Una de las instancias.
Una de las instancias.

Una vida de novela y un misterio sin resolver que señalan a Cádiz como el lugar donde se abre un paréntesis en la vida de Federico Escofet Alsina, un capitán de caballería que fue uno de los principales ayudantes de los presidentes de Cataluña Maciá y Companys durante la Segunda República y la Guerra Civil. Fue también el creador de los servicios de inteligencia de la Generalitat republicana y jefe de Seguridad de la Presidencia.

 

Escofet Alsina nació en Barcelona el 12 de julio de 1898. Sus padres eran oriundos de Cadaqués. Una vez cursados los estudios de primera y segunda enseñanza, ingresó en la Academia de Caballería de Valladolid, donde obtuvo la graduación de alférez en 1919 y fue destinado al Regimiento de Caballería de Santiago, de guarnición en Barcelona. Poco después, ingresó voluntario en las tropas Regulares Indígenas de Larache, destacadas en Alcazarquivir (Marruecos, 1920-1922) donde resultó tres veces herido en combate. En 1923 volvió al regimiento de Caballería de Santiago, y tres años más tarde asciende a capitán. Fue a partir del año 1930 cuando su carrera se focaliza en Cataluña. Durante el régimen dictatorial de Primo de Rivera, abandona el Ejército español e ingresa en el cuerpo de las Esquadres o Escuadras catalanas. En abril de 1931, proclamada la República catalana, el president Macià le encarga la organización de las nuevas funciones de las Esquadres y pasa a ser el capitán de este cuerpo. A la muerte de Maciá, Lluís Companys fue nombrado presidente y en octubre de 1934 participa activamente en el levantamiento armado contra el gobierno de la República defendiendo el Palacio de la Generalitat.

 

Aquel 6 de octubre de 1934 tuvo lugar la proclamación del Estado Catalán por parte del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, en el marco de una huelga general revolucionaria. Estos hechos venían precedidos de una grave crisis política entre Madrid y Barcelona, y un creciente clima de exaltación nacionalista, lo que favoreció las actividades paramilitares y de propaganda separatista de las Joventuts de d’Estat Catalá (dirigidas por Josep Dencàs) y de otros grupos paramilitares. Dencàs logró la Consejería de Gobernación tras reprimir duramente al movimiento anarcosindicalista, apoyado por los “escamots” y otras milicias nacionalistas. El 5 de octubre se declaró la huelga por parte de Alianza obrera de Cataluña, aunque sin el apoyo de la CNT. Dencàs intentó reprimir la huelga, pero su problema eran la fuerzas de orden público, sólo contaba con unos centenares de mozos de escuadra y algunos guardias de asalto, según recoge el propio Archivo Histórico Provincial de Cádiz en el archivo destacado que ha elaborado sobre la figura de Escofet y su estancia en Cádiz.

 

Por su participación fue condenado a muerte por el gobierno de la República, pena que le fue conmutada por cadena perpetua. Y es ahí donde este destacado militar, recala en Cádiz para cumplir parte de su condena. Preso en el Castillo de Santa Catalina, Escofet Alsina empieza a escribir allí la primera parte de su obra De una derrota a una victoria: 6 de octubre de 1934 a 19 de julio de 1936. Pero una documentación encontrada por el Archivo Histórico Provincial de Cádiz lo sitúa en la capital meses antes y con la intención de continuar sus estudios. Un hecho que trastoca toda la línea de su biografía y para la que no hay explicación. Se trata de una instancia fechada el 19 de abril de 1934 en la que se presenta como capitán de caballería con destino en las Escuadras de Cataluña y en la que solicita poder seguir sus estudios de Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cádiz -Instituto Columela-, para lo que aportaba certificados de sus estudios en el Instituto Balmes, de Barcelona (1911-1913) y en la Academia de Caballería (1916-1918).

 

En su instancia explica que desea cursar la carrera de técnico industrial "por ser de aplicación en su especialidad de Guerra Química y como en el plan de estudios a seguir, existen muchas asignaturas para un principiante para adquirir conocimientos de cultura general y cuyos conocimientos ya poseo por títulos académicos anteriores", solicita la validación o convalidación de dichas asignaturas. Y el jefe de los Mossos D'Esquadra había sido buen estudiante. Sobresaliente en Aritmética y Caligrafía, en Geografía española e Historia Universal y en la de España, sólo tenía dos notables, uno en Lengua castellana y otro en Geografía universal. En la Escuela Industrial de Terrasa, adquirió nociones de ciencias físicas, químicas y naturales con la calificación de notable. En la Academia Militar, cursó asignaturas relacionadas con el peritaje químico, como Química y explosivos o telegrafía.

 

Instancia de Federico Escofet para continuar sus estudios en Cádiz.

