Ya no me gusta la Feria de Sevilla que empezó ayer. ¿A quién le importa que a mí no me guste la Feria de Sevilla? A nadie. Entonces, ¿por qué narices lo digo? Porque conozco a personas como yo que se sienten raras ante los demás, a ellas tampoco les gusta la Feria de Sevilla; unas personas que carecen de tribunas para expresarlo o bien sencillamente tienen miedo de hablar con libertad. Se sienten como inferiores por aquello de que Vicente no va donde va la gente. ¿Qué y cuánta gente? Si contamos el área metropolitana, que es ahora necesario, Sevilla alberga 1,6 millones de habitantes. ¿Todos van a la Feria? ¿La mayoría? No lo creo y, si así fuera, ¿qué pasa? Nada. El mundo lo conducen las minorías que son las que deciden por dónde hay que ir y al mismo tiempo se pelean entre ellas. El mundo de hoy es esa muchedumbre solitaria de la que hablaba el sociólogo y psicólogo estadounidense David Riesman. Nada nos ha aislado y al mismo tiempo comunicado tanto a los humanos hasta ahora como la sociedad digital con su hiperinflación de postureos hiperdiversos. Vivimos en el gregarismo solitario.
Desde hace bastantes años tengo claro que el sevillano es un fingidor. Después de la Feria de Sevilla llega la de Jerez y luego la Romería del Rocío. Tal vez el jerezano y el andaluz en general también sean unos fingidores de alegría e incluso hay quien necesita demostrarlo cuando está fuera de Andalucía o dentro, forzando innecesariamente el acento andaluz hasta el ridículo. Pobre gente. A base de cargarles desde el exterior un estereotipo han terminado por creérselo y adoptar el papel de graciosos como seña de identidad.
No pocos intentan castellanizar su modo de hablar y abusan de eses inventadas para disimular su forma de comunicarse oralmente y acercarse a quienes se tienen por superiores. Basta con escuchar a estos finolis acomplejados para comprobar que, efectivamente, fingen, pronuncian eses falsas pero en el transcurso de su intervención se observa perfectamente como al mismo tempo las aspiran. En efecto, son unos fingidores que habitan en lo mejó der mundo. Mientras piensen así no dejaremos de ser el trasero de Europa.
Seguimos empeñados en bailarle a los demás para divertirnos y divertirlos. No hay nadie en la Feria de Sevilla que aparezca en la televisión para decir que se lo está pasando mal, que está harto de sufrir calor, del ruido, de ir de caseta en caseta, de aguantar niños y cacharros de la calle del Infierno con sus altos precios, de follones, de polvo, que está harto de estar harto pero que como está pagando una caseta todo el año allí tiene que estar porque le gusta a la parienta o al pariente. La subida de precios que arrastramos a partir de 2022 provoca que los gastos del Real durante la Feria se eleven todavía más, desde el coste del alumbrado, el montaje y los grupos musicales hasta las cuotas de los socios y las consumiciones. En definitiva, la Feria de Abril 2024 será la más cara de toda la historia de Sevilla.
Vivo en una maravillosa ciudad que reza, baila y progresa como una tortuga a pesar de ella misma, gracias a miles de sevillanos que trabajan en la sombra. Sevilla posee un promedio de más de una cofradía al día en todo el año si contamos la cantidad de procesiones que asoman su estética los 365 días. El Domingo de Resurrección por la mañana pasea por sus calles -este año no ha podido ser por la lluvia- a un Cristo resucitado y por la tarde mata a seis toros en la Plaza de la Maestranza que ya no resucitarán nunca. La fiesta de los toros por mí que la dejen, es de mucho interés antropológico y es la gente la que tiene que abandonarla, no prohibirse por decreto. Ahora bien, eso no quita para que afirme que lo que más me gusta del rito son dos factores: la dignidad del toro hasta su muerte y el hecho de que mientras corran toros bravos por el campo no levantarán casas adosadas en las que jugar a ser ricos sustituyendo árboles y yerba por cemento.
La muerte de los toros anuncia la Feria. En los medios de comunicación no suelen aparecer negacionistas de la Feria. La dinámica es otra. Mientras más gente venga a Sevilla, mientras más sevillanos y no sevillanos acudan al Real y antes a las tiendas, más dinero ganan las empresas y hasta sus trabajadores. Mientras más ganen las empresas y mientras más empresas se lucren gracias a la Feria, más publicidad para los medios de comunicación, ¿cómo herir ni siquiera con un rasguño a la gallina de los huevos de oro que cacarea en lo mejó der mundo?
