'Spanish revolution of Sánchez'

Una revolución como la de Sánchez debe ser bendecida por los grandes empresarios, por el ejército, la banca, los fondos de inversión y la comunidad internacional occidental (la Casa Real no cuenta, ella sola se está marginando)

08 de junio de 2025 a las 08:48h
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el pleno del Congreso.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el pleno del Congreso. J. J. GUILLÉN / EFE

Chulo el titular, ¿eh? Inglés periodístico. Voy lanzado al Pulitzer, sólo me faltan los enchufes correspondientes como en casi todo premio, medalla o adminículo similar. En mi ciudad de origen si eres muy cofrade y estás bien integrado en el mundo de la fanfarria futbolística, política, caritativa, solidaria, mediática y olé, tarde o temprano te cae una medalla aunque hayas salido en los papeles por no pagar impuestos. Tengo que informarme por tanto qué debo hacer para que me concedan el Pulitzer por ese maravilloso título que encabeza esta nueva entrega de mis inefables textos. 

'Estepaís' y su revolución

He colocado el titular al frente de esta tropa de letras porque es evidente que en Estepaís se está produciendo una revolución social-derechista-nacionalista con un Lenin descafeinado al frente: Pedro Sánchez. Julio Anguita se equivocó comparando al Pablo Iglesias de nuestros días con Lenin, ya tenemos otro Lenin español, sucesor del otro Lenin hispano al que llamaban Francisco Largo Caballero, dicen las malas lenguas que uno de los responsables del denominado golpe de Estado del 34.

Como la Historia no se repite, Lenin, el de verdad, antes que Largo Caballero, llevó a término una revolución de verdad. Largo Caballero lo intentó también a lo bestia, sin buena planificación ni condiciones, y ahora lo intenta Pedro Sánchez, poco a poco, tomando posiciones aquí y allá. Lo está teniendo complicado porque para hacer una revolución auténtica -no un apaño socialdemócrata permitido por el sistema- hay que cascar bastantes huevos y penetrar en las entrañas de los que mandan para de esa forma lograr cocinar la tortilla hispana jamás lograda. Pedro Sánchez aún no manda, sólo gobierna por sí y para sí y la Humanidad, en teoría. Eso no es suficiente. 

La revolución de Sánchez posee además una originalidad extraordinaria: la apoyan los de la democracia cristiana del PNV y los otanistas atlantistas de Junts mientras que la izquierda a la izquierda de Sánchez la verdad es que no sabe qué hacer pero, como cada vez que piensa en el PP o en Vox bebe agua bendita, sigue al menos malo que es Sánchez, una vez desinflada Yolanda Díaz y su séquito de partidos progresistas que al menos en este aspecto son claramente regresistas. Podemos no, Podemos va a su aire y hace bien, así no le ocurrirá como al PCE que de tanto arrimarse al PSOE se quemó. Eso sí, tendrá que engancharse a la revolución, lo cual sería un milagro, no le ocurrió ni al mentado Lenin bolchevique soviético.  

En definitiva, los soldados con los que cuentan los ejércitos que se enfrentan en la Spanish revolution of Sánchez son, según los votantes de las elecciones de 2023 y las confusas alianzas posteriores, los revolucionarios: PSOE+Sumar+ERC+Junts+Bildu+PNV+BNG= 12.500.000 combatientes, números redondos. Los resistentes: PP+Vox= 11.300.000, números redondos, asimismo. Si sumamos los soldados y soldadas de Coalición Canaria (CC) a los resistentes tenemos unos 100.000 combatientes más. Las fuerzas están muy igualadas. Al rey no sé dónde ubicarlo, habla poco.  

Una revolución no bendecida 

Una revolución como la de Sánchez debe ser bendecida por los grandes empresarios, por el ejército, la banca, los fondos de inversión y la comunidad internacional occidental (la Casa Real no cuenta, ella sola se está marginando). Y ahí está el escollo. O los escollos. Junts y el PNV, por ejemplo, son derivaciones empresariales de postín. Lo que quieren es que no tengan que rendirle cuentas a Madrid, quieren controlar su territorio, sus negocios y por tanto sus dineros, eso se llama confederación o, más rotundo todavía, independencia. Y como contemplan una historia detrás logran los votos del corazón (si no tienen historia se la inventan como aquí en Andalucía hemos inventado Al-Andalus y hasta me acuerdo de cuando me dijo un enterado que, como los vándalos estuvieron en el sur de la península, Andalucía se derivaba de Vandalucía). Aún quedan descendientes de aquellos vándalos. 

