Martín Gómez y Tomás Sampalo son dos de los capataces de referencia en una Semana Santa de referencia para Andalucía, la de Jerez. Viven este 2021 con las miras puestas a 2022, y dejando atrás 2020. No tiene nada que ver, cuentan los cofrades, perder la celebración a causa de la lluvia que del coronavirus. Porque, como en tantas cosas en la vida, hay que subrayar el camino de expectación y no solo el final, el día de procesión. El virus arrasa con todo. Éstas son las historias de Sampalo y de Gómez. Dos entrevistas que tratan de ofrecer un dibujo sobre qué es la Semana Santa más visual, la que no estará en las calles cuando llegue la primera luna llena de primavera. Otro año cruel en el que el incienso va por dentro y los sentimientos tienen forma de recuerdo del pasado.
"Le debo muchísimo a las cofradías, a Cristo, a María. Me han permitido ponerme frente a un paso"
Martín Gómez (Jerez, 1963) es una de las personas que, sin ser político ni futbolistas, en más fotos haya salido de la ciudad. Sus golpes de martillo, sin ser necesariamente más expresivas que las de otros, tienen la fuerza de quien conoce su importancia. Frente a la iglesia de San Marcos pasa un coche con marchas de Semana Santa puestas. De todos los que pasan a eso de las seis de la tarde, es el único al que no conoce prácticamente: "¡Adiós, Martín!". Martín no lleva en la radio del coche las marchas de Semana Santa todo el año. Cada cosa tiene su tiempo. Y de esa manera le ha ido bien, viene a decir.
Comenzó en la Santa Cena, hermandad a la que ha estado más ligado con el paso de los años, la que ha marcado su trayectoria. Llegó en los ochenta, otros tiempos, casi siglos en cuanto a evolución. "El paso se arrastraba", rememora. "Las cofradías deben emplearse al máximo en el mejor vestidor, la mejor banda, la mejor cuadrilla, y en lo que entiendan que es el mejor capataz. Porque es una manera de que aquel que no entiende se pare a ver a un Señor o al Palio".
En aquellos años "no miran al Cristo porque el paso se arrastra, pero porque les da pena del sufrimiento. Llegó al final una serie de gente que nos preocupamos de que los pasos tuvieran otra estética. Eso sí, no voy a decir que no anduvieran dignamente. Tenían muchas limitaciones. Daban el máximo. Hoy estamos acostumbrados hasta a tener demasiadas personas en los pasos, y eso nos hace no esforzarnos como debiéramos". Así, "llegamos gente de abajo, pensando en que había que cambiar. Se sentían quizás dueños de los pasos aquellos costaleros, había que abrir las puertas. Me preocupaba que les pasara algo grave, y soy responsable. Y pensar que mi Imagen vaya lo más dignamente. Porque si miran a un paso que se arrastra, no miran a Cristo y a María. Y esa es mi misión. Por mucho que puedan decirme mercenario por sacar ocho pasos".
Esa gran cantidad de trabajo llega "por un gran compromiso con Cristo y con María. Me han regalado lo que siempre he deseado toda mi vida, ponerme frente a un paso. Yo tenía esa necesidad de saber qué pasaba ahí debajo, independientemente de mi condición cofrade. Sentía pasión. Y llevo 37 o 38 años. Le debo mucho a las cofradías, a Cristo y a María", dice emocionándose sin ocultarlo. "A La Cena, a la Virgen de la Soledad. Quiero que sientan eso. Que miren a las Imágenes. Que la gente se pierda, se embobe si el Cristo ha hecho un costero infinito, por una levantá, cómo al golpe cuarenta personas, cada uno con una técnica distinta, se eleva", dice mientras de un pequeño golpe decidido sobre un asiento de madera al fondo de San Marcos a modo de martillazo.
"Jerez se reinventa de sus duquelas gracias al Señor y la Virgen en Semana Santa. Eso es lo que se pierde ahora"
Tomás Sampalo (Jerez, 1972) insiste que "la palabra Esperanza es la más repetida desde marzo, incluso entre no creyentes". Lo dice a apenas unos metros de la Esperanza de La Yedra, la Virgen de la Plazuela, barrio flamenco de Jerez, de cuyo paso es capataz. Su hermandad de madrugada está teñida de ese espíritu flamenco de Jerez, de San Miguel, entre la soleá y la bulería. De pasos gigantes bajo el paso, de maderas que crujen y de saetas. La Yedra -la Sentencia, la Esperanza- sale de madrugada vestida de verde de fuego fatuo por Empedrada y se recoge a la mañana por calle Sol. "La Esperanza es la luz en el mar". Qué menos de San Miguel. "Hay mucha gente que falta en nuestra Hermandad, y la economía de la Semana Santa languidece. Pero yo estoy convencido de que esto va a pasar y recuperemos la vida que teníamos".
