Más de 10.000 trabajadores desembarcan cada año en Cádiz, la capital europea del paro

La reparación de cruceros llena los astilleros y sus alrededores de mano de obra extranjera mientras produce empleo para cientos de trabajadores locales cada día de faena

Un pescador, en el parque Celestino Mutis de Cádiz ante la popa del crucero 'Carnival Venezia' en el astillero.
Un pescador, en el parque Celestino Mutis de Cádiz ante la popa del crucero 'Carnival Venezia' en el astillero. GERMÁN MESA

Parece una paradoja y puede serlo: una de las zonas con mayor nivel de paro en la Unión Europea (24,9% de la población activa en la provincia según la última Encuesta de Población Activa) recibe al año a miles de trabajadores extranjeros para desempeñar funciones teóricamente codiciadas en el mercado laboral. Desembarcan en el sector naval, la histórica joya industrial de la Bahía de Cádiz.

La industria, según todos los manuales de economía, ofrece más estabilidad y mejor remuneración, mejores condiciones, frente al precario y cíclico sector servicios (hostelería, turismo) o al castigado sector primario (agricultura, pesca). Esa tarea en fábricas, diques, factorías y plantas ha supuesto, hasta finales del siglo XX, al menos, una fuente de riqueza social que repercute directamente en el comercio, el transporte o cualquier consumo en el área de influencia más próxima. Ofrece, sobre el papel, los mejores puestos de trabajo.

El astillero de reparación y mantenimiento, desde la zona residencial más cercana a Navantia Cádiz   GERMÁN MESA
El astillero de reparación y mantenimiento, desde la zona residencial más cercana a Navantia Cádiz.   GERMÁN MESA

Según ese argumento, es posible llegar a una conclusión simplista y burda, xenófoba: miles de personas llegan desde parajes remotos a una de las capitales europeas del desempleo para quedarse con unos puestos de trabajo que, además, serían los más deseados por la población autóctona. Un repaso a las cifras oficiales y a las opiniones de implicados permite comprobar que la realidad es mucho más compleja y diversa. Tiene matices. No es tan sencillo. Hay muchos puntos de vista. Tantos que puede llegarse a la conclusión de que nadie le quita el trabajo a nadie.

La realidad incluye condicionantes dictados por el mercado internacional, por ese gigante llamado globalización. Puede que Cádiz tan sólo sea testigo de una situación que se reproduce en otros lugares del mundo con trabajadores que llegan para desarrollar tareas que los lugareños no están en situación de realizar. Bien porque la mano de obra gaditana o andaluza adolece de falta de formación, bien porque un tejido empresarial concreto que abastezca de materiales y operarios a precios competitivos. Como condicionante esencial aparece también la falta de disposición de muchos trabajadores de la Bahía a realizar esa faena en condiciones -salarios, seguridad y protección social- similares a las que tienen los que llegan. Supondría renunciar a décadas de legítimas conquistas laborales.

Más de 14.000 operarios importados en un año

Para que cada ciudadano de la provincia pueda sacar sus propias conclusiones, nada mejor que las cifras. La llegada de trabajadores extranjeros, hasta de 40 nacionalidades distintas según Navantia, en algunos de los trabajos de mantenimiento y reparación de cruceros comenzó a ser generalizada en el año 2014. Con el parón planetario dictado por la pandemia en 2020 y 2021, no ha dejado de crecer desde entonces. Actualmente es una tendencia. Se produce cada año -salvo esa pausa forzosa- y cada vez en mayor cuantía.

La empresa pública de construcción naval asegura que en 2022 la Unidad de Reparaciones Bahía de Cádiz superó “los objetivos de facturación previstos”. Sus astilleros, con sus trabajadores y los que llegan para cada encargo, trabajaron en 73 barcos. Esa cifra anual tiene un reparto territorial: 40 en el astillero de Cádiz, 25 en San Fernando y 8 en el astillero de Puerto Real. Al menos una docena de estos trabajos pueden considerarse "grandes encargos de reforma y mantenimiento de cruceros". En estos últimos se produce con más frecuencia el fenómeno de la mano de obra internacional.

