Castillo de Cadrete. TURISMODEARAGÓN
Castillo de Cadrete. TURISMODEARAGÓN

Mucha gente persiste y se obliga a ignorar el pasado. Aunque son más poderosos quienes insisten en  hacer ignorar el pasado de otros porque, como es bien sabido, la actualidad y el futuro dependen del pasado. Por tanto quien no tiene pasado carece de futuro. En eso está empeñada la ultraderecha cavernaria española, la más reaccionaria y señalada en su cerrazón de toda Europa, quienes no entienden más razón que la de su fuerza, cuando la tienen aunque sea escasa. ¡Ay, si la tuvieran! Por ahora van repartiendo mojicones virtuales aunque duelen tanto como los físicos. El concejal de Vox, necesario para obtener mayoría y formar gobierno ha insistido en su empeño de desmontar y esconder el busto de Abderramán III, Rex Hispaniae. Los Califas han sido los únicos en ostentar este título, y en latín, los godos, en cambio, que eran invasores y como tales se comportaron durante toda su estancia en la península, sólo se titularon “del reino godo de Toledo”, pero sin embargo son considerados por la historia oficial como primeros reyes de España, quizá por la brutalidad que trajeron, de la que es preciso acordarse cada vez que se da alguna muestra como la que nos ocupa.

El concejal que, como su partido, considera “moros” a los Califas, a pesar de ser nacidos y criados en la península ibérica, a pesar del mayor nivel cultural de estos supuestos “moros”, consiguió ver hecho realidad su sueño por el habitual procedimiento del chantaje. Aprovechándose de su interinidad por enfermedad de la alcaldesa, nada más acceder al poder de forma delegada, la escultura desapareció de la plaza, dónde podían contemplarla vecinos y visitantes y escondida en un almacén, para posteriormente, en respuesta a las protestas, sacarla a una sala en el interior del edificio. Hay en Cadrete y en Zaragoza mucha gente amante de su historia, de su cultura y de la cultura, en general, por eso hubo oposición a la retirada del busto. Y, a pesar de los años transcurridos la oposición no ha disminuido y se hace notar con frecuencia.

El Ayuntamiento ultra se escudó diciendo que le dedicarían un espacio para su exposición acorde con la importancia del personaje, incluso sacaron una plaza de guía del Castillo al cabo de casi tres años, pero todavía no se han cumplido estos propósitos, ni se le ha visto intención de cumplir, pues recientemente, una hora antes de celebrarse el pleno, el hombre se ha permitido quitarle el nombre al Centro Sociocultural de la localidad y ha arrancado y destrozado las letras que lo anunciaban en la fachada del referido Centro para hacerlas irrecuperables. Coherencia pura con la ideología ultra mantenida por él y el partido que representa, hasta el punto de llegar a anunciar la fundición del busto del rey de Hispania. Su intención confesada es borrar de la faz de Cadrete el nombre de Abderramán III.

El partido abascaliano, responsable de estos hechos, debería saber que la historia es parte de la cultura y que no se puede acabar con nuestra cultura y nuestra historia por más que se intente ocultar. El Castillo de Cadrete va a seguir en el mismo lugar, le guste o no a la ultra derecha porque ocultar la historia es el juego más imbécil e inútil que se pueda acometer. Permanece el recuerdo, normalmente escrito; permanece el objeto, en este caso el Castillo. Y cuando un edificio queda reducido a piedras, merced a la brutalidad, la civilización busca en el pasado para recuperar y dejar constancia de cuanto es testigo de nuestra historia, aunque sólo quedaran los cimientos.

Negar nuestro pasado carece de sentido y, por más que al señor García le parezca que Abderramán tan sólo era un “moro”, y aunque crea que llegó en patera, nació en Córdoba, hispano, hijo y nieto de hispanos y rey de Hispania aunque no figure entre las estatuas de la Plaza de Oriente para oprobio de la cultura española actual, capaz de considerar a los reyes godos “los primeros reyes de España” y negar su condición de hispanos a todos los hispanos vecinos de las provincias hispanas de al Ándalus, al Garb, al Musata y al Xarq. Los emires y califas se erigieron en “Rex hispaniae” (reyes de Hispania), así, fueron quienes dieron el nombre a un Estado en la península ibérica y Baleares. Pero el odio al norte de África, supera la valoración de todo cuanto fusionaron a nuestra cultura. Como asegura María de los Ángeles Mercader, concejal y portavoz de IU en el Ayuntamiento, han quitado y destrozado las letras del nombre del rey de Hispania, han quitado los carteles informativos de la historia de la localidad, han retirado y escondido el busto y abandonado el cuidado del castillo. Muestras latentes del racismo e islamofobia, presuntos delitos con que se  confirma la ultraderecha.

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