Sampalo mira atrás, a 2020, y recuerda cuando estaban encerrados en casa. "Ahora, dentro de casi tres semanas, estaremos casi en una normalidad. Muchos nos vamos a preguntar: ¿y por qué no?", reconoce. "Va a enfrentar razón y corazón. Porque podemos ser menos de 500. 2020 fue duro y se nos fue. Y 2021 se nos ha ido como un punto en el horizonte. 2022, cofrades a la calle. Si las vacunas que prometen cogen ritmo, ¿por qué no?". Grupos burbuja. "Claro, con otros protocolos, ¿por qué no? A lo mejor hay que reeducar el hábito del costalero dentro y fuera del paso. Es un trabajo en unas condiciones concretas durante unas horas. Si damos por perdido ya 2022, pffff, ¿de qué se alimenta nuestra alma?". De Esperanza.
Jerez pierde sin Semana Santa, dice Sampalo. "Los pasos en la calle son el turismo, hostelería, economía indirecta de transporte, moda, peluquería... Y en el plano afectivo, pierde mucho. Porque Jerez siempre se reinventa de sus fatigas, de sus duquelas, y cada uno con sus propias devociones, pero siempre de la mano del Señor y de la Virgen. Es complicado o imposible de suplir sin Semana Santa".
La labor del costalero, dice, es que "esas personas que sufren todo el año, con su enfermedad, sus problemas, tengan un instante con la Virgen. Que formen un instante de armonía para que tú tengas un instante mágico. Y la Virgen de la Esperanza es un huracán como gestores de ese amor. Si te paras a ver las caras de las personas, se refleja la fe, se escuchan las oraciones... Te das cuenta de que somos afortunados. En un abrir y cerrar de ojos estás de recogida. Son muchos sentimientos de orgullo, generosidad, servicio, comunión...".
"Ser capataz no es una competición"
Una de las grandes facetas de Martín Gómez, quizás más ocultas, es su pasión para la fotografía, que vive, como todo lo que hace, demuestra, con emoción. Y no es tampoco ajeno al fenómeno de las redes sociales. "Hay costaleros que se hacen la foto para subirla a sus redes y lo que menos se ve es el Señor. Son personas dentro de una sociedad, y las corrientes de instagram y facebook les lleva a compartir ahí su día a día, dentro de lo que está ser costalero. A mí no me gusta, y hasta me pueden decir que por qué me echan la foto" mientras ejerce como capataz, algo que, evidentemente, no controla.
Ya lo vivió en el pasado cuando en San Marcos se realizó un proceso de selección para la cuadrilla de la Santa Cena. "El año de la igualá única veía en facebook a algunos que compartían mensajes como 'Señor, que sea lo que Tú quieras, que estoy aquí'. Y cuando empezó la charla les dije que el Señor no tiene facebook. Porque el mensaje era para mí. Y lo entiendo. ¿Por qué no nos quedamos con lo bonito de esa parte? Toma cualquier arma para no dejar de ser costalero de su Cristo. Es respetable. No es una pistola tampoco. A eso nos lleva la sociedad. El costalero y la Semana Santa en general son reflejos de la sociedad".
Eso sí, no le gusta ver procesiones de años anteriores. "Las vivencias ante un paso y debajo de él son irrepetibles. Son casi imposibles de captar. Solo con la amalgama del humo, en la salida, eso es parar un instante de emoción. La fotografía recuerda; la Semana Santa te hace revivir. Y eso es lo que no me gusta, porque es irrepetible". A la vez, "no podemos dejar de analizar el trabajo que hacemos aunque no sea una competición. Veo esos vídeos para analizarlo, pero no nos lleva eso a ser obsesos. Eso tiene su tiempo. Y no le habré dedicado poco. Pero no puedes pensar solo en Semana Santa, como tú no puedes pensar solo en periodismo y Esteban en fotografía. Porque haríais un peor trabajo. Tienes que tener vida para trasladarlo aquí".