Los que llegan se encargan de la reforma interior, de la parte 'hotelera', los camarotes y espacios comunes

Las previsiones para 2023 son similares. El astillero de Cádiz ya se cuenta con reservas de dique para doce cruceros, incluyendo el Queen Victoria que fue intervenido de emergencia a principios de año.

De esa docena de proyectos ya han pasado por los diques dos de Royal Caribbean Cruise Line Independence of the Seas y Explorer of the Seas. En estos días de mayo es visible desde varias zonas cercanas el imponente perfil del Costa Venezia. En estos casos, los contratados foráneos llegan dentro del barco que van a reparar. Empiezan las labores desde que parten de origen, Miami en el 80% de los casos. Ya inician la reforma interior durante la travesía, camino a Cádiz.

Al atracar en muelle gaditano, trabajan y pernoctan dentro, incluso hacen algunas de las comidas del día. Cuando termina el encargo, vuelven en el mismo barco. “El hecho de que ya vengan trabajando dentro desde la salida del puerto base, durante la travesía, demuestra la importancia de cumplir con los plazos del encargo”, afirma un portavoz de los armadores.

La frecuencia de estos casos ha creado incluso un término: ‘floteles’ para definir a los barcos que sirven de alojamiento a los empleados de las contratas. “No tienen tiempo que perder porque los armadores pierden mucho dinero por cada día que el crucero no está activo y tienen que recortar los plazos de ejecución todo lo que puedan”, admite José Muñoz de la Federación de Empresas del Metal de Cádiz, Femca.

Un grupo de trabajadores, a la salida de la jornada de trabajo con la chimenea del 'Carnival Venezia' al fondo   GERMÁN MESA
Un grupo de trabajadores, a la salida de la jornada de trabajo con la chimenea del 'Carnival Venezia' al fondo.  GERMÁN MESA

La empresa pública Navantia admite que con cada uno de estos encargos de envergadura y tonelaje llega una media de 1.200 trabajadores extranjeros. Ex profeso sólo para esa faena. Si se toma esa cifra como referencia, el resultado es que en 2022 habrían llegado a la Bahía de Cádiz más de 14.000 empleados efímeros. Sólo en un año. Como referencia comparativa, la ciudad de Cádiz cerró el año pasado con 11.165 desempleados en números totales.

Dos millones de horas de trabajo para las plantillas locales

El primer prejuicio a desmentir es que estas labores de mantenimiento y reparación sólo crean empleo para esos operarios importados. El impacto en el mercado laboral provincial también es notable. “Estos encargos supusieron, el pasado año, empleo para más de 800 trabajadores de la empresa auxiliar como media diaria, incluyendo los trabajos de sostenimiento de la Armada Española en Rota. También como media por jornada, se han necesitado alrededor de 400 trabajadores en Cádiz, 120 en San Fernando y 250 en Puerto Real), lo que ha supuesto más de dos millones de horas de trabajo durante el año”, afirma un portavoz de Navantia.

La división de funciones resulta clave para entender el fenómeno. Esos 1.200 empleados que llegan, como media, en cada gran encargo solo realizan tareas de sustitución, mejora o cambio del equipamiento interior del crucero, de la parte hotelera. Se encargan, por ejemplo, de reformar y equipar la iluminación, la decoración, el mobiliario y las conexiones de los camarotes y las zonas comunes. “Decimos, de modo informal, que una de sus labores es cambiar kilómetros de moqueta en cada barco”, afirma un operario en Puerto Real.

El apartado técnico “el que precisa de mayor capacitación técnica y laboral”, defiende José Muñoz, es desempeñado por personal de Navantia y de las empresas auxiliares de la Bahía. Todo lo que tiene que ver con casco y estructura del navío, motores o tecnología del puente de mando corre por cuenta de personal provincial.

