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No tiremos guarrerías a la musa galante de Paco Alba. Nos partimos el pecho con nuestra Caleta, pero qué cantidad de porquería le dejamos a la pobre.

Que La Caleta es bonita lo sabe hasta el cuarteto de Rota desde hace tela de años. Ese típico atardecer caletero engalana con su belleza estancos y tiendas de souvenir para embobe de foráneos. En La Caleta, octava maravilla del mundo para viñeros muy viñeros y gaditas muy gaditas (¿se puede ser gadita sin sentirse viñero aunque no se haya nacido en la Viña?), ondea la bandera azul, ole ahí su toto, que se otorga a las playas según criterios de “calidad de las aguas de baño, información y educación ambiental, gestión ambiental y seguridad, servicios e instalaciones”. De gran categoría, pero, oye, no tiremos guarrerías a la musa galante de Paco Alba.

Nos partimos el pecho con nuestra Caleta, pero qué cantidad de porquería le dejamos a la pobre, por San Tío de la Tiza bendito. En la Caleta, en mar y/o arena, se ha topado este juntaletras con caracoles ya sin cuernos, garbanzos (medalla de latón a quien se come un menudo en la playa en verano), botellas, colillas, pañales, condones y hasta escarabajos del Orinoco. En las otras playas también, que no digo que no, pero ahora estamos en la Caleeeeeta, la más bonita y coqueta… Es común echarle el muerto al viento: “Hay que ver cómo pone el Levante la playa”, dice una mari mientras escupe cáscaras de pipas, “qué asco de Levante que trae mierda a espuertas”, asegura un titi “olvidándose” el cajetín de tabaco vacío. Y es que, dejando de lado una memez, el hecho de que en La Caleta como que no sopla mucho el Levante, pues es el Levante, sí, quien mete su mano revoltosa en la olla de caracoles, en la de menudo, se bebe el quinto fresquito, se fuma un ducado y me voy a callar aquí por no poner ejemplos con pañales y condones. Que sí, ome, que es el viento, porque en La Caleta somos todos muy limpios, requetelimpios, y la basura la traen el Levante o los guiris, que tampoco respetan nada.

Vamos a poner por caso que algunos habituales de la Caleta, usease viñeros y gaditas güenos, ensucien una mijita na más. Es un poné. Pues desde aquí, y como gaditano, gadita incluso, animo a que los procaleteros de golpes en el pecho contribuyan este verano, más si cabe, al lustre de la Caleta, pero no limpiando, sino no ensuciando.  Más que nada para evitar que se cuele en una de esas postales de los estancos un zurullo a la deriva. Ahora bien, si sucediera o sucediese, la culpa siempre p'al Levante.

 

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