Como capataz, además, tiene más detalles que a quien no conozca a Gómez pueda sorprender. Como que recele de las cañas de la cuadrilla "cuando son forzadas, porque hay quien las fuerza para tener una cuadrilla. Si surge, sí, me tomo las cañas. Podemos hablar de muchas cosas. De política, fútbol". El cariño y la amistad son distintas. Amigos fuera y dentro de cuadrillas. Tener otra vida. Y no por eso darle menos valor. Porque hay quien se ha acercado a él por lo personal "para cargar aquí. Eso, mucho. Es como todo. Llevo desde el 84 de capataz. Yo hice las cosas y llegué, pero no hice las cosas para llegar. Sé lo que soy. Con ilusiones, pero sin codazos ni zancadillas. Nadie puede poner eso en mi currículum".
Además, como capataz, "es la gente quien me tiene que definir. Yo me defino como persona honrada, con muchísimos errores, pero con honestidad. Habrá quien diga que es mentira, pero por la noche duermo tranquilo. He tomado decisiones complicadas, como hacer relevos al acabar la Cuaresma, aunque lo haga alguien de tu equipo. Por bien o mal que te caiga, se merece eso, o por lo que le viene mejor. Quizás lo necesito en Tornería y no en la recogida. A veces, el costalero, no lo entiende. Como un jugador de fútbol. Cada uno tiene su visión. Pero al final la decisión la tomo yo. Y nunca sabes, en realidad, si te has equivocado".
"Pienso cada día en mi oficio. Salgo a correr con marchas de Semana Santa"
Sampalo reconoce que es de aquellos que dedican todo el año a su pasión. Más que a la Semana Santa, "pienso cada día en mi oficio, pienso en costaleros, capataces... Aparte de familia, trabajo, amigos... Mis tres pilares son las cofradías, el Rocío y el deporte. Salgo a correr con marchas de Semana Santa puestas. No escucho otra música: o marchas o sevillanas", indica.
Atrás quedan los años previos internet, cuando el contacto con la Semana Santa fuera de Cuaresma eran "algún libro, coleccionables, láminas... Hoy podemos consumir, entiéndase la expresión, Semana Santa todo el año. Me he pasado todo el confinamiento viendo vídeos de 2018 y 2019, todo lo que me he cruzado".
Todo tiene ese fin del oficio, el que ha ido evolucionando tanto, desde aquellas cuadrillas pagadas hasta la explosión vivida desde los 80, con un enorme seguimiento y pocas veces falta de voluntarios para dejarse la espalda. "No creo que haya tipos de capataces, sino capataces con personalidad", señala sobre cómo se definiría. "El capataz es un gestor de grupos para aunar voluntades, de un trabajo serio y disciplinado, pero creo que debe hacerse disfrutando. Me considero sobre todo un apasionado, sin perder de vista el sentido que tiene lo que hacemos. Mientras otros querían ser futbolistas, yo ya quería ser capataz".
Y dentro de esa figura protagónica y desbordada del capataz, reconoce que "hemos contribuido a ello, algunos más que otros. Me cuesta entender por qué las decisiones que nos afectan tienen el doble de repercusión. Se generan cismas cuando las juntas de gobierno toman esas decisiones, cuando hay personas que trabajan más", desde mayordomos, hermanos mayores hasta floristas.
"De ellos nadie se acuerda, nadie los entrevista". Por eso, "creo que ese protagonismo debe cambiar y repartirse. Posiblemente, por el boom que hubo entre jóvenes en el mundo de las trabajaderas, y es un tema de redes sociales". Esa pasión, para quien no conozca lo que mueve, se puede contemplar en una de las vivencias extracuaresmales de Tomás Sampalo. "El hijo de un amigo mío hizo la Comunión. Fui cuando cortaba la tarta en formato regalo, porque mi amigo estaba seguro de que no haría nada que le hiciera más ilusión que tener en su Comunión al capataz de su Cristo. Le regalé una molía y una faja".
