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"De diario, en pleno centro, se instalan dos mesas en las que se hace proselitismo del islamismo. Una ofrece el Corán en inglés, la otra defiende la separación entre islam y terrorismo".

Pasear por el centro de Birmingham te permite comprobar que Europa nunca volverá a ser la misma. Es un sentimiento que se reproduce en las calles de la mayor parte de las grandes ciudades europeas. La homogeneidad racial y cultural de las urbes del Viejo Continente es historia.

En algunos barrios es evidente que la raza negra es mayoritaria, pero el crisol de colores y tonos de piel y de pelo muestran una realidad muy distinta a la que se vivía en estas ciudades hace medio siglo. En una generación las calles blancas y cristianas se han convertido en multicolores. Personas de origen subsahariano, latino, hindú, paquistaní, árabe, báltico, anglosajón, sudamericano, mongoloide o magrebí conviven en una ciudad muy compleja. No se trata de turismo, se trata de habitantes de Birmingham de distintos orígenes y contextos.

Y de distintas religiones. El autobús 11A que te lleva desde el estadio de Villa Park hasta Sally Oak recorriendo los suburbios de la ciudad te permite comprobar cuántas religiones cohabitan en Birmingham. Frente a un negocio de productos bálticos encuentras una mezquita, un poco más allá una iglesia metodista, otra de los testigos de Jehová, las anglicanas, alguna presbiteriana, una mormona, otra adventista y una ortodoxa. A eso se suman los sijs y sus tradicionales pañuelos o las túnicas naranjas de algún monje budista.

Pero, de todo, lo que más destaca al visitante a Birmingham son los musulmanes. No en vano el 22% de la población de Birmingham profesa esa religión. De diario, en pleno centro, se instalan dos mesas en las que se hace proselitismo del islamismo. Una ofrece el Corán en inglés, la otra defiende la separación entre islam y terrorismo. El islam es una religión de paz, pregonan ambas. No es de extrañar. Un poco más allá un cartel del Ayuntamiento reta a denunciar a cualquier sospechoso de radicalización terrorista. No hay que olvidar que Birmingham era el lugar de nacimiento de algunos de los últimos terroristas islamistas que operaron en Gran Bretaña.

También por el centro contemplas muchos hijab y algún niqab. Nada comparado con un paseo por el barrio de Moseley en el que las mujeres musulmanas vestidas con niqab negro son mayoría. Mi personal defensa de la libertad de elección de esas mujeres se quiebra cuando se abre la puerta de la Woodstock Girls' School. En su fachada un cartel garantiza una educación moral para las niñas; dentro varias pequeñas que difícilmente superan los 10 años visten como sus madres y sus abuelas, chador negro en unos casos, niqab en los menos. Y el alma de quien no está acostumbrado a ver eso, de quien cree que las niñas deben correr libres con esa edad, se cae a los pies.

La diversidad de las nuevas ciudades europeas plantea muchos retos. Gestionar la heterogeneidad es mucho más difícil que gobernar la homogeneidad. Por eso, aún hay muchos nostálgicos de los tiempos de la uniformidad. Pero de ellos habrá que hablar en la próxima carta.

 

 

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