La clausura de la Bienal de Cante: desde la perspectiva de "esa tal"

Leo con cierta tristeza pero sobretodo sorpresa la opinión publicada en lavozdelsur.es y escrita por el señor Juan Herrera Salazar. Como parte de la organización y por alusiones, no puedo no contestar con mi propia opinión

Lola Vallespí (izquierda), coorganizadora de la Bienal de Cante junto a Mario González (derecha), con los ganadores del concurso 'El cante en rama'.
Lola Vallespí (izquierda), coorganizadora de la Bienal de Cante junto a Mario González (derecha), con los ganadores del concurso 'El cante en rama'.

Leo con cierta tristeza pero sobretodo sorpresa la opinión publicada en lavozdelsur.es y escrita por el señor Juan Herrera Salazar. Como parte de la organización y por alusiones, no puedo no contestar con mi propia opinión.

Sabemos que tuvimos problemas con el emplazamiento de las sillas y que nos faltaron unas 40 unidades cuando el espectáculo estaba a punto de empezar. Como organización responsable, pedimos disculpas. Como organización responsable, pusimos a todo nuestro equipo a solventarlo, sentamos a todo el mundo que no tenía silla en menos de 20 minutos, y el propio promotor del evento puso a su disposición, señor Herrera, las hojas de reclamación y se disculpó con usted en persona. Como organización responsable, reiteramos la petición de disculpas allí mismo y en nuestras redes en ese mismo momento. Y como organización responsable, el propio promotor del evento, Mario González, se colocó en la puerta de salida al finalizar el evento, para que cualquier persona que quisiera comentar la incidencia con él pudiese hacerlo directamente y en ese momento. Lo que se llama “dar la cara”.

Pero este artículo no quiero escribirlo como parte de la organización. Este articulo lo escribo como “esa tal”, que es el nombre con el que se me menciona en el suyo. Y puesto que su artículo me menciona con familiaridad y cercanía, me permitirás que yo te tutee.

Ante todo, me gustaría poder darte mi perspectiva del evento de clausura, tal y como yo lo viví. Porque creo mucho en los beneficios de la empatía. Quizás si te comento mi experiencia esa noche, consiga hacerte entender por qué tardaste unos 20 minutos en poder sentarte y por qué quizás te cansamos con nuestros agradecimientos.

Lo primero es darte las gracias. Darte las gracias por comprar tres entradas de zona roja. Como bien dices, las más cercanas al escenario y las más caras. Exactamente, 15 euros cada entrada. Gracias por querer asistir como público a disfrutar de Jesús Méndez y de Diego del Morao, además de los artistas que los acompañaron, como El Bo. No le estoy quitando importancia al hecho de que no os pudieseis sentar al entrar. Pero ya que estamos argumentando, aprovecho para puntualizar el nivel artístico del espectáculo que como bien dices costaba, la entrada más cara, 15 euros.

Una apuesta del promotor para hacer accesible el espectáculo a todos los bolsillos y situaciones. Y además con descuentos para algunos colectivos como desempleados, personas mayores, cursillistas y niños. Precios y descuentos que no veo en otras propuestas culturales de la ciudad a pesar de ser eventos impulsados desde la iniciativa pública y parcialmente financiados con nuestros impuestos. No sé si también los tuyos. Pero con los míos sí.

Lamento mucho que tuvieseis que esperar media hora para entrar. Ojalá hubieseis podido acceder con más rapidez. Pero de todas formas, me sorprende que a alguien habituado a consumir cultura como tú le suponga un inconveniente muy relevante una espera de media hora. Por mi experiencia es algo habitual en muchos espectáculos, conciertos, museos y hasta para entrar en el cine los domingos por la tarde en muchas grandes ciudades como la tuya y la mía. No le quito importancia. Podría haber sido más rápido, estoy contigo. Pero gracias a “la pobre chica” de la taquilla a la que mencionas en tu artículo, solo fue media hora.

Tuvimos problemas con las conexiones a internet y el proceso fue más lento de lo deseado. Tan solo media hora. Y vuelvo a las comparaciones odiosas: en la fiesta de la Bulería del año pasado, en la que creo recordar que formabas parte del equipo de dirección artística de la primera noche, la noche del sábado hubo colas de más de una hora. La cola alcanzaba casi la plaza del Arenal. También hubo problemas de internet, creo. Y, por suerte, las personas que estaban en la taquilla lo solventaron con diligencia y tranquilidad, tal y como lo hizo nuestra “pobre chica” de la entrada. Que por cierto es una gran profesional y gran persona. Ni chica. Ni pobre.

Ese sábado 25 de agosto del año pasado, el espectáculo empezó con más de media hora de retraso pero valió la pena. Curiosamente y qué casualidad esa noche también actuaba Jesús Mendez, pero desde luego las entradas no estaban a 15 euros en las primeras filas.