La revolución sanchista -no de Sancho Panza, el nuestro es un maniquí que con su sola presencia y voz gana votos, digo esto por envidia cochina-, pues su revolución -decía- va penetrando lentamente, con una dinámica que parece medida. El líder oficial de los empresarios, Antonio Garamendi, ha sido criticado por medios de derechas comoVoz Pópuli. Jesús Cacho ha escrito bajo el título Garamendi o cómo blanquear al PSOE sin que se note: “Antonio Garamendi Lecanda, 67 [años], ha soltado amarras. Cualquier dependencia de los Botín, Fainé, Sánchez Galán y demás familia se ha relajado o ha desaparecido. Se ha convertido en un burócrata que opera con total autonomía y no responde ante nadie. Un compañero de viaje del Gobierno de Pedro Sánchez, uno de esos tontos útiles que los tiranos suelen exhibir como un trofeo ante quienes cuestionan su poder”.

Garamendi se asigna un sueldo de 400.000 euros y hace su papel de estar contra la subida del SMI y la bajada de las horas de trabajo, pero ya ven lo que escribe un reputado periodista en teoría “de su bando” quien nos explica además la contestación interna que brota desde la misma clase empresarial, en especial desde la pequeña y mediana empresa. O séase, que Sánchez tiene bastante metido en cintura al jefe de los empresarios, algo a pesar de todo con escasa importancia porque, en efecto, Garamendi es un funcionario de superlujo, ya quisieran los funcionarios máximos de UGT y CCOO -a los pobres los llama la fachosfera “comegambas”, algo que no es nada especial desde que los langostinos vienen de todas partes-, ya quisieran cobrar lo que Garamendi. ¿Qué harían en España los sindicatos y las organizaciones empresariales sin el apoyo del dinero de todos nosotros, sólo con el de sus afiliados? 

Si Jesús Cacho tiene razón, algo es algo, la revolución cuenta con amigos empresarios, de poco peso, pero amigos. La mayoría de la patronal está jodida con una revolución que le endosa tantos impuestos y burocracias para poder atender a los proletarios de todas clases, como corresponde a una revolución que se precie. Y es que nuestro Lenincito no se entera: a los pudientes no se les imponen dádivas y menos tan cuantiosas sino que hay que quitárselas o bajarlas para que así se animen a invertir, ahí está Madrid y dicen que Andalucía aunque me van a perdonar pero aquí abajo en el Sur no veo yo gran efecto al menos a mi alrededor, otra cosa son las cifras oficiales que dicen lo que les ordenan que escriban. Aquí no sobran impuestos sino que faltan buenos y grandes empresarios, por ejemplo, empresarios que no vendan sus empresas a los de fuera en cuanto les vaya bien sino que prosigan en el empeño de ser más grandes. Y que no cierren sus pymes para irse al Rocío. 

¿Empapelarán a Sánchez?

La banca es otra cosa. Sánchez se está metiendo por medio de la fusión por absorción entre el BBVA y el Sabadell. Eso sí que es raro, parece como si don Pedro se creyera que de verdad manda. Puede mandar en mí que no soy más que un verso suelto a punto de jubilarse, pero en los mentados imperios no señor. Siguen directrices de la UE que desea bancos grandes para competir con los de los chinos y gringos. Claro que -dicen en la fachosfera- como nuestro revolucionario siga así se va a perder del todo la confianza y nadie va a invertir en Estepaís. Sin embargo, aquí hay que tener en cuenta que sus aliados de Junts quieren un Sabadell libre. Los vascos no tengo noticias de que se estén quejando abiertamente, claro, son los ganadores… 