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Trabajos en un crucero, varado en el astillero de Navantia en Cádiz.   GERMÁN MESA
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Trabajos en un crucero en los astilleros de Cádiz, esta semana.   GERMÁN MESA

José Carlos García, ingeniero jubilado del sector militar de Navantia, compara la situación con un taller de coches: “A las empresas del mundo les gusta el taller de Cádiz, creen que es de los mejores equipados, el más fiable para el mantenimiento del coche pero para las labores menores, eso de cambiar la tapicería, limpiar el interior, sustituir el equipo de música o las alfombras, prefiere traer a su propio personal ¿Por qué? No lo sé pero parece claro que es porque a las empresas les trae cuenta, es cuestión de dinero, de costes”.

La patronal admite que la situación es muy positiva pero aspira a más empleos en los grandes encargos: "No somos conformistas"

La conclusión compartida es que los trabajadores que llegan con los encargos de grandes armadores de cruceros a contratas afincadas en Miami (el 90% de los casos) no supone una pérdida de empleos para la Bahía. Al contrario, propicia la creación de puestos de trabajo para vecinos de la provincia. Unos empleos que no existirían sin esas labores de mantenimiento de grandes cruceros. La clave está en si esos puestos de trabajo (en proporción de tres para la industria local por cada cuatro trabajadores extranjeros que llegan) podrían ser más. “Estamos contentos, la situación es buena, tenemos un prestigio internacional bien ganado y podemos sacar pecho, claro, pero queremos avanzar, somos optimistas y no conformistas”, el responsable de la patronal gaditana.

Dar el paso para que empresas andaluzas, con trabajadores de la zona, también puedan desarrollar las tareas que traen a los miles de trabajadores de otras nacionalidades es la clave para Muñoz. “Tenemos un tejido empresarial variado y riquísimo, en una zona del mundo en la que hay grandes hoteles, magníficos equipamientos turísticos. Tenemos empresas especializadas en recolocar moquetas y todo tipo de materiales necesarios para un crucero. No creo que sea por falta de trabajadores y proveedores especializados”, añade.

"Falta información sobre las condiciones que traen"

El mayor obstáculo para que la mano de obra local se haga cargo de una mayor parte de los grandes encargos está en las condiciones laborales de los que llegan. “Nadie las conoce, falta información”, afirman todos los preguntados. En muchos casos, son datos protegidos por la legislación. Se trata de un acuerdo en origen, casi siempre en Florida, Estados Unidos, entre el armador del gran crucero, la contrata elegida y sus trabajadores. Sindicatos y patronal en la Bahía de Cádiz coinciden en que es Navantia la que tiene que tratar de acercarse a esos números, a esas realidades, para poder actuar en consecuencia, para competir con ofertas atractivas.

"No es problema de la industria auxiliar sino de Navantia como empresa matriz. Tenemos personal cualificado para hacer cualquier trabajo dentro de las instalaciones de Navantia", ha llegado a señalar en este debate público el secretario general de Industria de UGT Cádiz, Antonio Montoro: “El bajo precio ofertado por las obras provoca que sólo puedan acudir a estas obras las multinacionales”, añadía. Era la respuesta a la queja del presidente de Navantia, cuando aseguró en un acto en la ciudad de Cádiz: “Tenemos que afrontar las debilidades para que no tenga que venir gente de fuera a este centro de reparaciones para hacer determinadas labores".

La patronal Femca ha creado una “mesa interna de debate” para tratar de avanzar en la obtención de más puestos de trabajo, dentro de esos grandes encargos, para las empresas auxiliares locales.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o integrado tertulias de Canal Sur Radio, Cadena SER, Canal Sur Televisión, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción ("no sabía que existiera ese género", dice) 'Ya vendrán tiempos peores' (Editorial Cazador, 2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blog como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el 'podcast' de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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