Un 'resort' para el pinsapo en Algodonales: la reserva de esta especie amenazada que es pionera en España

El programa de protección de este abeto prehistórico que impulsan Junta y Ayuntamiento ya es referente nacional. "Estamos al nivel del plan del lince ibérico", afirma uno de los responsables que ha logrado que de un ejemplar se haya pasado a 3.000 en unos años

Un 'resort' para el pinsapo en Algodonales. Gabriel A. Gutiérrez Tejada, con una bandeja de pinsapos, explica el plan, en presencia de Ángel Acuña, alcalde de Algodonales.
Un 'resort' para el pinsapo en Algodonales. Gabriel A. Gutiérrez Tejada, con una bandeja de pinsapos, explica el plan, en presencia de Ángel Acuña, alcalde de Algodonales. JUAN CARLOS TORO

Muchos de los vecinos de Algodonales, empleados municipales, se han tomado tan en serio el programa que puso en marcha el Consistorio que alguno fue pillado en verano regando los ejemplares en sus días libres. “Ese día no se había previsto riego y nos dijeron que habían venido por si acaso pudiera faltarles agua”.

Habla Gabriel A. Gutiérrez Tejada, presidente de la Asociación Forestal Andaluza y uno de los responsables técnicos del proyecto de reserva y cría de pinsapos en la Sierra de Líjar, puesto en marcha hace cinco años por el Ayuntamiento de Algodonales con la colaboración de la Consejería de Desarrollo Sostenible de la Junta y personal del Infoca.

El pinsapo ha encontrado su Arca de Noé, una especie de resort con todo tipo de mimos y cuidados, en cotas más bajas de la Sierra de Cádiz, donde tradicionalmente ya tenía su oasis climático en el Parque Natural de Grazalema. En Algondonales, tras un período crítico para la especie en esta localidad serrana, en la que llegó a sobrevivir un único ejemplar natural de la población original, la Sierra de Líjar alberga en la actualidad más de 3.000 pinsapos que han sido reintroducidos, progresivamente, en el marco del Plan de Recuperación de la especie que lidera la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul.

El Ayuntamiento de Algodonales, consciente de la importancia del reto, ha apoyado e incluso promovido su propia línea de actuación en lo que se denomina el Proyecto de Recuperación del Pinsapo en la Sierra de Líjar. De este modo, los trabajos de restauración se han ampliado por los montes públicos municipales, con gran éxito, contando incluso en alguna ocasión con la colaboración de las empresas locales de vuelo con parapente, que han participado en ensayos para determinar el patrón de dispersión de las semillas de pinsapo desde gran altura.

El proyecto de recuperación del pinsapo en Algodonales, aseguran sus responsables, "está en otra Liga con respecto a otros proyectos de recuperación. Cuando las autoridades enseñan las virtudes del plan regional de recuperación vienen aquí, donde no solamente ponemos la planta, sino que la acompañamos en sus primeros años. En los últimos tres años y medio ha sido un nivel de intensidad de gestión, manejo y de datos científicos… que no hay en otra parte. Estamos, entre otras cosas, demostrando que se puede plantar por debajo de las altitudes (mínimo de 800 metros y en lugares donde lloviera una media de 1.000 litros al año) que la ortodoxia del programa planteaba”, abunda Gutiérrez Tejada, ingeniero de Montes.

El programa esparció en parapente semillas de pinsapos por la Sierra de Líjar

Un suelo maduro y un bosque con una alta capacidad de retención de agua, aparte del sinfín de cuidados que tienen los ejemplares —hasta con mallas de protección tejidas por vecinas del pueblo—, está permitiendo revolucionar la preservación de una especie altamente amenazada por el cambio climático. Un abeto prehistórico que es carne de investigaciones científicas y universitarias, pero también un imán para los amantes del turismo de naturaleza.

Entre las rocas calizas del Jurásico y la custodia aérea de una de las mayores colonias de buitres leonados de Europa, muy cerca de la pedanía algodonaleña de La Muela, esta especie en peligro de extinción —que sobrevive desde hace 66 millones de años— protagoniza un programa de protección y cría pionero en España. Un proyecto conservacionista “al mismo nivel del plan de recuperación del lince ibérico o del águila imperial”, asegura sin miedo a equivocarse el alcalde de Algodonales, Ángel Acuña, un jurista natural de la serranía gaditana que quedó totalmente cautivado por la gestión medioambiental cuando tuvo responsabilidad política en la delegación territorial del ramo en la Junta. 

