Trufa negra de Algodonales, la revolución del 'diamante negro' bajo el monte de la Sierra de Cádiz

Un proyecto pionero en tres hectáreas municipales en la Sierra de Líjar crece en su tercer año por encima de las expectativas. Mientras luchan contra el cambio climático y generan empleo, aguardan una producción futura de hongos comestibles de alta calidad y muy cotizados

En primer término, el alcalde de Algodonales, Ángel Acuña, con 30 gramos de trufa negra, el manjar que se ha propuesto producir en una parcela de monte municipal que estaba en desuso junto a La Muela.
En primer término, el alcalde de Algodonales, Ángel Acuña, con 30 gramos de trufa negra, el manjar que se ha propuesto producir en una parcela de monte municipal que estaba en desuso junto a La Muela. JUAN CARLOS TORO

La bióloga y micóloga cordobesa Elena Pulido muestra a la cámara 30 gramos de trufa negra. Apenas una pelotita de hongo cuyo valor alcanza como poco los 60 euros en el mercado. 

Un kilo de este cotizado diamante negro, subterráneo, con un potente sabor, con un fuerte aroma que provoca que sea rebuscado por los animales salvajes para sobrevivir saltando de una cavidad subterránea a otra, puede llegar a los 1.500 euros. 

Pero que su valor comercial sea tan alto —y subiendo— no fue la única motivación de Ángel Acuña, alcalde de Algodonales, cuando decidió que su pueblo tenía que ser pionero en el cultivo en el monte de la trufa negra (tuber melanosporum) en la provincia de Cádiz. 

Recuperar un monte público de titularidad municipal —que es también prevenir futuros incendios y luchar contra el cambio climático— y potenciar a medio y largo plazo un turismo sostenible, gastronómico y de naturaleza en torno a este proyecto también espolearon una iniciativa invisible, que no da votos en tiempos de campañas permanentes, pero que abre una auténtica revolución a futuro en la Sierra de Cádiz y señala, desde lo público, una iniciativa que pueden ahora desarrollar pequeños y medianos agricultores. 

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Elena Pulido, ante una encina micorrizada, huele 30 gramos de trufa que trajo de su vivero para este reportaje.   JUAN CARLOS TORO

“Era un proyecto muy arriesgado, a muy largo plazo, y la única forma para ver si esto funcionaba era apostar desde lo público; para una inversión privada, por pequeña o grande que fuese, esto podía ser una locura porque lleva mucho tiempo y podía salir muy mal”, cuenta Acuña a lavozdelsur.es. Pero en la tercera temporada del proyecto hay evidencias de que está saliendo muy bien. Y sus impulsores, con el munícipe a la cabeza, pasean orgullosos por parte de una superficie de tres hectáreas que ya empieza (es un decir) a oler a trufa. 

1.336 jornales para plantar y acondicionar una parcela de monte municipal para 1.650 encinas micorrizadas

Hace ahora dos años el Ayuntamiento algodonaleño anunciaba que a estas extensiones de monte público municipal iría la subvención de 171.151 euros a cargo del Programa de Empleo Rural 2020 (Profea 2020) de la Diputación de Cádiz, de los cuales 118.035 euros fueron a parar de mano de obra y 53.116 euros a materiales, generando un total de 1.336 jornales durante la puesta en marcha del proyecto, que además de la plantación ha supuesto la preparación de las parcelas y su cerramiento perimetral para evitar los daños de animales que siempre andan olfateando el suelo en busca del codiciado manjar.

En total, se plantaron 1.650 ejemplares de encinas micorrizadas, que tienen la particularidad de que "están tratadas genéticamente para producir la trufa negra, lo que tiene evidentemente no solamente un valor en el mercado, sino que, cuenta Acuña, "supone un proyecto pionero, novedoso y alrededor del cual después se puede mover un movimiento cultural y gastronómico".

"Esto no se ve en las calles, no es arreglar bordillos para que te voten, pero a la larga va a ser un gran proyecto para los vecinos de Algodonales", asegura una de las personas de máxima confianza de Acuña en el Consistorio, Juan Herrera, que aparte de jefe de personal o mantenimiento es también presidente de la cooperativa de aceite Algodoliva.

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Una de las encinas que ya ha empezado a crear las condiciones para producir trufa negra en Algodonales.   JUAN CARLOS TORO
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Juan Herrera junto al alcalde de La Muela, Pedro Gallardo, en la plantación.   JUAN CARLOS TORO

Efectivamente, confirman los expertos, el fruto no empezará a recogerse hasta dentro de otros dos años, por lo que por ahora hay que contentarse con que la planta “está teniendo un crecimiento espectacular, apenas ha tenido marras y eso significa que el terreno la está acogiendo muy bien”, expone Gabriel A. Gutiérrez Tejada, presidente de la Asociación Forestal Andaluza y uno de los responsables técnicos de este proyecto y de otra iniciativa, como ya contó recientemente lavozdelsur.es, de reserva y cría de pinsapos en la Sierra de Líjar.