De todas maneras, ojo al dato porque el asunto no es baladí. A Sánchez le puede caer la mundial en el futuro, incluso no se descarte que acabe ante un juez y luego pase a la sombra un tiempo, lo cual lo convertiría en héroe. Todo depende del pueblo de Estepaís y de, si pierde la Moncloa, cómo vayan a interpretar los que lleguen el intento de revolución en que está empeñado. Creo que el PP no tiene agallas para eso, para empapelar a Sánchez, las tendrían Ayuso y mi amada Cayetana Álvarez de Toledo y por supuesto Abascal pero no la derechita ésa que ni sube ni baja. No es que sea cobarde, es que no sabe lo que es, en el fondo padece sentimiento de culpa, sabe que los tiempos han cambiado pero si cambia ella mucho le da más terreno a Vox. La gente tiene miedo y está harta, de ahí que se sienta atraída por la contundencia de Vox.

El peor periodismo

Digo que la resistencia contrarrevolucionaria de la banca no es baladí por lo siguiente. Sánchez está en el poder coyuntural al que pretende convertir en estructural ocupando parcelas donde se reparte de verdad el bacalao; también mediante pactos legales y con las bendiciones del Constitucional. No existe corrupción en su partido ni en él porque aquí mientras no lo digan los jueces no hay nadie corrupto, otra cosa es la manipulación mediática que simplifica las cosas y lleva a cabo juicios paralelos, lo mismo que los medios que se consideran progresistas proyectan los suyos. La mala política se mete en todo, lo de “presunto” lo conserva o borra el cerebro según la cultura que haya asimilado, el periodismo no debería ser así, pero nos ha tocado vivir el periodismo menos periodismo que he conocido. Lo ha habido ya pero no con tanto griterío. Recuerden el pacto entre varios periodistas de renombre para cargarse a Felipe González. Y se lo cargaron. 

Lo que quiero decir es que Sánchez es un presidente legal, si a alguien no le gustaba no se ha notado mucho en las elecciones de 2023 en las que ya se sabía de lo que iba. Mediante acuerdos parlamentarios y apaños legales varios más un claro romance con el decreto ley y el BOE ahí lo tenemos, comiendo de la mano de la derecha independentista en lo que sus periodistas más pesebreros llaman “pacificación” de las zonas díscolas, una pacificación a la que jamás he visto acompañada de las palabras de los sublevados: “renunciamos a la independencia”. Para colmo, zonas que no eran díscolas se están encolerizando y ahí está García Page diciendo que por culpa del Lenin monclovita se puede quedar él sin dominios. A nuestro Lenin le ha salido una especie de Trotsky que disiente de su revolución.  

La dictadura del mercado

Si Sánchez es un presidente legal, por muy indeseable que lo vean muchos, ¿a qué vienen esas amenazas de la banca y de los inversores de irse de España como siga con su revolución? Pues muy sencillo: vienen a que en el fondo de la dictadura posmoderna de Sánchez habita la dictadura del mercado, la de siempre, la de como no hagas lo que quiero me importa un pepino que tu gobierno sea legal, yo me bajo en la próxima y ya te arreglarás como puedas.   

Por eso les hablaba al principio de los huevos que Sánchez debe romper. Y hay más resistencia a su revolución. Yo me alegro de que no progrese porque a mí me parece que así no se hace una revolución, que lo que está pasando es parecido a una tragicomedia. Pero no cabe duda de que hay un sector judicial y otro perteneciente al cuerpo militar que desea evitar la revolución bolcheviquita. Y también lo está haciendo con todas las de la ley. 

El ministro Bolaños ya está tomando cartas en el asunto para seguir con la revolución: fuera los jueces con toga de barro y a renovar el patio judicial a su favor. Ahora falta que Marlaska y Margarita Robles echen una mano con los cuarteles y los servicios secretos. Lo van a tener complicado. Hay mucha gente encabronada y, en el hipotético caso de que la revolución salga adelante, habrá que formar esa nación de países, esa confederación que puede ser lo que necesite Estepaís, pero que no es peccata minuta. La pregunta es obvia: ¿qué precio estamos pagando y tenemos que seguir soportando por todo ello? Es para saber si trae cuenta o no.

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