Alumbrado de Navidad en el centro de Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.
Alumbrado de Navidad en el centro de Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.

A mí el alumbrado de este año me parece muy mejorable desde el punto de vista estético, pero en ningún caso me planteo que se elimine.

Existe en Jerez una doble moral, practicada por una parte de sus ciudadanos y principalmente a través de las redes sociales en lo que al centro/centro histórico se refiere, sobre la que no se incide casi nunca o directamente se ignora según lo favorable que sean los vientos que soplen en cada momento. Y es que queda muy bonito y muy chic adoptar ese falso argumento que dice que los amargados vecinos del centro histórico quieren terminar de hundir al centro porque van en contra de los bares y bla bla bla (todavía ando buscando a alguna persona que defienda esos postulados que saque a la luz algún documento registrado, alguna noticia de prensa en que sostenga sus falsos criterios y sus rastreras observaciones. Por nuestra parte, de comentarios mandándonos a vivir al campo y esas cosas estamos súper documentados). 

Qué honrado, qué bien queda alertar de un hipotético, seguramente hasta deseado, hundimiento del centro cuando se va a tomar cubatas y a gritar, orinar o defecar en la calle o en los portales de los vecinos (los del entorno de la plaza Cocheras han tenido una basta experiencia este fin de semana) pero luego, para comprar la carne, el pescado y otras cosas básicas no venir al centro, a la plaza de abastos, porque no se puede aparcar y preferir comprar en grandes superficies de nacionalidad francesa, no dejar el dinero en la ciudad y, para colmo, no amparar a esos comercios exclusivos del centro, que es lo que a la postre y a largo plazo da o quita la vida al centro de una ciudad.

El caso es que un debate que se ha abierto durante los años de la crisis es si es necesario gastar el dinero en un alumbrado extraordinario de Navidad para el centro en lugar de dedicar esa partida presupuestaria para otros menesteres más perentorios desde el punto de vista social, todo achacado a una situación económica de nuestro ayuntamiento de la cual parece que se nos ha privado a los ciudadanos, y por tanto contribuyentes, de la capacidad de preguntar por qué. O sea, la situación está así y es lo que hay. No preguntes por qué la situación está así, no vaya a ser que preguntando te entre la curiosidad, ésta te despierte la intención por informarte bien y descubras cosas que puedan acabar con el buen nombre de alguien o con el estatus de vaya usted a saber quien dentro de un partido o de una institución.

Seré claro: a mí el alumbrado de este año me parece muy mejorable desde el punto de vista estético, sobre todo en calle Larga y en lo que han puesto delante del Cabildo Viejo, pero en ningún caso me planteo que se elimine. Durante la última década hemos presenciado varios factores que hacen que el alumbrado sea una inversión absolutamente incuestionable. Por un lado está el trillado tema del abandono poblacional del centro y la diáspora de sus habitantes hacia zonas alejadas de la almendra medieval. Este hecho, que provoca la pérdida de la identificación de los jerezanos con su propio patrimonio y su propia historia, también ha traído una consecuencia no menos importante, como es el cambio en los hábitos de vida de la gente y su dependencia absoluta del vehículo privado hasta para ir a comprar el periódico. Y por toro lado, se ha cometido el tremendo error de favorecer descaradamente la implantación de megacentros comerciales donde antes iba un parque temático u otra cosa, incluso compitiendo con poblaciones vecinas para que se instalasen aquí esas marcas de relumbrón, regalándole grandes cantidades de metros cuadrados de suelo público, que después se llevan los beneficios privados a sus países originarios, como es normal.

A mí el alumbrado de este año me parece muy mejorable desde el punto de vista estético, pero en ningún caso me planteo que se elimine.

Todo ello, no hay que olvidar que amparado por la administración local durante años y años (ahora parece que se empiezan a reconocer errores aunque, como ocurre con la Iglesia Católica, tarde y cuando ya no tiene solución), ha propiciado un abandono del comercio local, exclusivo y de cercanía que antes poblaba por todas partes las calles del centro de la ciudad, como era el caso de la calle Francos. Claro está, si uno regala millones y millones de metros cuadrados de suelo público que valen millones y millones de euros a entidades comerciales privadas para que hagan su negocio en el extrarradio y se sabe, es un poco hipócrita clamar por una ayuda que se le presta de modo puntual a un sector, los comerciantes del centro, que han competido en clara desventaja y que seguirán haciéndolo de esa forma mientras los ciudadanos no nos concienciemos de lo que significa y la riqueza y el empleo que proporciona el comprar en ese carnicero de Corredera o Plateros, en aquella juguetería de la calle Algarve o plaza del Progreso, o en esas otras mercerías de Sedería, Évora u Honda, por no hablar de tiendas de ropa, perfumerías, joyerías, ultramarinos… Y es cierto que el aparcamiento es un hándicap, pero es la misma desventaja que te encuentras cuando vienes a las zambombas, a la Semana Santa o a las Fiestas de la Vendimia, ¿no? ¿O es que con esa excusa se quiere justificar una cosa y con la misma excusa justificar también esa otra cosa que no se hace?

Los comerciantes del centro son héroes, es verdad que no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos con la rapidez que debieran, pero subsanado ese aspecto son dignos del más alto de los reconocimientos, al menos por parte de los que valoramos esa cercanía, calidez y calidad de trato que proporcionan. Ah, y dentro están también los bares, para que se enteren bien los que dicen cosas sin fundamento alguno. Por eso se merecen un alumbrado y una campaña de Navidad digna y potente. Y por eso también se merecen que cambiemos nuestras sedentarias costumbres y nuestra doble moral y hagamos un esfuerzo por venir al centro, de fiesta, sí, pero también para comprar, mantener y favorecer la recuperación del comercio local.

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