Yo, codependiente: "Mi pareja era mi vida, perdí la mía; empecé a beber para no tener conflictos"

Una vida de conductas adictivas y una relación "tóxica" que deriva en alcoholismo. La historia de Beatriz Martín es la de tantas personas codependientes que no saben que lo son

Beatriz Martín pasa por Reinservida para tratar su conducta codependiente.
Beatriz Martín pasa por Reinservida para tratar su conducta codependiente. JUAN CARLOS TORO
04 de mayo de 2025 a las 08:58h

Hasta 36 latas de cerveza se ha llegado a beber Beatriz en un solo día, en la etapa más aguda de su adicción al alcohol. Aunque desde pequeña desarrolló todo tipo de conductas adictivas. A los estudios, a la comida, luego al trabajo… Tocó fondo, cogió impulso y empezó a subir. 

A día de hoy Beatriz Martín Alba (Granada, 1984) lleva 15 meses limpia. Es una persona nueva, dice. Ha pasado por terapia, se ha conocido a sí misma, ha retomado la relación que perdió con su familia. Vamos a las frases hechas: está empezando una nueva vida. 

La anterior tuvo momentos muy complicados. Necesitaba el alcohol para tomar decisiones. Para evadirse. O para contentar a su pareja. Fue a los 33 años cuando comenzó a beber. “Empecé a consumir porque así había menos conflicto con mi pareja”.

Era una relación “tóxica”, en la que ambos dieron rienda suelta a sus adicciones. Y en la que ella se volcaba, haciendo lo que hiciera falta, para que no se terminara. Unos años en los que dice que hubo hasta maltrato.

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Beatriz Martín, una persona codependiente.  JUAN CARLOS TORO

“Sabía que tenía un problema, el caso es que no podía parar de consumir, pues para gestionar cualquier tipo de sentimiento, cualquier cosa que pasaba en mi vida, en el trabajo o con mi pareja necesitaba alcohol”, se explica Beatriz, que desarrolló una potente relación de codependencia hacia su pareja.

“Mi pareja se convertía en mi vida, no existía otra cosa que no fuera mi pareja”, abunda. Era, insiste, una relación “tóxica”. “El adicto siempre intenta sacar un beneficio de esa relación. Yo tengo también lo que se llama el rol de cuidadora, me hago responsable de los problemas de la persona, e intento que esté a mi lado por todos los medios posibles”, aclara. 

"Sabía que tenía un problema, pero no podía parar de consumir. Para gestionar cualquier cosa, necesitaba alcohol"

Durante años, vivió así: “Intentaba que esa persona estuviera a mi lado en cualquier circunstancia. Ya no atendía a mis necesidades propias. Pierdo mi vida".

“La personacodependiente se erige en la salvadora de la otra persona. Va desarrollando un problema que está basado en el miedo. De que esa persona se muera, de que no sea capaz de recuperarse de una adicción… Y, por lo tanto, deja de cuidar su vida y empieza a cuidar a la otra persona”, explica el psicólogo José Manuel Zaldúa, director terapéutico de Reinservida, un centro que trabaja estas adicciones.

En este centro ingresó Beatriz hace más de año y medio. Entró con una fuerte adicción al alcohol, con una vida destrozada, con un trabajo perdido, con una familia rota. Ahora mira al futuro con optimismo.

“He recuperado las ganas de vivir”

“Ahora puedo hablar de sentimientos con mi padre, cosa que nunca había hecho. He recuperado la relación con mi hermana. He recuperado las ganas de vivir, de levantarme cada día con un motivo para vivir”, apunta Beatriz. Ahora valora las pequeñas grandes cosas. Dar un paseo, ir a la playa, estar con amigos. 

“Yo no tenía paz mental de ningún tipo, vivía en una intranquilidad constante, lo que me generó trastornos de alimentación, una ansiedad generalizada. Tengo trastornos postraumáticos. Todo por las conductas que he tenido”, reflexiona en voz alta.

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José Manuel Zaldúa, director terapéutico de Reinservida, con Beatriz Martín.  JUAN CARLOS TORO

Sabe, ella misma, tratarse la ansiedad. “Sé cómo tranquilizarme, cómo meditar, sé pedir ayuda cuando no puedo ayudarme a mí misma”, dice. En definitiva, una “vida nueva”. Un reset en toda regla.

También laboral. Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas y llegó a ser gerente en una gran empresa, pero ahora quiere cambiar a la rama psicosocial, para “ayudar a personas que estén pasando por lo mismo que yo”.

“He cambiado como persona, he cambiado como hija, he cambiado como pareja. Bueno, como pareja todavía no lo he vivido, pero seguramente en algún momento estaré preparada y lo llevaré de manera sana”, señala Beatriz, que empieza ahora a “construir” su vida “de la nada”.

Tocar fondo para subir

En este proceso, Beatriz estaba rendida a sus adicciones, al alcohol, a su pareja… Y perdió el trabajo. Durante su horario laboral no consumía, pero nada más salir… “No podía manejar la situación”, confiesa. 

Se dio de baja, y ya no volvió. “Vi que tenía un problema, intente dejarlo por mi cuenta, fui a terapias, pero era imposible. Estaba dos o tres días sin consumir, pero volvía”, dice.

"Mi padre era codependiente. No quería que entrara en el centro, por miedo a separarse"

En una reunión en Alcohólicos Anónimos, conoció a una compañera que la ayudó mucho. Su “madrina” la llama. Ella había pasado por esta situación. Le hablaba de tú a tú. Y le recomendó que entrara en un centro de desintoxicación. 

Su padre no lo entendía. Hasta muchos años después no lo supo, pero también tenía una relación de codependencia con su padre. En este caso, de él. “Mi padre no entendía que tenía un problema, me decía que no podía dejarlo solo, que igual que había superado muchas cosas en la vida, también iba a superar esto, que ese centro no era para mí, por miedo a separarse”.

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Beatriz Martín, tras la entrevista.    JUAN CARLOS TORO

Ingresó en Reinservida, y fue trabajando sus adicciones. Primero se centra en superar el síndrome de abstinencia. Posteriormente, pasa a terapias psicológicas grupales. Y también hay intervenciones familiares, cada 15 o 20 días, con miembros de su familia, para atender sus necesidades. 

“Hay que hacer un trabajo conjunto entre los pacientes y la familia, de forma global”, dice José Manuel Zaldúa, director terapéutico del centro. “Si la familia no entiende lo que le estamos explicando, se erige en una figura que sigue controlando, por eso hay que trabajar los límites, para que no lleguen al punto de querer controlar su vida”.

Ahora, Beatriz está en un piso terapéutico, ha mejorado su alimentación, hace ejercicio, tiene rutinas… una vida estabilizada. 

"Nunca he sido optimista, pero tengo esperanza"

Dice Beatriz que nunca ha sido una persona optimista: Es más: “He sido una persona negativa y dramática”. Porque es lo que ha vivido/sufrido desde su infancia.

“Cuando llegué al centro no podía ni hablar. Soy una persona con un nivel cultural, digamos, que no es básico, pero no podía articular palabra, ni tomar una decisión”. Llegó, agrega, “sin saber quién soy”.

Pero dejó atrás sus adicciones, sus problemas de alimentación, y aunque no sea optimista, mira al futuro, al menos, “con esperanza”. Con la esperanza de volver al mercado laboral, de tener una relación sana. De volver a ser ella. Su nueva yo.

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Francisco Romero

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