Los puentes –para quien los libre o para quien pueda permitírselo– son frecuentemente días idóneos para tomarse unas pequeñas vacaciones. El puente de la Constitución (o de la Inmaculada, a elegir) puede ser uno de esos momentos en que tomarse un respiro del trabajo o... o si se vive en el centro de Jerez, de las Zambombas, el período de fiestas prenavideñas programadas por el Ayuntamiento hasta el 24 de diciembre, lo que incluye cinco fines de semana, fiestas, etc. Hace ya varios años que residentes del casco histórico que tienen una vivienda en la playa o la Sierra se quitan de en medio varios (o todos) estos fines de semana... normalmente no todos porque, al final, aunque la Zambomba produzca hartazgo entre muchos vecinos de la zona, salir un día también tira. En definitiva, no hablamos de otra cosa que del lado inverso del famoso villancico que parafrasea el titular de este artículo, el del estribillo "Ven, ven, ven, vente pa' Jerez"...
Pero volvamos al puente, un puente que se espera que sea masivo en cuanto al número de visitas y pernoctaciones en Jerez. Como el salmón, a contracorriente, ahí va el testimonio de varias jerezanas y un jerezano que deciden viajar a otras latitudes y evitarse, al menos unos días, los 'daños colateriales' de las Zambombas (por cierto, no confundir con lo que son propiamente las Navidades).
Carmen, pegada a la Asunción
Ese es el caso de Carmen Alvero, que vive en la calle José Luis Díez. Carmen, que está jubilada, anuncia una escapada corta, muy cerca de Sevilla capital, a Alcalá de Guadaíra. "Pero al campo campo –dice–, mi pareja tiene allí una casita, una suerte, y es donde me estoy quedando todos los fines de semana de Zambombas. Se me está acabando el abono del tren de media distancia", afirma entre risas. Carmen no soporta muchas cosas de las Zambombas en su concepción actual. De entrada, las barras que ponen en la plaza de la Asunción, "que me parecen algo horrible, horrible... con lo bonita que es la plaza", dice, para contar a continuación que tiene un problema con el patio de un local que recientemente ha reabierto sus puertas, Las Cuadras. "Soy una de las vecinas que parte de su vivienda da a ese patio, que no está insonorizado. Se oye música, hablar a la gente... y eso que tengo doble cristal", comenta, si bien reconoce que últimamente la cosa parece que ha mejorado en lo que se refiere al bar.
Por último, afirma que "cuando compré esta vivienda era consciente de que la Semana Santa te limita mucho esos días, porque no puedes salir a la calle. Vale. Pero este tema es distinto porque pasan barrachuzos a las cinco o las seis de la mañana a grito pelado y todo", afirma.
Patricia se va a Badajoz
Patricia Sibajas se va a Badajoz, ciudad donde tiene familia. Otras veces ha tirado para El Palmar, donde posee "una parcelita". Ella vive en el entorno de la Alameda del Banco y habitualmente ha vivido en el centro de Jerez, en calles como Porvera o Visitación. Patricia enfatiza esto para dejar claro que está más que familiarizada con el centro y el bullicio que puede tener en determinados momentos del año, si bien entiende que lo de las Zambombas ha ido un paso más allá. "A ver... es posible que este año –ya han pasado dos de los cincos fines de semana de Zambomba en el momento de hablar con ella– estén un poquito más controlados los horarios. Pero es que la Zabomba propiamente termina sobre las dos de la mañana, luego recogen hasta las tres, se suele quedar un grupito... luego a las seis o incluso antes viene la limpieza, que el año pasado llevaba sopladores, con el ruido que hacen... y a eso de las siete de la mañana llegan camiones a montar la próxima barra de la Zambomba. Y yo trabajo los sábados, a ver cuándo descanso", afirma. Además, de los ruidos, Patricia cuestiona otros aspectos de la Zambomba tal y como es hoy en día, caso de la seguridad alimentaria o la propia seguridad de las personas que acuden. "El año pasado, en una Zambomba en la calle, había gente tranquilamente fumando junto a las bombonas de butano con las que se estaba cocinando... y así todo", afirma.
Más allá de la Zambomba, Patricia no entiende el afán por concentrar todo tipo de actos en el centro de Jerez, "habiendo sitios como el descampado de la Feria o el Circuito, donde no se molesta a nadie". Por eso, hace extensivo su disgusto al permanente uso del espacio público del centro para todo tipo de actos, con especial interés, por lo que a ella respecta, en la Alameda del Banco, a la que califica como "una auténtica caja de resonancia". "A mí me parece bien qué actué la banda municipal, se realice el baile de mayores, que los niños hagan un flashmob, que se hagan determinadas cosas que acaben a las doce... lo que no puede ser es que un jueves, ¡un jueves!, se celebre un concierto de thrash metal y estén hasta las dos de la mañana, como ha ocurrido", concluye.
