍA.

Los martes y los viernes son los dos días donde más claramente podemos ver y comprobar la diferencia entre una España que trabaja y una Andalucía que sueña. Una España que trabaja con un Gobierno que aspira a mejorar la vida de los españoles y españolas mas vulnerables, frente a un gobierno de Andalucía que sueña con gobernar en España.

Cada martes, tras el consejo de gobierno de Andalucía, podemos ver un orden del día cargado de una nueva terminología administrativa, que hasta ahora no habíamos conocido más que en los oscuros documentos internos sin eco mediático: “se acordado la puesta en marcha de” “acuerdo para que se inicie la redacción de” “acuerdo instando a” “para que impulse la”, “se prevé publicar”.

Esta peculiar técnica político-jurídica representa lo que podríamos denominar “los martes pensamos que sería bueno hacer algo o al menos contarlo”, pero eso siempre que podamos hacerlo y tengamos presupuesto para ello, que nuestro socio del tripartito nos deje y no nos venga mal electoralmente.

Demasiadas premisas por cumplir para poder hacer algo. Si la ciudadanía andaluza tuviera a bien leer el boletín oficial de la Comunidad autónoma, podría comprobar que ni una sola de las intenciones en estos más de dos meses de gobierno se ha consolidado en iniciativa alguna.

El diccionario del nuevo gobierno del tripartito no solo es ineficaz sino también mentiroso, y sobre todo es un gran generador de malas noticias cada martes. El consejero Bendodo, que cada día se parece más a míster Scrooge, del cuento de navidad de Dickens, debería leer la parte en la que termina diciendo “Asegúrate de que Tim recibe las mejores medicinas y que se pone bien” después de haber visto al fantasma de las navidades futuras y su propia tumba.

Pero el aguinaldo soñado no parece que vaya a llegar a Andalucía, “los presupuestos futuros no gustarán ni serán bonitos para nadie”, ya anuncia el Consejero de Hacienda, “las empresas públicas deberán reducir un 5% los gastos corrientes”, anuncia, parece que toco aboca a un nuevo: toca apretarse el cinturón.

Mientras, el propio presidente de Andalucía ya anunciado que "en tres semanas" suprimirá el impuesto de Sucesiones y Donaciones, dejando más que claro para quién gobierna y a quien beneficia. Además, ha explicado que se “ha realizado una auditoría que estará lista en 27 días y que destapará el "caos" del PSOE en estos últimos cuarenta años”.

Los martes no solo es un día para anunciar lo que no se va a hacer, sino un buen día para dar malas noticias del gobierno anterior, que mejor momento que hacer oposición a la oposición. Un periódico de tirada regional lo resumía en una viñeta en la que aparece “el grito” del pintor Edvard Münch con el fondo de la sala de prensa del Palacio de San Telmo.

Y frente a la Andalucía negra, que llora sin lágrimas, y espera la próxima mala noticia de cada martes, la “nueva lista de espera”, cierta o no, al nuevo gobierno, al gobierno del cambio, al gobierno de la regeneración y la transparencia, le empiezan a pasar cosas: se va a Sanlúcar a Casa Bigotes para una cena que termina pagándose a escote por culpa de la prensa política, dimite un delegado porque maneja una sociedad pantalla en Panamá, llora una delegada “porque la junta es muy grande” y “ha perdido la libertad de decir la verdad” y se hacer reina youtuber, y se condiciona la creación de 600.000 nuevos empleos que prometió Moreno Bonilla en campaña, pero “siempre que no esté gobernando Sánchez y sin que el Reino Unido salga de la Unión Europa de modo abrupto”. 

Mientras, en el lado del gobierno naranja, un vicepresidente denominado Juan Marín (el de Sanlúcar) llora por cobrar poco, y la presidenta del Parlamento piensa que si cobráramos más robaríamos menos, vivir para ver.

Y leo el boletín del Estado y lo veo lleno de decretos leyes que se aprobaron el viernes anterior, observo cómo sube el Salario mínimo, cómo suben las pensiones, cómo tenemos derechos de paternidad o como recuperamos las cotizaciones a la seguridad social a las cuidadoras de la dependencia. 

Pero eso si, todo por interés electoral y solo con el propósito de fastidiar al nuevo gobierno que deberá ser, si o si, conformado por PP, Ciudadanos y Vox. Y yo me pregunto ¿y si los ciudadanos y ciudadanas no están de acuerdo con estos planes y deciden votar? ¡Ay la democracia, preciosa palabra!

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