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Arcadi Espada no se calló nada, y en su repaso por la historia del independentismo catalán pasó por el populismo, la xenofobia, el supremacismo, el ridículo y la derrota.

El periodista y escritor barcelonés Arcadi Espada siempre habla muy claro, nunca se ha caracterizado por silenciar sus opiniones. Guste o no lo que dice, siempre es así. Y en Cádiz, que fue cuna de la libertad de expresión gracias a la Constitución de 1812, no iba a ser menos. El pasado jueves llegó a la Asociación de la Prensa (APC) con una conferencia titulada Insurrección en Cataluña, un acto en el que, gracias a mis compañeros de la APC, ejercí de presentador. Fiel a su estilo directo y provocador, no se calló nada, y en su repaso por la historia del independentismo catalán pasó por el populismo, la xenofobia, el supremacismo, el ridículo y la derrota que es, concluyó, el rasgo fundamental de los intentos de independencia en Cataluña. "Yo he llegado a pensar que lo hacen para perder", declaró.

Jordi Puyol fue uno de los blancos de su crítica, y con cierta ironía decía que "yo no tengo la medalla al mérito constitucional. Y la merezco. Pero Puyol sí la tiene". Poco amigo de retirar distinciones, recordó que a él le quitaron una en Nerva (Huelva), pueblo en el que nació su padre. En otro momento de su intervención, dejaba claro que hay "dos cosas que han hecho mucho daño a Cataluña. Una es TV3 y la otra es el Barça. El proceso está extraordinariamente vinculado a las gestas, he de reconocer que extraordinarias, de Messi, Guardiola, y aquel equipo de fútbol que maravilló al mundo. Hubo un momento en que los catalanes creyeron que la independencia era ganar la Champions. Las manifestaciones de la Diada eran exactamente igual que las de las victorias de la Champions".

En su particular bestiario, como él mismo lo definió, aseguró que "lo que está pasando en Cataluña es histórico y será recordado por las generaciones que vengan", y es que desde el final de la Segunda Guerra Mundial nunca se había producido en Europa "un asalto revolucionario organizado, estratégicamente pensado, a un estado democrático". Además con técnicas populistas, aunque en otros casos similares como el de Trump o la votación del Brexit, se realizó desde la legalidad, y en el caso catalán se ha intentado llevar a cabo saltándose la Constitución Española.

"Hubo un momento en que los catalanes creyeron que la independencia era ganar la Champions"

¿Por qué se ha producido el procés catalán? ¿Ha sido por el dinero? No debe ser, dado que Cataluña no está minusvalorada económicamente con respecto al resto de España. ¿Será entonces por la presión del Estado represor contra la cultura catalana? Tampoco, puesto que ningún catalán puede decir que su lengua y su cultura estén discriminadas, más bien al contrario. "El proceso revolucionario catalán no se produce a partir de nada real. Si se le pregunta a un independentista catalán por qué se ha producido esto, sus respuestas no serán precisas. Cuando preguntas la razón por la que la población catalana se ha rebelado contra el orden establecido nadie te lo dice porque esa respuesta es vergonzosa. Lo que está sucediendo es algo siniestro y desagradable, y tiene un nombre que es xenofobia, odio más o menos temperado al extranjero".

En los últimos días hemos tenido que escuchar a responsables políticos catalanes reconociendo incluso que no estaban preparados para poner en marcha la república catalana. Un ridículo tras otro, de no dar un paso atrás (Forcadell dixit) a declaraciones de independencia que ahora son simbólicas. Si pero no, sólo un poquito. A este respecto decía Arcadi Espada en su intervención que "el ridículo está muy repetido en la historia de las insurrecciones catalanas. Cada vez que lo han intentado han fracasado, y eso no está mal, pero lo que no se puede hacer es el ridículo. Tarradellas dejó escrita una carta póstuma a nuestro conciudadanos que acababa diciendo que, en cualquier caso, hagan en el futuro lo que quieran excepto una cosa: el ridículo". Parece que no le han hecho demasiado caso.

Pese a todo, el autor barcelonés tiene claro que Cataluña es un gran país. Y lo es porque ha sobrevivido a todo esto y a presidentes como Jordi Puyol, a quien dedicó un capítulo especia. "Puyol no era un Bárcenas. Era un señor que cada fin de semana iba a un pueblo de Cataluña dando instrucciones morales de cómo tenían que comportarse los catalanes. No era un político desprendido, frío, que se limitaba a sus asuntos y no se inmiscuía moralmente en la vida de la gente. Todo lo contrario. Era medio sacristán y medio alcalde. Mientras, él no pagaba impuestos y tenía dinero en el extranjero".

Conciso y sin tapujos. Así acabó Arcadi Espada su particular Insurrección en Cataluña. Cuarenta años sobre el terreno son suficiente licencia para hablar con propiedad del proceso catalán. Y a buen seguro que lo seguirá haciendo como hasta ahora, sin miedo a las críticas. Si lo tuviera, no sería él.

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