Volvemos a excusarnos por el problema de las sillas porque efectivamente al principio faltaron. Cometimos el error de no controlar más y mejor el acceso entre las diferentes zonas. Sí que estaban las zonas separadas por vallas, pero algunas personas las rodearon. Pero tienes razón, nos faltaron sillas y personal. Si no viste a los acomodadores al entrar fue porque ya estaban colocando sillas en otras zonas y sí, es verdad, no llegamos a todo. Espero que no te encuentres nunca en esa situación. En defensa de la organización diré que lo hicimos con toda la buena fe del mundo. Porque no quisimos dejar a acompañantes de invitados ni a público que venía de lejos en la puerta. Este es nuestro aprendizaje y forma parte de esos fallos que “esa tal”, o sea yo, mencioné allí en directo y en persona, desde la humildad de quien sabe que se hubiesen podido hacer las cosas de otra manera para evitar estos inconvenientes.

Mencionas que el público que estaba sentado en la zona roja era mayoritariamente masculino —me parece una mención curiosa, sobre todo porque al ver las fotografías yo no lo veo así— y mencionas que era de la organización. No es así. Los invitados de la organización estaban en las zonas laterales y en las dos primeras filas. El resto eran personas que como tú habían comprado su entrada. Siento que en lugar de solidarizarse contigo durante tus protestas, el resto del público fuese más bien crítico con tus quejas y te pidiera silencio. No eran de la organización. Quizás eran tan solo público que sí quería escuchar nuestras disculpas y nuestros agradecimientos.

Mis disculpas de nuevo por “darte la brasa”. No somos presentadores profesionales y por lo que dices tampoco buenos comunicadores en el directo. Lo que sí puedo asegurarte es que hablábamos desde el corazón, aunque lamentablemente nuestro corazón no te llegó. No era nuestra intención ser tan exhaustivos en los agradecimientos. Pero lo hicimos por dos motivos. Uno: para no empezar el espectáculo antes de que todo el mundo pudiese estar sentado. Nos parecía una falta de respeto hacer ruido con las sillas mientras Jesús estuviese cantando. Dos: porque teníamos muchas personas y organizaciones a las que agradecer su ayuda. Como bien dices, hablamos de ilusiones, de sueños, de proyecto colaborativo y de compromiso. El compromiso y esfuerzo de muchas personas y muchas organizaciones, de las más grandes a las más pequeñas, que nos ayudaron para hacer realidad esta Bienal de Cante. Y no queríamos dejarnos a nadie. Y, por suerte, hemos tenido muchos apoyos.

Yo, “esa tal Lola”, soy parte de la organización, y al igual que muchos otros, he invertido tiempo y esfuerzo, de forma totalmente altruista, solo por el hecho de poder poner en valor nuestra cultura y nuestra herencia. Imagino que ya sabes que no he nacido aquí. Pero como tú, estoy tan vinculada a esta tierra que ya es la mía, que me permito hablar de “nuestro” cante y “nuestra” herencia. Discúlpame si nuestro discurso se hizo largo. Otro aprendizaje. Pero insisto: no queríamos olvidarnos de nadie y queríamos compartir con el público los motivos que nos llevaron a iniciar este proyecto.

Personalmente me sabe mal que tuvieses que esperar media hora, que no encontraras sillas al entrar y que nuestro discurso te pareciera una brasa. Son apreciaciones personales que respeto y de nuevo, disculpas por tu mala experiencia. Pero permíteme que yo también me moleste por tu mención de mí como “esa tal”. Eres periodista y debería haberte sido fácil encontrar mi nombre completo y mi posición en la organización de la Bienal de Cante. Aprovecho estas palabras y me presento: Lola Vallespí. Coorganizadora. Dedicada a la consecución de partenariados y a la coordinación de las actividades complementarias y divulgativas de la Bienal como las conferencias, los talleres, y el concurso de cante. Una simple búsqueda por internet te hubiese llevado a mi apellido.

Me preocupa especialmente el “esa tal” y ojalá sea porque no lo encontraste a pesar de tu experiencia o no lo buscaste por desinterés. Tu “esa tal” y tu “pobre chica” me llevan a un terreno sensible, a veces imperceptible, encubierto y disimulado. Quizás no acierto, y simplemente ha sido por desinterés y efectivamente eres el caballero que demuestras, cediendo la primera silla que conseguiste a tu señora.

Acabas tu artículo mencionando que la del pasado domingo fue tu peor noche en Jerez en 17 años. Si esta apreciación no es fruto de una emoción momentánea, te felicito. Porque si en 17 años, tu peor noche en Jerez finaliza rodeado de todo un aforo en pie, emocionado por el cante de Jesús y por el toque de Diego, creo que puedes considerarte muy afortunado.

Y reitero que: no deseo quitarle importancia a tu mala experiencia. Debemos mejorar como organización. Pero si en próximas ocasiones, deseas extender tu malestar, por favor, recuerda mi nombre.

Carta al director de Lola Vallespí, coorganizadora de la I Bienal de Cante de Jerez.

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Comentarios (1)

Julio G. Pérez Hace 1 año
Madre mía, qué truño de carta para justificar la incompetencia. Al final, tanta parrafada para terminar diciendo que lo hicieron mal en varios frentes. mira tú. Si el esfuerzo puesto en escribir esta carta y en atacar a Juan Herrera por todos los frentes posibles, lo hubierais puesto en hacer bien vuestro trabajo, no os veríais en la tesitura de tener que justificaros. Tres años han pasado de este escrito, y sigue coleando el grado de ineptitud que supura cada línea. Lola, leches, aprende
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