La otra 'Lotería' se juega en La Janda y tiene siete siglos de historia

Vejer y Barbate celebran, cada cuatro años, el sorteo de las Hazas de Suerte, unas tierras comunales cuyas rentas se reparten entre los vecinos. El origen del ritual tiene más de siete siglos de historia, durante los que la localidad vejeriega ha ido perdiendo tierras que sigue reclamando hoy día

Las cobijadas, extrayendo las bolas del sorteo de Hazas de Suerte de Vejer.
Las cobijadas, extrayendo las bolas del sorteo de Hazas de Suerte de Vejer. JUAN CARLOS TORO

“5.021… 3.895… Haza primera, caballería segunda, del partido de Esparragal, tocó a… viuda y menores de Luis [apellidos]; 8.031… 4.142… Haza primera, caballería tercera del partido del Grullo, tocó a viuda y menores de José [apellidos]”. La fórmula se repite, una y otra vez, hasta 232 veces, que son los lotes de tierra de labranza que la localidad de Vejer de la Frontera sortea cada cuatro años, coincidiendo con los bisiestos. Son sus Hazas de Suerte. Este 2020, marcado por las restricciones de la pandemia, con aforo limitado en el teatro de San Francisco y una pantalla instalada en la plaza Miguel Ángel Blanco, donde se sigue el sorteo en directo.

La cobijada mayor y de honor —las representantes de la mujer vejeriega, elegidas anualmente durante las fiestas patronales— son las encargadas de extraer las bolas de los bombos. En uno están las hazas, en otro los nombres de las unidades familiares de Vejer que entran ese año en el sorteo. El padrón, actualizado por última vez en 1996, incluía entonces 3.649 unidades familiares de la localidad. Este año ya quedaban 1.445 antes y 1.213 después del sorteo. Hasta que no se extraigan todas las bolas, no se vuelve a actualizar el padrón, es decir, que tarda unos 40 años en renovarse.

“No sorteamos la tierra, sorteamos la renta que produce”, explica Juan Jesús Cantillo, doctor en Historia y director del Museo de Arqueología e Historia de Vejer, cuando atiende a lavozdelsur.es. “Una haza es un lote de tierra y son de suerte porque se sortean”, agrega. Cada lote, en forma de lengua alargada —“para que a todo el mundo le toque tierra buena y tierra mala"— tiene una media de 12,5 hectáreas. Entre todas abarcan un total de 3.500 hectáreas. Hay campesinos que trabajan esas tierras de por vida, los llamados asentados, que incluso pueden transmitir la herencia a sus hijos —en caso contrario, pasa a la junta de hazas—. Cada año, por San Miguel, los asentados abonan al Ayuntamiento la renta —una media de 1.000 euros anuales—, que luego se le paga al agraciado en el sorteo. Unos 4.000 euros durante los cuatro años, que puede recibir de forma escalonada o de una vez, si negocia con algún banco.

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Los bombos contienen las hazas y los nombres de los vecinos. Autor: Juan Carlos Toro

Cristina Pinto es una de las afortunadas. “Me acabo de enterar”, dice cuando habla con lavozdelsur.es. “Estamos muy contentos porque a mi padre le hacía mucha ilusión, aunque en vida no lo pudo conseguir”, dice. “Es algo simbólico más que económico. Esto queda en la memoria de las personas mayores, si no les toca se van con esa pena”. Francisco Duarte es otro de los agraciados. Mientras sigue el sorteo por la pantalla instalada en una plaza de la localidad, escucha su nombre, y rápidamente coge el teléfono para comunicarlo a su familia. “No he escuchado bien qué tierra es, después mi hijo me llamará”, expresa. Él, que lleva 15 años jubilado, espera cobrar la renta y repartirla entre sus hijos. “Algo tendré que darles”, dice entre risas.

