Bienvenido, síndrome posvacacional

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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#Psicología 7 claves para volvar a la rutina con normalidad.

...Caminando por la playa, las pequeñas olas expirando mojan mis pies, que a su vez, a cada paso que doy siento que se hunden en la arena mojada...no sé qué presiento contemplando el mar... Porque mis pensamientos a veces pueden ser como gotas de agua que van cayendo en ese gran océano, en ese mar tranquilo e inmenso, siempre en movimiento…Entonces descubro que la luz del entorno ha cambiado, y que es hora de volver... Y no me engaño, bien que lo sé, en pocos días será hora de volver de nuevo a casa y me pregunto, ¿cómo hago para abandonar todo esto, este lugar de ensueño sin que me afecte?

Y es que ya huele a septiembre, huele a lunes eterno, y la verdad que para muchos no es fácil tener que abandonar esta pereza mental voluntaria y de libre albedrío. Casi sin darnos cuenta hemos cambiado nuestros ritmos biológicos (la hora de dormir, de comer, la dieta, etcétera) y ahora tenemos que volver a readaptarlos. Reajustarlos a esa vuelta al trabajo, a las rutinas; si no se dispone de ciertos recursos para la adaptación venidera, se padecerán los irremediables síntomas del síndrome posvacacional. A nivel físico se puede experimentar cansancio, sueño, falta de concentración, bajo apetito, dolor de cabeza, malestar general... A nivel psicológico tristeza, desmotivación, irritación, apatía…

Pero, ¿cuánto nos puede durar esta sintomatología? Hay estudios que muestran que no suele tener una duración de más de diez o quince días, aunque todo dependerá de cada persona, de su flexibilidad mental y capacidad de adaptación a estos desajustes físicos y psicológicos. Evidentemente, si estos signos persisten más tiempo del periodo indicado, estaremos hablando de otra cosa y no del temido síndrome, por lo que aconsejaría acudir a un especialista en trastornos del ánimo, o sea al psicólogo.

Recomendaciones que pueden ayudar a reducir los síntomas:

1- Sea realista, es algo temporal, no será para siempre, así que tranquilícese porque no le ocurre nada grave. 

2- No deje todos los preparativos del regreso para la última jornada. Si puede, adelante unos días la vuelta a casa, sobre todo si el viaje es largo. El volver poco a poco a las rutinas ayuda a que el cambio sea más lógico y agradable.

3- Practique alguna actividad incompatible con el estrés: ejercicio físico moderado, técnicas de relajación...

4- Una vez en casa, tras haber descansado a conciencia en esos tres-cuatro días, planifique actividades de ocio. Quede con amigos, vaya al cine, realice excursiones a la naturaleza por su zona, comprobará que, a pesar de todo, aún puede seguir disfrutando de muchas cosas que tiene alrededor. 

5- Si predisponemos de un intervalo de tiempo amplio para las vacaciones, sería interesante estructurarlas, o sea, no cogerlas de golpe, sino por semanas o cada diez días. De esta forma no perderá el contacto con su vida habitual y será capaz de disfrutar más intensamente del deseado tiempo de ocio.

6- Si se puede permitir incorporarse al trabajo a mediados de semana, mejor. De esta manera la sensación de inundarse en él será menos profunda.

7- Ante la frustración y pesadumbre por acabar el periodo vacacional y tener que volver al trabajo, no se refugie en el alcohol ni cosas por el estilo. Esto sólo empeorará la situación en general, porque tendrá una percepción falsa de la realidad en la que todos los que le rodean y quieren, sufrirán por su trastornada conducta.

Por favor, no sea catastrofista, no sea tan exagerado, porque esta actitud no le va a ayudar a afrontar los acontecimientos venideros. De modo que será mejor que deje de quejarse y se ayude a sí mismo a enfrentarse a la realidad. Usted mientras este vivo, puede soportarlo todo aunque no le guste, por lo que sobrevivirá igual que lo hizo en sus anteriores experiencias posvacacionales. Además, sea consciente de lo afortunado que es. Puede permitirse viajar, disfrutar de varios periodos de descanso durante el año… Piense en esos autónomos o esos cinco millones de parados que no se lo pueden permitir por más que lo deseen... Y sí, el refrán “mal de muchos consuelo de tontos” no es tan acertado como parece porque, a veces, cuando reflexionamos sobre ello es cuando reconocemos lo afortunados que somos, de vivir como lo hacemos y de tener lo que tenemos.

Hay dos objetivos esenciales en esta vida: estar vivo y, cuanto más cantidad de buenos momentos disfrutemos, mejor. Y si el trabajo forma parte de la vida, ¿por qué no podemos disfrutar también de buenos momentos mientras estamos en él? Créame que para disfrutar de una aceptable salud mental sería bueno que usted pudiese realizar estas cuatro actividades cada día: tener un rato de ocio, dormir, descansar a conciencia y “tener una ocupación”. Decida vivir y disfrutar de su vida, la única vida de la que puede estar seguro de vivir. No dispone de libre albedrío completo pero sí de muchas posibilidades para elegir cómo quiere sentirse.

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