El último Informe Anual de Producción Ecológica en España, dado a conocer en marzo de 2021, sitúa a Andalucía como líder nacional indiscutible en la gama de productos ecológicos. La comunidad aporta casi la mitad del suelo español, más de un millón de hectáreas de los 2,4 del país. Detrás de ello hay todo un proceso cuyas reglas las pone Europa, para evitar esa historia del gato y la liebre. Producir de forma ecológica implica, por ejemplo, evitar la entrada de patógenos en los cultivos, y sus responsables acaban entrando en invernaderos aislados con trajes especiales. A eso se suma una ingente tarea burocrática. Pero el ecológico no es solo una realidad del presente, sino sobre todo del futuro. El Huerto del Abuelo, en Conil, es uno de los mayores centros especializados en Andalucía.
Solo una parte de sus 15.000 metros cuadrados de producción están dedicados al ecológico, una campaña que recién termina este junio. La empresa se dedica a la venta de plantones de la gran variedad de productos que arraigan en esta tierra entre marinera y agraria. El rey de Conil es el tomate, pero no muy lejos van la berenjena, el pimiento o incluso, cada vez más, la fresa. El catálogo se parece al de una frutería, pero con flores y aromáticas, que han llegado ya a través de grandes cadenas de distribución al público de todo el país. "El ecológico es solo una parte, pero el resto de la producción natural tiene un proceso muy similar, lo que ocurre es que no seguimos el mismo proceso de certificación y en algunos aspectos es diferente", señala el director comercial, David Porras. "Estos dos años, en los que ha crecido nuestra venta online, han dejado ver que la gente quiere volver a ese consumo sano y tradicional, que cada vez hay una mayor preocupación por qué se come".
El Huerto del Abuelo nació hace más de 20 años, cuando los hermanos Narváez (Miguel, Andrés, Isabel y Rosario) emprendieron este negocio que en temporada alta da trabajo a más de una treintena de personas. Miguel Narváez es el gerente. "Yo trabajaba en una empresa que vendía plantones como antiguamente, en sus placas de corcho. Me di cuenta de que en un futuro la gente de ciudad iba a querer sembrar en casa cada vez más. El nombre hace referencia a que en la ciudad todo el mundo tenía un abuelo con un huerto", señala.
Sobre la industria del ecológico, Narváez refiere que "es una palabra un poco prostituida. Me gusta pensar en el cultivo tradicional, sin pesticidas, sin insecticidas. Y que cultivando en casa sabe mejor, por la parte emocional, pero también porque se coge en su momento óptimo y no diez días antes de su maduración, como ocurre cuando lo que se piensa es en exportar grandes cantidades por toda Europa".
La empresa trabaja con dos tipos de clientes: agricultores profesionales, herbolarios y agrotiendas por todo el país, y con consumidores finales, los que tienen sus pequeños huertos incluso en macetas, en terrazas. Esta línea de trabajo supone un impulso para Conil, donde, reconoce Narváez, la tierra va menguando, porque por las herencias de los padres cada vez son parcelas más pequeñas que se dividen entre hermanos, y esa generación puede dedicar la tierra a otros fines. "La Cooperativa Nuestra Señora de Las Virtudes es un motor en la zona y cuenta con profesionales cada vez más preparados que ayudan a innovar".
"El sector del campo ha aguantado en Conil por el estilo de negocio, familiar, donde la jornada no se cotiza al precio que debería", señala, porque son los propios dueños los que trabajan esos minifundios. "Alguien de Conil trabaja 14 horas, no sería rentable si es para pagarle a otro. Por eso va subsistiendo. Y la cooperativa consigue que se pueda ofrecer una cantidad de producto grande con calidades testadas. La cooperativa actualmente invierte para adaptar las nuevas fórmulas al campo y que a Conil no se lo lleve la corriente", subraya Narváez. Mientras tanto, El Huerto del Abuelo "es una forma de llevar el producto de Conil a todas partes. Trabajamos con todo certificado, tenemos controles de calidad aparte del citado certificado ecológico".
Sea con ese producto certificado o con el natural, El Huerto del Abuelo es uno de esos lugares donde nace todo, el que ayuda a que el campo encuentre nuevos destinos, nuevas fórmulas, y multiplica porque no vende en sí mismo tomates, pepinos o lechugas, sino el potencial de tener un gazpacho hecho en casa. Y con sabor a Conil. Aunque crezca en otro lugar.
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