Cerca suya, Antonio y Manuel, padre e hijo, siguen con atención el sorteo. “Estoy deseando que me toque ya, tengo 92 años y me casé hace más de 60 años, ya está bien, ¿no?”, señala Antonio García, quien cuenta que su mujer está en casa pendiente del sorteo de la Lotería de Navidad, y él de las Hazas de Suerte. “Coges algún dinero, aunque no mucho, pero lo que hace falta es salud”, expresa. Su hijo, Manuel, que suele seguir el sorteo en el teatro, lo hace este año en la calle por las restricciones de aforo que marca la pandemia. Él confiesa que está “nervioso” y asegura que “es una tradición que ilusiona al que le toca”.

"Las hazas están repartidas por todo el término municipal, eso ha frenado que haya grandes latifundios en Vejer”, reseña Cantillo, uno de los historiadores que trabajó para que las Hazas de Suerte fueran inscritas en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía como Bien de Interés Cultural (BIC), conseguido este mismo año, y redactor de la candidatura para que la Unesco las reconozca como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. “Las Hazas de Suerte y el sorteo han sido un patrimonio celosamente custodiado por los vecinos y vecinas de Vejer de la Frontera a lo largo de su centenaria historia, como algo único, propio, una seña de identidad clara que comparten vecinos de toda condición social”, recoge la candidatura, elaborada en 2015.

El ritual tiene su origen en el siglo XIII. “Cuando Vejer pasa de manos musulmanas a manos cristianas, estuvo despoblado durante 25 años, porque al ser zona fronteriza era muy convulsa”, cuenta el historiador Juan Jesús Cantillo. El rey castellano Sancho IV, para incentivar el asentamiento cristiano en la localidad, implantó rebajas fiscales y entregó una serie de lotes de tierras de labranza (hazas) por las que no tenían que responder ante señor alguno, porque eran propiedad del común de vecinos. “El sorteo se inició en 1566 y se ha mantenido de manera inalterable hasta el día de hoy. Primero cada tres años y desde 1580 cada cuatro años. Desde 1944 se hace coincidir con el 22 de diciembre de los años bisiestos”, agrega Cantillo.

Alonso Pérez de Guzmán, Guzmán el bueno, recibió en 1307 de manos del rey Fernando IV el señorío jurisdiccional sobre la villa y término de Vejer, tanto a él como a sus herederos como futuros duques de Medina Sidonia, a condición de que respeteran la propiedad comunal de las hazas. Lo hicieron hasta el siglo XV, cuando el duque empezó a arrendar las hazas, ya que se consideraba dueño y señor de Vejer, incluyendo las tierras comunales. Un campesino vejeriego, Juan Relinque, mozo de espuela del duque —quien lo enseñó a leer y escribir— inició una lucha que se prolongó durante un cuarto de siglo, y que se decantó a favor del pueblo. 

Relinque, nombrado personero del común en 1535 —una figura similar a la actual del Defensor del Pueblo—, accedió a archivos donde se reflejaba el arrendamiento de las tierras comunales, ante lo que se rebeló. “El pueblo se levantó”, dice el historiador Cantillo. “Relinque era un pequeño agricultor, con dotes persuasivas para defender los intereses del pueblo”. El campesino consiguió una provisión real para poder demandar al duque ante la Audiencia de la Real Chancillería de Granada, donde viajó en burro —un trayecto que duró unos trece días— para demostrar que se estaba apropiando de tierras que pertenecían a Vejer. El duque llegó a denunciarlo por generar un motín, lo detuvo y lo trasladó a la prisión de Sanlúcar, pero Relinque aguantó. El pleito duró 25 años y se resolvió cuando el propio campesino y el duque habían fallecido. “Contra todo pronóstico, porque era un campesino pleiteando contra un grande de España, tres jueces dictaminaron a favor de Vejer”, dice Cantillo. Cuando terminó el pleito había más vecinos que hazas, por lo que se empiezan a sortear.

