“Plié, relevé y estiro”. En el pabellón Vega Vega Veguita de Jerez, Ángela, Lucía, Claudia o Nayra, agarradas a una barra, realizan movimientos con sus pequeños pies. Con el cuerpo erguido, concentradas en los pasos que marcan sus entrenadoras, practican un deporte que combina danza, teatro y ejercicio. De forma armoniosa, completan equilibrios, flexiones o rotaciones propios de la gimnasia rítmica.
“Ví a una youtuber practicarlo, me gustó un montón y me apunté”, dice Paula Rodríguez, jerezana de 14 años, una de las chicas que forma parte del club United Jerez. Junto a sus compañeras, entrena con energía desde que esta iniciativa deportiva echó a andar en el pabellón en 2019.
“Esta ha sido mi mejor temporada”, comenta la adolescente a la que le encanta dejarse llevar por las coreografías. Para ella, lo más difícil es la flexibilidad que requiere esta disciplina, además de otras posturas. Con el pelo recogido, vuelve a estirar sus piernas bajo la atenta mirada de Andrea González Llanos Gallardo.
Este chiclanera de 30 años es la fundadora de este club que se abre paso en la escena deportiva con buen pie. Ilusión no le faltan a las 29 federadas y las más de 80 gimnastas que lo componen. Todo comenzó hace cuatro años, cuando Andrea se planteó poder entrenar a otras niñas que comparten la misma pasión que ella. “Yo no tenía pensado montarlo, fue una oportunidad”, expresa mientras las pequeñas mueven con gracia unas cuerdas.
Cuando estaba estudiando una carrera de ciencias ambientales —tras haber comprobado que su primera elección, ingeniería química, no le entusiasmaba— se mudó a Jerez. “No sabía qué hacer con mi vida y me vine a trabajar como camarera, pero una amiga me dijo que necesitaban a una entrenadora de gimnasia rítmica en una ludoteca y acepté”, cuenta a lavozdelsur.es esta enamorada de los saltos o los giros con aros.
Andrea comenzó a practicar este deporte con cinco años y, desde entonces, siempre ha estado ligada a él. Entró en el grupo de competición desde que se apuntó y creció muy rápido. “Mi entrenadora era búlgara, me vio muy chiquitita y delgadita y le llamé la atención. Siempre digo el que físico no tiene nada que ver. Ella me metió y a partir de ahí empecé a crecer”, recuerda.
En tres años se convirtió en campeona de Andalucía y, de inmediato, entró en la categoría de alto rendimiento para luego competir en las pruebas nacionales. Con su experiencia y el cariño que muestra por la gimnasia rítmica, se aventuró a crear su propio club al que bautizó United cuando se encontraba preparando toda la documentación necesaria para incorporarlo en el registro andaluz. “No sabía qué nombre ponerle y una madre me dijo que fuera United, de unión, como el Manchester United”, dice risueña.
Todo iba sobre ruedas, pero llegó la fatídica pandemia mundial que paralizó su actividad. Las pequeñas no podían entrenar y el club permaneció estancado hasta que todo volvió a la normalidad. “El primer año me había ido super bien, además estaba trabajando en un centro de ocio familiar 'indoor' y había muchos cumpleaños. Estaba que ni me lo creía, pero de repente, la pandemia...”, suspira.
La tempestad pasó y, en la actualidad, niñas de entre 3 y 17 años disfrutan de los entrenamientos en este pabellón y en los colegios Los Salesianos y Sage Collage. Aunque el club da la bienvenida a cualquier persona interesada, todas sus gimnastas son de Jerez. Claudia Silveira es una de ellas. La joven deportista, de 11 años, acaba de completar varios saltos con la cuerda en la pista.
“Siempre me ha gustado, desde pequeña he querido ser campeona del mundo”, dice mientras mueve la cuerda de un lado a otro. En los cuatro años que lleva practicando, Claudia, de las primeras socias que se apuntó, ha preparado coreografías en las que, según recalca, lo importante es “la coordinación”.
Andrea supervisa los movimientos de las pequeñas, que se esfuerzan por mejorar la técnica. “Este deporte es de los más sacrificados. Te tiene que gustar de verdad, porque es un poco masoquista. La flexibilidad llevada a un extremo lógicamente es dolorosa”, explica la entrenadora que también alude a la dificultad existente a la hora de hacer giros, saltos o equilibrios con aparatos.
En sus entrenamientos utiliza cintas, mazas, pelotas, cuerdas y aros. La destreza de las niñas en los diferentes ejercicios les ha llevado a brillar con luz propia desde que arrancaron en la competición. En total, el club acumula 59 medallas. Según comparte Andrea, “estamos teniendo buenos resultados y algunas niñas llegan a categorías más altas. A ver si el año que viene vamos a las nacionales”.
Con esfuerzo y dedicación, este club echa raíces y sigue adelante trabajando duro. Este fin de semana participan en un torneo mientras que se preparan para continuar en las pruebas andaluzas. “En la primera fase un conjunto de prebenjamín ha quedado tercero de Andalucía de 18 equipos”, cuenta Andrea, orgullosa de sus niñas.
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