 

El Archivo guarda además de este expediente, otro a nombre de su hija. El 30 de abril de 1935 María Nuria Escofet Rahola presentó solicitud para hacer el examen de ingreso en el instituto de Cádiz, donde decía que vivía en la “casa de sus padres” en la calle Buenos Aires,13. Así que Federico volvió a Cádiz, un 12 de noviembre de 1934 pero esta vez no le dio ni tiempo de ver la ciudad. Fue directo a Santa Catalina. También lo hizo su familia -su mujer Josefina Rahola y sus hijas Anna María y Nuria- que se trasladó a la ciudad para estar cerca de él. Pero también hubo otra mujer.

 

La historia de amor de Federico y Carmen

Federico tuvo una doble vida amorosa y su encuentro casual en un tren con Carmen Trilla en el año 1933, lo unió a esta mujer para siempre. Ambos casados, vivieron una historia que la periodista Sonsóles Ónega ha convertido en una novela Después del amor galardonada con el premio Fernando Lara 2017. Ónega sí sitúa a los amantes en Cádiz cuando ella bajó desde Barcelona, aprovechando que su marido viajaba a Madrid, para decirle que estaba embarazada de él. Pero, de nuevo, la incógnita sigue sin desvelarse. ¿Por qué Federico pidió en abril del 34 ingresar en un instituto de Cádiz para continuar sus estudios de Química? La periodista confirma a lavozdelsur.es que ni ella ni el biógrafo tienen constancia de este movimiento de Federico, como también ocurre en el Archivo. Desde esta institución apuntan a que puede deberse a un error humano y en lugar de abril de 1934, Federico solicitase continuar sus estudios en abril del 1935, cuando ya estaba en Cádiz, preso por los sucesos catalanes. Pero es una posibilidad que ni se apunta en la publicación. Los documentos son los que mandan y dejan claro que en ese convulso año 34, Federico tuvo un papel primordial en el devenir de la historia de Cataluña.

 

Y aún más cuando se produjo el levantamiento militar. Liberado por el decreto de amnistía una vez que en 1936 gana el Frente Popular, Escofet vuelve a Barcelona. El 26 de junio, el presidente Companys le nombra de nuevo Comisario General de Orden Público por considerarlo un hombre leal ante la inminencia del golpe de Estado por parte de algunos sectores del Ejército. La oficina que dirigía había trabajado en la recopilación de una valiosa información que identificaba a los oficiales del Ejército y de la Guardia Civil secretamente comprometidos con el movimiento golpista, de forma que activó todas las fuerzas de seguridad y con ello evitó que el golpe de Estado se convirtiera en Barcelona en un baño de sangre, según recoge el Nacional.Cat 

 

"Cuesta mucho conservar el prestigio, yo lo comparo al amor. Toda persona puede inspirar un gran amor, lo difícil es conservar ese amor durante cuarenta años"

Su destino siguiente fue Francia adonde tuvo que exiliarse cuando los anarquistas empezaron a amenazarle y acusarle de no ser leal a la República por, al parecer, haber ayudado a unos religiosos a huir. En 1937 vuleve y es ascendido a comandante y nombrado Jefe de Estado Mayor de la Brigada de Caballería del frente de Aragón (la 4.ª Brigada de Caballería), donde resultó herido dos veces e interviniendo en varias operaciones en dicho frente. Dos años más tarde, se exilia con Companys a Francia pero su destino fue muy diferente. Tras pasar por el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, se exilió a Bruselas tras pasar antes por París, siempre de la mano de su amada Carmen que falleció en 1946, tras una larga agonía.

 

Allí, en Bruselas fue ministro del gobierno de la República en el exilio hasta 1962 desde su tienda de alimentación Costa Brava, donde vendía vinos y especialidades de España. No sería hasta 1978 cuando regresó a España para instalarse en Barcelona, donde finalmente murió. A su biógrafo Xavier Ferbés le contaba: "Mi padre era millonario y yo he pasado una miseria espantosa. Tengo hijas y nietos y estoy solo en Bruselas. He perdido mi carrera militar. Me hirieron cinco veces, tres en Marruecos y dos en la Guerra Civil. Me vi inmerso en política sin buscarlo. Fui diputado compromisario, dos veces Comisario General de Orden Público de la Generalitat, ayudante personal de los presidentes Maciá y Companys, ministro del gobierno republicano en el exilio. He perdido carrera, fortuna y familia, más no podía perder. Pero tengo una gran satisfacción, lo único que me compensa: la estima, la simpatía y la consideración que, cosa rara, he sabido conservar. Cuesta mucho conservar el prestigio, yo lo comparo al amor. Toda persona puede inspirar un gran amor, lo difícil es conservar ese amor durante cuarenta años”.

Sobre el autor:

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Vanessa Perondi

Periodista.

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