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Vecinos de Vejer, siguiendo el sorteo de las Hazas de Suerte en una plaza. Autor: Juan Carlos Toro​

Juan Relinque murió el 10 de septiembre de 1554, sin descendencia y sin saber que doce años después iba a ganar la batalla judicial contra el duque. Desde 1566 se fija el sorteo de las 356 hazas que tenía Vejer entonces. Este 2020, el vejeriego Juan Begines recoge el legado de Relinque como personero del común —o síndico procurador—, una figura que encarnará durante cuatro años. "Es una responsabilidad muy grande”, expresa momentos antes del sorteo. “Espero estar a la altura de lo que supuso este héroe local, que luchó contra las ambiciones del poder feudal para que estos derechos, que venían disfrutando los vecinos de Vejer concedidos por el rey, sigan hasta hoy”.

El personero del común se elegía cada año, durante la Edad Moderna, para que fuera el portavoz y defensor de los intereses vecinales ante las autoridades del señorío y, en el caso de Vejer, ante la propia Corona. “La figura actual no es de adorno, trataré de enriquecerla y darle contenido”, dice Begines durante su discurso, tras el que reivindica las hazas perdidas durante estos siglos, entre ellas, las 124 que se quedó Barbate cuando se independizó de Vejer en 1938, en plena Guerra Civil. “Reivindicamos esas hazas, que fueron adjudicadas a su patrimonio, por ir contra la normativa del propio reglamento de hazas y del común sentir de la población”, dice Begines, quien para el alcalde de Vejer, Manuel Flor, es la “persona más significativa” que puede ostentar este cargo.

Las Hazas de Suerte recaen cada cuatro años en 232 unidades familiares de Vejer —diez de ellas, automáticamente, en los vecinos de mayor edad—, inscritas en un padrón donde están vecinos nacidos en la localidad, casados con algún residente o que lleven empadronados al menos 20 años en el municipio. “No entran todos los vecinos, sólo un representante de cada unidad familiar”, reseña Juan Jesús Cantillo. “Cuando le he tocado a todo el mundo se renueva el padrón y entran todas las unidades familiares”, agrega, calculando que la próxima actualización será en la década de 2030.

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Un momento del sorteo de Hazas de Suerte de Vejer. Autor: Juan Carlos Toro

Las hazas 'perdidas'

Barbate se independizó de Vejer en 1938, en plena Guerra Civil, momento en el que se quedó con 124 hazas, que todavía le reclama el municipio vejeriego. En su momento, hubo un intento de rebelión, al estilo de la emprendida por Juan Relinque varios siglos atrás, pero no tiene el mismo éxito. "Hay que entender el contexto de la época", dice el historiador Juan Jesús Cantillo. "Estábamos en plena guerra, Barbate era un pueblo afín a Franco y se silenció al pueblo", agrega. "La normativa decía que todo vecino que se fuera de Vejer perdía el derecho a participar en el sorteo", señala, pero en este caso no fue así.

Por eso Barbate, celebra su sorteo de hazas un día después que Vejer, el 23 de diciembre, algo que viene celebrando cada cuatro años desde 1940. El padrón es de 1960. Este 2020, por primera vez, se ha celebrado a puerta cerrada por la pandemia. Como novedad, se han reservado diez hazas para las personas vivas más longevas del padrón, y se ha retransmitido de forma online, y en lengua de signos, para hacerlo a ccesible a personas con necesidades comunicativas especiales.

“Ojalá haya tocado en las familias que más lo necesitan en este tan complicado año, aunque gracias a la Lotería de Navidad por este precioso número que nos ha brindado una lluvia de millones en este sorteo, igualmente os deseamos a todos que tengan buena mano y que las hazas repartan suerte", expresa el alcalde, Miguel Molina, en referencia a los 45 millones de euros que dejó La Lotería en la localidad. Además de estas 124 hazas, Vejer también reclama los terrenos cedidos por Barbate al Estado para la construcción de un campo militar de adiestramiento de la Armada en la Sierra del Retín, en los años 80 del siglo pasado. El personero del común, desde luego, tiene faena por delante.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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