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El ingeniero de Montes, en la zona donde se crían muchos de los ejemplares.   JUAN CARLOS TORO

A su lado, Gabriel Gutiérrez y Luis Peña revisan los bancales con los pequeños ejemplares de pinsapos. Plantas que casi no hacen aún la fotosíntesis que ya empiezan a enderezarse con vigor. "Estamos siendo pioneros en utilizar técnicas que no se habían usado y en recuperar algunas que se probaron, pero de forma errónea, hace más de 60 años. Por ejemplo, hasta que empezamos aquí la siembra —hay dos opciones al repoblar: plantar o sembrar— se consideraba una técnica con malos resultados, pero nosotros estábamos convencidos de que podía funcionar y está dando unos resultados maravillosos". 

“En la técnica de la repoblación forestal —abunda con gran espíritu divulgativo Gabriel—, tan importante como la introducción de la planta son los cuidados posteriores. Esto no era venir, hacerse la foto y abandonar la planta. Las repoblaciones son muy bonitas para la foto, pero aquí está haciéndose un trabajo a largo plazo; hay que estar pendiente de la competencia con otras especies que salen, de la luz, de la sombra, del agua en verano, que todo esto esté cercado para que no se metan, por ejemplo, jabalíes…”.

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Ejemplares de pinsapos.    JUAN CARLOS TORO
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Pinsapos en la reserva de Algodonales.   JUAN CARLOS TORO

Uno de los momentos más sonados del plan de recuperación del pinsapo fue cuando hace ahora dos años un nutrido grupo de parapentistas —deporte que da fama mundial a Algodonales— esparcieron desde el aire miles de semillas de pinsapos. “Curiosamente, pese a que soy de aquí, fue la primera vez que me monté en parapente”, bromea Acuña, que rememora la repercusión mediática que tuvo una acción que ya empezó a germinar a la hora de aumentar la población de este abeto (Abies pinsapo Boiss) que se remonta al Terciario.

“Nos saltamos el paso del vivero y directamente sembramos en campo, y está dando resultados maravillosos”, añade el ingeniero forestal que trabaja para Desarrollo Sostenible, pero que ha encontrado en Algodonales a un ayuntamiento volcado con proyectos medioambientales que luchan contra el cambio climático y fijan población al territorio, ya que “vienen científicos a estudiar, pero el día de mañana también vendrán visitantes a contemplar esta reserva de pinsapos única en España, y eso es algo que genera riqueza y empleo de forma indirecta”. 

“En Algodonales —explica Gutiérrez Tejada— se da una circunstancia que no está dándose en otra parte, el gobierno local está apostando 100% por esto, e incluso los trabajadores municipales que ponen a disposición del programa han sido hasta pillados, entre comillas, viniendo a regar en verano en sus días libres".

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Un pinsapo ya crecido en la Sierra de Líjar.   JUAN CARLOS TORO

Tal es el punto de colaboración entre administraciones, que el Consistorio algodonaleño, argumenta el alcalde, se quedó con un camión del Infoca cuando la institución renovó su flota y gracias a esa autobomba se va regando la reserva de pinsapos. Pero es que con ese camión se prestó apoyo en las tareas de extinción de un incendio forestal en la zona el pasado verano, por lo que “en lugar de ir a la chatarra, el camión ha seguido sirviendo. Eso es economía circular”.

“Conjugar todos estos escenarios de confianza significa avanzar muchísimo. Sacar plantas aquí era impensable hace cuatro años, y esta es, para entendernos, la primera camada”. 

Un abeto prehistórico que lleva un siglo en peligro de extinción

Considerado un fósil viviente que habita los bosques de coníferas del sur de España, el pinsapo está altamente protegido al estar catalogado en peligro de extinción. Hasta con algoritmos estudian los científicos cómo preservar la especie. Pero muchas veces solo es cuestión de cariño. 

En 1869, apenas quedaban 100 hectáreas de pinsapos en el actual territorio del parque natural de Grazalema. En 1909, el cazador y naturista británico Abel Chapman recorre Doñana y aprovecha para hacer una incursión en el pinsapar gaditano. De estos árboles, que pueden llegar a vivir hasta 500 años y alcanzar 30 metros de altura, sentencia que en quince años habrá desaparecido hasta el último de los ejemplares.

Más de 110 años después, hay un nuevo pronóstico: el grupo de Evaluación y Restauración de Sistemas Agrícolas y Forestales (Ersaf) de la Universidad de Córdoba desarrolló un modelo que pronostica una reducción del 93% del hábitat óptimo del abeto Abies pinsapo en 2040, si los planes de conservación no lo remedian, y establece algunas zonas adecuadas para su restauración.

En apenas veinte años este abeto prehistórico habrá perdido prácticamente sus mejores zonas de conservación, teniendo en cuenta que su distribución está restringida a sierras mediterráneas del sur de la península ibérica, la referida Sierra de Grazalema (Cádiz) y, especialmente, la Sierra de las Nieves y Sierra Bermeja (Málaga), donde hace solo unos días la Junta ha anunciado que se plantarán unos 10.000 ejemplares. Desde hace cinco años, la Sierra de Líjar en Algodonales también es un nuevo reducto de protección para esta especie amenazada.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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