Las buenas manos de la sanidad pública andaluza del futuro: "Ser médico no es solo ver pacientes"

Tutores y residentes de distintas especialidades reflexionan en lavozdelsur.es sobre las dolencias del sistema y el "gusanillo" de enseñar y aprender de cara a un relevo generacional que necesitará más recursos

Tutores y residentes de distintas especialidades en el Hospital Universitario de Jerez.
Tutores y residentes de distintas especialidades en el Hospital Universitario de Jerez. MANU GARCÍA

Asistir un infarto, trasplantar un riñón u operar una úlcera gastroduodenal perforada no son cometidos que se aprendan en minutos. Todo lleva su tiempo. Seis años de carrera, una medio oposición y cuatro años de residencia. Los futuros médicos de la sanidad pública se encuentran en constante formación y los centros sanitarios se han percatado de la relevancia de aumentar su oferta docente. Sobre todo, raíz de la peor pandemia en un siglo. El contratiempo del covid que, aunque parezca una pesadilla, ha sido real.

Según datos de la consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, desde 2017, el Área de Gestión Sanitaria de Jerez, Costa Noroeste y Sierra ha incrementado en un 76%, pasando de 38 a más de 200 residentes.

Rocío Salguero, granadina de 27 años, es una de ellas. Cuando acabó la carrera en su ciudad natal, decidió cambiar de aires y se mudó a Cádiz. Tras seis primeros meses en un centro de salud de Rota, en plena pandemia y con muchas consultas telefónicas, se trasladó a La Barca, ELA de Jerez, y, actualmente está en el tercer año de residencia en el Hospital Universitario de Jerez. Para el Sistema Nacional de Salud de España, es una médico especialista en formación.

“Me gustaría ser médico de familia en un centro de salud, lo que más me gusta es la medicina rural”, expresa la joven, que tiene el mismo horario que un facultativo, de 8.00 a 15.00 horas, y sus guardias. En su largo camino de aprendizaje va de la mano de un hombre con el que, en ocasiones, pasa más tiempo que con su familia.

Rocío, residente de Familias, junto a su tutor Rafael.
Rocío, residente de Familias, junto a su tutor Rafael.   MANU GARCÍA

Rafael Baena se adentra con Rocío en la práctica profesional. Este cordobés de 63 años es uno de los más de 100 tutores que alberga el hospital jerezano. Lleva más de 20 años acompañando a jóvenes —y no tan jóvenes— en este proceso formativo imprescindible para alcanzar un puesto estable en el SAS.

“Yo aprendo más de ellos que ellos de mí”, comenta el médico, que se trasladó a Jerez hace 38 años y ha trabajado en centros de salud de La Granja y La Barca. Para él, se trata de un trabajo “conjunto” en el que “yo no le enseño a Rocío cómo tiene que explorar a un paciente, sino que juntos investigamos cómo profundizar en el razonamiento clínico”. Según explica, “es un proceso casi socrático en el que buscamos respuestas a los desafíos que nos encontramos día a día”.

Tutores y residentes acaban creando un vínculo especial, una relación, como dice Rafael “paternofilial” en la que comparten horas de convivencia, de intercambio de saberes, de sudores, contratiempos y alegrías.

Los sanitarios en el Hospital de Jerez.
Sanitarios en el Hospital de Jerez.   MANU GARCÍA

Fue en 1978 cuando se implantó en España el sistema MIR, que revolucionó la enseñanza de esta profesión tan sacrificada y vocacional. Una vez estructurado legalmente este sistema de médicos internos y residentes como la única vía de especialización médica, surgieron los tutores. Esos profesionales que deciden por voluntad propia transmitir sus conocimientos a los nuevos.

“Ser médico no es solamente ver pacientes, la docencia forma parte de nuestro ADN, se contempla en el juramento hipocrático”, dice Rafael. Como él, Juan Manuel Sánchez, gaditano de 41 años, también se decantó por la labor docente, un camino que no pudo tomar hasta 2021. Este especialista en microbiología trabaja en los laboratorios del hospital jerezano, que atiende a una población de alrededor de medio millón de habitantes, desde 2014, cuando le llamaron de la bolsa. Luchó por volver a su provincia tras años en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y lo logró.

“Cuando llegué no había residentes en el servicio de microbiología. Había una serie de requisitos que impedían tener docencia. Pero a raíz de la pandemia, se dieron las circunstancias y, por fin, después de 15 años luchando, la conseguimos”, explica el doctor gaditano. “Esto es algo totalmente altruista, tú decides echarte esa carga a la espalda, te pagan lo mismo pero tienes más trabajo”, reflexiona mientras sus compañeros asienten con la cabeza.

Un decreto regula que los tutores disponen de 60 horas al año para poder ejercer esta faceta. Sin embargo, la mayoría de las veces ese tiempo queda en tierra de nadie. “No todos los jefes de servicio tienen la capacidad para poder darlas, en los dos últimos años la demanda asistencial ha provocado que sea complicado sacar el tiempo y es una sobrecarga”, detalla Juan Carlos Alados, director de la Unidad de Generación y Gestión del Conocimiento y jefe de estudios del área de gestión sanitaria Jerez Costa Noroeste y Sierra de Cádiz.