Las críticas han llegado a veces desde Málaga, esa ciudad que crece porque Sevilla creció y porque tiene un gran alcalde, de lo contrario seguiría enfrascada en la crítica contra Granada que ha mantenido durante años. Desde los prolegómenos del 92 le tocó a Sevilla el coñazo y ahí sigue. En realidad, toda Andalucía carga contra lo mejó der mundo que, a su vez, pasa de todo que para eso es lo mejó der mundo. Como se sabe, no existe Andalucía sino las Andalucías. Andalucía no se puso de acuerdo toda ella ni en tiempos de Blas Infante y así sigue a pesar de que necesita un partido andalucista estilo PNV, pero el PNV se deriva de un segmento social que no se dedica a la farándula entre Sevilla y Madrid sino que posee sus grandes industrias, bancos, escuelas, gobernantes y universidades.
Según Málaga y otras localidades andaluzas, la Feria de Sevilla es elitista porque hay que tener caseta propia donde bailar. De algo similar acusaban a Jerez y su feria de mayo y se asustó, comenzó un proceso de popularización. Mal hecho, las ferias de Sevilla y Jerez deben ser elitistas para poder disfrutar de un buen paseo de caballos, auténtico y tradicional, con carretas de caballos enjaezados para que nuestros señores, señoras y señoritos más las señoritas paseen sus palmitos y el de sus invitados, para que se hagan negocios en las casetas, a ver si Sevilla deja de contener los barrios más pobres de España.
El presunto elitismo de Sevilla no evita que quien esté al loro entre en una caseta donde disfrutar y repostar, quien tiene un amigo o conocido acaseteado tiene caseta y, si no, las hay públicas e incluso singulares como la histórica La Pecera, del Partido Comunista de España, donde uno puede tomarse un rebujito rodeado por banderas republicanas y rojas más fotos de Marx, Fidel Castro, Hugo Chávez o el Ché Guevara. Con Lenin y Stalin creo que no se atreven ya ni los comunistas, pobrecitos, quien renuncia a su historia acaba mal y mal ha acabado, ahogado en Sumar; si Pepe Díaz, Pasionaria, Ignacio Gallego, el “comandante” Juan Antonio Romero, los hermanos Benítez Rufo y hasta Enrique Líster levantaran la cabeza... A Carrillo no le extrañaría.
Creo que cuando era alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín o Zoido, no me acuerdo, ya se dijo que la Feria de Sevilla es la Feria de Sevilla, bienvenidos sean los que acudan a ella, pero es la feria de la ciudad de Sevilla y los sevillanos se las avían para pasarlo bien menos los que lo pasamos regular y nos angustiamos que somos los esaboríos.
A pesar de que soy uno de los esaboríos a los que no les gusta el evento me atrevo a decir que si se persigue tanto que Sevilla sea una urbe para darle birras y apartamentos a los turistas mientras nuestros jóvenes se quedan sin techo ni curre made in siglo XXI y veo a un sólo camarero o camarera joven corriendo como un gamo para servir numerosas mesas a la vez… Digo que si queremos seguir siendo una ciudad de camareros mal pagados con un 22 por ciento de paro, con tranvías y metros que se eternizan, con infraestructuras de nunca acabar y con un puerto deficientemente explotado para que no se enfaden ni en Huelva ni en Cádiz ni los ecologistas, entonces hay que sacarle más partido a la feria como escaparate de la ciudad y atracción de inversiones extranjeras de alto standing.
Hala, esos millones para invitar a gente de verdadero postín: actores, actrices, cantantes y otras gentes del espectáculo, universales, como en su tiempo venía Ava Gardner a los toros, etc. A ver, esa invitación para Jeff Bezos, Elon Musk, Bill Gates y su aliado Warren Buffet -tal vez éste no pueda acercarse, por su edad-, a ver si Felipe González se trae a su asesorado Carlos Slim; hay que llamar a Larry Ellison, incluso a los árabes de la mayor empresa mundial: Aramco. O a los chinos del conglomerado Tencent, milmillonarios privados encabezados por Ma Huateng que están unidos a los gringos del J.P. Morgan Chase y a los sudafricanos de la firma de comunicaciones Naspers. No se les invita para que edifiquen más superficies comerciales -¡por favor!- sino para que haya que agrandar el parque tecnológico de La Cartuja o edificar otro parque tecnológico más.
Si el gobierno central lo permitiera hasta nos podrían construir las líneas 2 y 3 del metro antes de que yo me muriera. Eso son ya palabras mayores, exigen que España sea lo que debe ser: una federación o confederación de estados libres para captar inversiones por su cuenta y riesgo. Creo que para ser un esaborío al que ya no le gusta la Feria después de haberla vivido a tope -con guitarra y todo- he servido para algo, que este alcalde pepero que tenemos me gusta, por el momento, pero es sosito y creo que hay que echarle una mano sin peloteos. El PP siempre dice que se quiere acercar a todo el personal que pueda, incluso a los rojos desactivados como servidor. Otra cosa es que este que firma se quiera acercar al PP.
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