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Una sociedad que no es capaz de levantarse y pelear por lo más básico que tiene, que es la propia vida de las personas que la componen y la vida de sus familias, es una sociedad muerta y no se merece absolutamente nada. Ni siquiera se puede hablar de letargo, de una hibernación mental colectiva provocada por la telebasura y la falta de cultura, sino de una muerte cerebral en toda regla, de un encefalograma plano de una gente que no hace tantos años salía a la calle de forma masiva para reivindicar su identidad como pueblo y su no menosprecio ante los privilegios que se concedían a las llamadas naciones históricas. ¿Qué queda de eso ahora? ¿Una sociedad acobardada por todo, mantenida a base de subsidios a cambio de votos? ¿Unas ciudades enfrentadas a otras por cualquier cosa, escenificando una lucha de gladiadores en un inmenso circo habilitado por unas instancias políticas que se ríen en toda nuestra cara y alimentan enfrentamientos entre unos hermanos que deberían unirse por eso que cantamos a boca llena de una Andalucía libre, España y la Humanidad?

En los últimos tiempos hemos presenciado el desmantelamiento progresivo del sistema público sanitario ante un pasotismo social absolutamente vergonzante. Hemos tenido conocimiento de una mujer decapitada en un ascensor de un hospital público tras dar a luz pocos minutos antes; hemos visto en la prensa noticias continuas sobre personas hacinadas en los pasillos de los hospitales que incluso llegan a morir en unas condiciones nada dignas; hemos oído que se ha agrede a un personal sanitario desbordado y totalmente escaso en las urgencias de los hospitales; nos hemos indignado al conocer la situación de los enfermos que necesitan tratamiento de radioterapia…

Se han realizado manifestaciones que han sido multitudinarias e históricas en varias ciudades de nuestra comunidad y cada vez más personas se atreven a registrar hojas de reclamaciones en los centros sanitarios correspondientes, pero se ve que hay un resorte que todavía no nos ha hecho despertar del todo. Porque todos conocemos que el material sanitario o de papelería desaparece a manos de los propios empleados del sistema; porque todos sabemos que los conocidos de los trabajadores del sistema curiosamente no tienen que esperar tanto para obtener una cita con el especialista de turno; porque todos somos conscientes de que a los médicos de familia se les gratifica si no se derivan a tantos pacientes a los especialistas; porque sabemos que muchos médicos del sistema público no llegan todo lo lejos que deberían en sus diagnósticos y tratamientos para que vayas a sus consultas privadas, algo totalmente prohibido por la Ley de Incompatibilidades del Sector Público; porque aceptamos sin rechistar que las farmacéuticas marquen su ritmo y nos tragamos todos los medicamentos genéricos del mundo a sabiendas que no producen los mismos efectos en nuestro organismo que los “oficiales”, por llamarlos de algún modo; porque presenciamos cómo toda una planta de un hospital público se cierra para que de a luz una simple presidenta de una más simple comunidad autónoma, el mismo donde pocos meses después moriría esa mujer en el ascensor. Porque todos sabemos, en fin, que el sistema está viciado desde la propia administración y también desde dentro, pero no hacemos nada.

Eso sí, las redes sociales se han convertido en una especie de cajón desastre donde todo el mundo se desahoga, en ese lugar donde muchos expresan lo que luego no tienen lo que hay que tener para decirlo porque eso significaría señalarse o comprometerse. Por miedo, porque nos hemos convertido en una sociedad cobarde a todos los niveles, no hacemos nada. Y cuando uno es cobarde a la hora de defender lo más básico entre lo básico, nos convertimos en una sociedad basura.

Lo bueno es que siempre surgen personas válidas que se convierten en referente. Ante un sistema de salud podrido y lleno de mierda hasta las trancas, el doctor granadino Jesús Candel, 'Spiriman', ha removido conciencias en Granada y ha protagonizado movilizaciones sin precedentes en defensa del mantenimiento de dos hospitales completos en esa ciudad. Y no sólo eso, sino que se enfrenta a compañeros de profesión engullidos por el sistema, personal sanitario que ha olvidado sus principios médicos y los han cambiado por el interés puro y duro. Si alguno de vosotros siente la tentación de pensar que eso sólo sucede en Granada, estáis equivocados de cabo a rabo. Tanto él como su familia se han visto acosados y amenazados por los cobardes de siempre y se le ha intentado deslegitimar aludiendo a sus continuas faltas de respeto hacia la otra parte. Los políticos en nuestra comunidad, en nuestras ciudades, están faltos de que se les hable claro y a la cara. Cuando saben que alguien los va a llamar incompetentes, ineptos e inútiles, miran para otro lado e ignoran la existencia de esas personas o directamente no convocan a los colectivos que representan. La mayor basura que hemos tenido, la responsable de todos los padecimientos y recortes que hemos padecido a causa de su nefasta gestión, exige respeto con todo el cinismo del mundo. Y lo peor es que muchos le siguen bailando la música.

El caso es que, por suerte para todos, Spiriman no se achanta y sobrepasa las fronteras de su Graná para transmitir el mismo mensaje a toda la comunidad; para que despertemos de una puñetera vez y perdamos ese dichoso miedo que nos atenaza; para que los gladiadores dejen de luchar entre ellos y dirijan su furia hacia los que alientan los enfrentamientos y corrompen el sistema. Este domingo, día 10 de junio, a las 12 del mediodía, Candel ha convocado una manifestación en defensa de la sanidad pública y contra la corrupción del sistema público de salud. Será en Sevilla y partirá desde la Plaza Nueva, donde está el ayuntamiento de la capital hispalense. Todo lo que no sea una multitud en dicha manifestación será otro martillazo más en el clavo de nuestro fracaso como sociedad. Quien ponga como excusa para no asistir que hace un buen día de playa o que en Sevilla hace demasiada calor, cosa que este año no se está dando en absoluto, que luego no pulule por facebook exhibiendo un coraje que no tiene. El domingo tenemos una oportunidad histórica para reivindicarnos como pueblo, como hicieron nuestros mayores a finales de los 70. ¿Qué nos merecemos y por qué merece la pena pelear, paisanos? El domingo yo voy a Sevilla, espero verte por allí.

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