Juan Carlos Alados, director de la Unidad de generación y gestión del conocimiento.
Juan Carlos Alados, director de la Unidad de Generación y Gestión del Conocimiento.  MANU GARCÍA

En definitiva, muchas veces este trabajo “te lo tienes que llevar a casa para poder tutorizar correctamente a tu residente”. Los compañeros comparten la confesión de Juan Manuel, que refleja que para introducirse en esta aventura hace falta tener inquietudes. “En algunos casos nos cuesta trabajo encontrar tutores con ese grado de motivación, no es fácil. Yo digo que a los muy buenos profesionales les gusta enseñar a las nuevas generaciones”, dice el jefe de estudios que destaca la falta de reconocimiento a esta figura.

Los tutores forman a las personas que estarán al frente del sistema de salud dentro de unos años. Un esfuerzo extra para que el día de mañana la población esté en buenas manos, que también hacen los residentes. Jornadas interminables, agotadoras, y otras condiciones por las que los sanitarios han salido a la calle en las últimas semanas en toda Andalucía. “Consultas con muchos pacientes, pocos médicos, bajas que no se cubren”, enumera Rocío que menciona la huelga indefinida de médicos de familia.

Aluden a la saturación en la agenda diaria y al escaso tiempo de atención. “Necesitamos tiempo para ver a los pacientes y para explotar lo que nosotros somos capaces de hacer”. Según manifiesta Rafael, “la sanidad en general y la atención primaria en particular necesita un replanteamiento de su financiación y de su desarrollo. Necesitamos que se mejoren las condiciones laborales”.

"Necesitamos que se mejoren las condiciones laborales"

El tutor detalla esos aspectos que los residentes desean que desaparezcan del sistema en unos años. Liliana Pesaressi, de 52 años, afronta su segundo año de residencia en microbiología. A ella le gustaría poder palpar las ansiadas mejoras de un modelo que está debatiéndose en toda España. “Se precisan más facultativos para poder dar un servicio como corresponde, sin sacrificar tanto a los que están al frente”, defiende esta farmacéutica que optó por un cambio laboral después de años entre medicamentos.

Liliana, residente de microbiología, junto a su tutor Juan Manuel.
Liliana, residente de microbiología, junto a su tutor Juan Manuel.   MANU GARCÍA

Ahora, se forma para identificar bacterias, virus o parásitos y poder informar a los médicos sobre qué está atacando a los pacientes para que estos puedan tratarles. “Es un mundo nuevo pero me encanta lo que estoy haciendo, pretendo seguir aprendiendo y emplear estos conocimientos”, comenta Liliana, que aprende junto a Juan Manuel, profesor de la Universidad de Cádiz.

Siempre le ha llamado la atención la docencia y ese componente de satisfacción que se experimenta al ver cómo evolucionan los profesionales. “Participar en la formación de las personas es un gusanito que tenía”, dice el gaditano.

Frente a él, está sentada Raquel Escalera, de 33 años, que interviene tras escuchar al microbiólogo. “Ese gusanillo de enseñar es una forma de entender que has alcanzado también tu objetivo de aprenderlo y tienes la capacidad para enseñarlo a otro”, expone esta cirujana sevillana, natural de Los Palacios.

Raquel, cirujana y tutora en el Hospital de Jerez.
Raquel, cirujana y tutora en el Hospital de Jerez.   MANU GARCÍA

Nota que en su especialidad la labor asistencial de los tutores es aún más imprescindible. “Durante la carrera no te enseñan nada, puedes leer sobre ello, pero cuando te enfrentas a un cuerpo abierto dices: 'Dios mio, cómo aprendo esto'”, expresa.

Raquel, también docente en la Universidad de Cádiz (UCA), se esfuerza para no solo transmitir conceptos sino también ese deseo de conocer. “Todo lo que he aprendido, a parte de por mis inquietudes, ha sido por el equipo humano que he tenido al lado, que ha tenido esa capacidad de darme esas ganas”, valora.

Sus palabras vuelan en la sala donde hay presentes una decena de sanitarios. “Yo tengo muchas ganas de formarme bien, pero supone un sobre esfuerzo que nadie te paga”, manifiesta Cristina Aguilar, jerezana de 27 años.

Ana, tutora de Cardiología, junto a su residente Cristina.
Ana, tutora de Cardiología, junto a su residente Cristina.  MANU GARCÍA

La residente de tercer año en la unidad de Cardiología ya ha notado la gran cantidad de pacientes que acuden al hospital y su consecuente carga de trabajo. “Nos pasamos muchísimo tiempo aquí, y todo son horas de formación”, dice. Afronta las jornadas porque quiere formarse y, en un futuro, también ser docente. Es consciente de que “nadie nos va a quitar horas de trabajo para serlo” y lo único que obtendrá serán “méritos y reconocimiento”.

La vocación es lo que les empuja, sin perder la esperanza de ver algún día el cambio. A Ana del Río, de 36 años, tutora de Cristina, le preocupa la calidad. Esta jerezana fue la primera mujer residente de Cardiología y ha visto una evolución “bastante positiva”, sin embargo, hay que seguir en esa línea. “Se están dando recursos, pero son insuficientes. No hablamos de cantidad sino de la calidad con la que quieres tratar a los pacientes, muchas veces tenemos la sensación de que nos falta tiempo porque vamos muy acelerados”, reflexiona.

Queda mucho camino por recorrer para que los profesionales que darán el relevo a los veteranos no pierdan la ilusión.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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