Milagros tira para Países Bajos
Milagros prefiere no dar el apellido ni salir en la foto. De hecho, tampoco quiere decir exactamente donde vive –en una céntrica plaza, ahí nos quedamos– porque ha tenido algunos problemas con los hosteleros. Tiene una hija estudiando en Países Bajos y se va con su pareja a visitarla a la ciudad de Maastricht. Lo cierto es que siu hija tiene pensado volver a Jerez por Navidades y que a Milagros, además, no le entusiasma viajar durante los puentes pero... que se va a marcar un 'quitarse de en medio' en toda regla, vaya. "Aquí no se puede vivir. El ruido, la suciedad... no es solo durante las Zambombas, es todo el año. Los bares cierran a la una o las dos, pero se queda gente bebiendo y haciendo ruido hasta las seis de la mañana", aunque reconoce que este año encuentra en el Ayuntamiento algo más de disposición. Milagros no lo dice explícitamente, pero de su conversación se desprende una cierta comparación entre lo que se vive en Jerez y lo que ha visto en Maastricht, ciudad a la que ya ha ido varias veces de visita. "Es otra manera totalmente distinta de vivir la Navidad... esos mercadillos tan bonitos, y que cierran a las nueve o las diez", dice. Recuerda que Maastricht es una ciudad universitaria y que, en consecuencia, tiene mucho ambiente joven, pero...
Manolo Romero huye del "estercolero" a París
Manuel Romero Bejarano –sí... él, doctor en Historia del Arte y conocido del gran público por su faceta de concursante en TV– lleva más de una semana fuera de Jerez y su intención es estar al menos otras dos. El fin de semana pasado estuvo en Madrid y luego cogió el coche en dirección a París, modo free style, con paradas en Albi, Toulouse –ciudad desde la que nos atiende por teléfono–, Poitiers... Volverá a Jerez poco antes de Nochebuena. No es el primer año que se va. En 2024, por ejemplo, estuvo en Italia, con base de operaciones en Arezzo (Toscana). Manuel, que vive en el entorno de la calle Algarve, habla muy claro, escuchen: "Cuando llegan las Zambombas me voy todo lo que puedo, no estoy dispuesto a vivir en un estercolero rodeado de ruido, basura y meados... Si el Ayuntamiento fomenta todo esto, ¿qué me queda? Pues marcharme. En mi calle no es ya que no se pueda vivir, es que no se puede entrar o salir", afirma, debido a que está siempre atestada de gente debido a su estrechez y al servicio para la calle que hace algún bar, mucho más allá del espacio destinado a lo que es propiamente la terraza.
El primer fin de semana de Zambombas estuvo todavía en Jerez y no se muerde la lengua, él, que además es cofrade, en referirse a algunas cosas que vio. "Al parecer hay que sacrificarse para que equis hermandad (la equis es una licencia de este cronista) haga filetitos a la plancha justo debajo de la Vela de la Virgen, en la plaza de la Asunción... ese es el respeto por las imágenes. Todo esto es el imperio del cutrerío", concluye. En su próxima estancia en París recibirá la visita de amigos que, es obvio, también van a dejar Jerez atrás algún fin de semana.
Irene, a casa de su madre: "dónde mejor"
Irene Rodríguez vive, como Patricia, en la Alameda del Banco, pero en otra esquina, hacia Cuatro Juanes. Ella también se va este puente debido a las Zambombas, pero es una escapada de poco 'radio': a Utrera, a casa de su madre, "dónde mejor", en sus propias palabras, dice entre risas. En 2024 no, ese año se fue de viaje a Asturias con un grupo de amigos. Irene comenta que hace poco ha cambiado las ventanas de su casa, que las ha puesto de doble cristal, lo que le ha supuesto un importante gasto "porque el problema de la plaza del Banco no es solo con las Zambombas, en cualquier momento del año te programan actividades hasta las tantas y no te dejan descansar", afirma.
Irene afirma que lleva ocho años viviendo en Jerez y que al principio le gustaban las Zambombas, pero que "ahora llega noviembre y me echo a temblar", incluso refiere que les ha cogido: "odio... bueno, no, no es odio, es ansiedad, me producen ansiedad. Yo me levanto a las seis de la mañana y cuando llega el viernes por la tarde ya sabes que no vas a poder descansar con las voces, gritos, meados... En esta parte de Cuatro Juanes, aunque hay luz, vale todo, es algo inexplicable". Ahora, con el doble cristal reconoce que le entra mucho menos ruido, pero que tampoco le apetece vivir en modo búnker, con todo cerrado y las persianas bajadas...
