La coronificación

El espíritu monárquico defiende la idea de una superioridad natural de determinadas elites sobre el resto de la sociedad

Una imagen de televisión, difundida en Twitter, de la coronación de Carlos III, el pasado sábado.
Una imagen de televisión, difundida en Twitter, de la coronación de Carlos III, el pasado sábado.

Este pasado sábado se vivió en Londres la coronificación de Charles III y, como sábado en la tradición antigua, se cambió de muda, para lo cual lo rodearon de paravanes para que el mundo no tuviera que contemplar sus pieles caídas, lo que hubiera restado mucha eternidad simbólica al nuevo rey.

Coronación es la acción de coronar y coronificar sería la acción de, en coronando a alguien, hacer proclive y favorable a la coronación a la mayor parte de personas, haciéndolas sentir que ellas también están siendo coronadas. Una forma de petrificar, mediante la repetición y los fastos, simbólicamente casi sobre humanos, la idea favorable a la monarquía en la sociedad: al espíritu monárquico, el espíritu contrario al espíritu republicano. Me explico. El espíritu republicano persigue la idea de la libertad, igualdad, la fraternidad y una justicia igual para todøs basada en una ley igual para todos. El espíritu monárquico defiende la idea de una superioridad natural de determinadas elites sobre el resto de la sociedad.

La coronificación se celebró, sobre todo, en las retransmisiones televisivas, donde no faltaron historiadores orgánicos ni títulos nobiliarios, en un país donde, tras la II Guerra Mundial, quedaron como un recuerdo en el apellido o en la oficina del catastro: Alemania. Hubo que tocar el tema de las manifestaciones anti monárquicas y la nueva Ley de Policía, en Reino Unido; todo quedó resuelto con que el nuevo rey no estaría de acuerdo con esa nueva legislación. El hecho sería , parece, según informaban desde Londres Alexander Mühllauer y Michael Neudecker para el Süddeutsche Zeitung, que “quien no quiera saber nada de la coronación será detenido antes de poder manifestarse”.

Del rey se dijeron cosas como que es un hombre sensible y yo me preguntaba sobre cuánto conocerán al rey esas personas que así hablan, de una familia que sigue sin pagar los impuestos que le corresponderían. Al mismo tiempo que los manifestantes, si llegaron a serlo, quedaban desacreditados en una minoría, poco menos que ridícula, aplastada metafóricamente por la muchedumbre que salió a disfrutar de los desfiles incluso bajo la abundante lluvia. Se defendía la idea de que era absurdo oponerse a una especie de realidad natural cuya mayoritaria representatividad estaría en 62 millones de pintas de cerveza, decenas de miles de personas en las calles o unos 20 millones de personas que hubieran visto la tele ese día. Reino Unido tiene 67 millones de habitantes.

El aspecto humano estuvo también presente con la sensación que produjo la llegada del hijo pródigo a Londres, el príncipe Harry, los bostezos y otras travesuras del nietito del rey o las muchas imágenes de familias enteras en fiebre celebratoria, a pesar de la lluvia. Desde hace varios días, quizás semanas, reportajes sobre los proyectos ecológicos del rey Charles, el amor frustrado hacia Camila que sufrió por culpa de su matrimonio con Diana, y que finalmente pudo vivir. La asistencia a la iglesia, que no al balcón, de Harry sería una pequeña puerta abierta a la reconciliación de la familia real británica. Y sí Harry hubiera estado muy traumatizado por la muerte de su madre, ¿a cuánta gente no se le ha muerto la madre? ¿Sigue sin gustar que Harry dijera lo que dijo o es todo teatro?

No faltó, tampoco, el elemento plurirreligioso, con la presencia en el altar de un cardenal de Roma y un patriarca ortodoxo. Como no faltaron los interminables desfiles militares, tan unidos en casi todas partes a las celebraciones del Estado y la patria. Ni faltó la espada en el altar ni su bendición.

Todo eso, que ya pasó, pasó pero ha quedado escrito en la memoria y en el alma de millones de personas en todo el mundo. Los países que no acudieron con sus mandatarios ya se sabe; Estados Unidos de América es otra cosa, que envió a la esposa de su presidente. Y la reina de España llegó con un sombrero que podía recordar el sombrero en forma de cono típico de China y otros lugares de Asia.

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