"La Fe es verdad"
Dentro de las muchas cofradías que ha llevado Martín Gómez se encuentra el Prendimiento, la del barrio de Santiago, la de historia flamenca y gitana. "En cada lugar tienes que trabajar con una idiosincrasia. En el Prendimiento dije el primer día que sabía su idioma. Yo así lo creía. Yo no entiendo de compás, pero sí de tiempos. Les dije: "¿Saben lo que es un pase de Paula? Tira la mano adelante, hasta que hace así" -dice acompañando su mano imitando al matador jerezano-, "pues ése es el tiempo de una levantá a pulso aliviado. Se levantó como no se había levantado un paso a pulso aliviado nunca. Hay que hablar en el idioma de cada cuadrilla. No vale parecer emocionado sin en realidad estarlo, sino tener un discurso para esa cuadrilla. A veces es que hemos sido muy papistas. No puedes ensayar un viernes si la mitad de la cuadrilla tiene conciertos el fin de semana. Hay que adaptarse, sin bajarse los pantalones. Ahora, cuando te adaptas, tienen que dar ese trabajo. Nos faltan que nos den el título de recursos humanos", ríe.
El objetivo es "contagiar lo que sientes". Gómez se emociona cuando habla de su devoción y cómo ha tratado de transmitirla allá donde ha estado como capataz. "Esto tiene que contagiarse. La Fe es verdad. Podrá estar más de moda venir a la Iglesia, y aunque haya gente que quiere destruir. Pero creo que estamos necesitados de ver esa verdad. Hay peleas en las hermandades, pero como discutimos entre hermanos. Ésta es mi familia y mi vida. Esto da el inmenso don de emocionarte, por eso es verdad. Emocionarte sin pensar en nada... Uf. Es un trozo de madera sacralizado, pero un trozo de madera que une familias, amigos, y trasciende por eso. Faltarle el respeto a eso es muy grave, es a una persona y a un pueblo. Es folclore, pero está arraigado a una vivencia. La sociedad pierde esos lazos, costumbres...".
Eso es a su juicio una de las importantes cosas que pierde Jerez sin Semana Santa este 2021. "El año pasado lo pasé muy mal. Se me hizo muy duro desde el Sábado de Pasión. Porque debajo de un paso hay muchas cosas. Creo en esas personas. En la unión que se genera". Relata cómo una tragedia a causa del coronavirus ha unido a dos personas que comparten cuadrilla, que sin ser amigos se quieren, procedentes, si pensamos a nivel de clases, de dos sociedades distintas dentro de Jerez. "Para ser costalero, primero, hay que ser buena persona. Esa es la vida que echo de menos. La vida está llen de momentos y en las cofradías no tiene explicación si te echas a llorar viendo una Imagen. Esto está lleno de amor. Y no hay nada que lo vaya a sustituir. Vendremos el Lunes Santo aquí".
Con todo, no se la juega. "Tengo mucho respeto a este bicho, que no para de mutar. No quiero ni que se levante ni lo de las seis de la tarde hasta que se aclare. Tengo Fe, Esperanza. Posiblemente no conozcamos la Semana Santa que conocíamos en 2022. Pero espero que podamos vivir algo muy cercano. También somos muy buenos en la Iglesia, porque piensas en las reuniones de hasta 500 personas... Que ojo, hay quien pueda pensar que es un comentario machista y no lo es, pero aunque dejen reunirse hasta 500, creo que este año no puede salir en Semana Santa", aclara.
"La Semana Santa de Jerez está en proceso de revisión. Pero no le sobra nada"
En estos periodos en los que la pandemia obliga a parar, es también momento de reflexión sobre el cómo y el qué. "Estamos desde hace años en revisión. Desde cambio de días hasta de itinerarios. Lo que sí tengo claro es que a la Semana Santa no le sobra nada", incide Tomás Sampalo.
"Sí diría que en la Madrugá, a las cofradías con tanta solera que hay les falta un poco de público. Puestos a pedir, faltan quizás respeto y tolerancia. A todo el mundo no le puede gustar la Semana Santa. Pero merece ser más respetada en una sociedad cada vez más laicista. A mí no me gusta la Feria y la respeto". Porque "es multidisciplinar. Si no la vives desde la Fe, la puedes vivir desde el arte, la costumbre, o desde la antropología, las relaciones humanas... Generamos un flujo económico enorme en la ciudad. Hay muchos hogares que se benefician, mientras se realiza un gran trabajo en acción social o quitar jóvenes de otras historias más complicadas".
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