Sobre el terreno serrano, empinado, agreste, a unos kilómetros de La Muela, pedanía de Algodonales, apenas se vislumbran cientos y cientos de pequeños arbolitos cuidados con todo esmero por un par de especialistas que se afanan en las labores de cuidados. En el cielo, roca caliza horadada por buitres leonados. En el subsuelo, va desarrollándose lentamente un fruto que ha generado una enorme expectación en la zona y que promete prosperidad.

Lo que pocos saben es que este negocio mueve en España más de 25 millones de euros anuales en exportaciones, según datos de la Secretaría de Estado de Comercio. Y lo que tampoco saben muchos es que el año pasado se produjeron en el país más de 100 toneladas de trufa negra, el 60% del total mundial, exportándose el 80% al norte de los Pirineos. Y aunque los más avezados sitúen a la capital de este manjar en el Perigord francés, todavía menos son los que conocen que la trufa negra es originaria de Andalucía. 

“Lo siento por Perigord pero la trufa negra de Perigord es la trufa negra de Andalucía”, explica Elena Pulido, que cuando la despidieron en su anterior trabajo fundó junto a otro experto en truficultura, Baldomero Moreno, El origen de las trufas, un vivero de estos hongos en Priego de Córdoba con el que ya vislumbraron hace 15 años el potencial y el crecimiento que tenía este producto, con unas 80 variedades en la comunidad andaluza, la mayor concentración de trufas comestibles del mundo. Precisamente eligió ese nombre, cuenta, por ser esta tierra donde la trufa sobrevivió al manto de hielo que cubrió gran parte de Europa: "Tras la edad de las glaciaciones, en Andalucía fue donde se conservó el reducto de trufa que, más tarde, al retirarse los hielos, fue colonizando la zona el nortel donde iba creciendo".

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Trufa negra.   JUAN CARLOS TORO

Muchas formas de fijar población arriba y abajo de la Sierra de Líjar

10.000 años después de terminar la Edad del Hielo, la trufa experimenta un boom y Algodonales, pionera en su cultivo en la provincia de Cádiz, quiere aprovecharlo. "Cuando se producen 10 o 12 kilos por hectárea —explica Acuña—, donde además aprovechamos para restaurar monte público, se multiplica el rendimiento frente a cualquier otro cultivo, pero no solo eso sino que también requiere mano de obra con cierta especialización para su recogida". Y además, se genera el movimiento socioeconómico adicional de emplear a personal para conservar estos terrenos y, por descontado, todo esto ayuda a fijar población al territorio de la Sierra de Cádiz.

"Es muy importante para la comarca el proyecto, aunque ahora apenas se vean estas encinas que de aquí a un año habrán vuelto a crecer una barbaridad", expone el ingeniero de Montes que colabora en la buena marcha de un proyecto que también inició Iván Casero, otro especialista que ha llegado a hacer un estudio climatológico a 30 años vista para asegurar la buena evolución del proyecto.

Gabriel A. Tejada asegura que "este tipo de cultivo o de repoblaciones forestales para el cultivo de trufa tienen el inconveniente de que necesitan, primero, la disponibilidad de los terrenos. No todo el mundo tiene esa posibilidad. Y luego una inversión importante, sobre todo, en mantenimiento. El hecho de que el propio Ayuntamiento en sus terrenos forestales, en su monte público, participe de la manera que lo está haciendo Algodonales, lo sitúa a la vanguardia en este tipo de actuaciones y en una referencia a seguir".

A su lado, el alcalde lo tiene claro: "Para nosotros este no es un proyecto aislado, es un conjunto de cosas, que está el área recreativa, en la reserva de pinsapos, en la gente que sube a volar (Algodonales es capital europea del parapentismo y del paramotor), está en las investigaciones de la Asociación Gaditana de Historia Natural, en el estudio científico de la Sierra de Líjar, en las iniciativas culturales en el mundo rural, en el turismo de naturaleza en nuestros 45 kilómetros de senderos...". Y desde hace tres años, también en la encina micorrizada y la trufa negra, una iniciativa municipal que se ampliará a otra hectárea para hacer nuevas experiencias piloto con otros cultivos como el avellano micorrizado y otras especies compatibles en la zona.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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