Sevilla esconde secretos a los propios sevillanos. Uno de ellos es el Cementerio de los Ingleses. Hace algunos días, lavozdelsur.es conversaba con el grupo de voluntarios que han decidido rehabilitar este espacio en el barrio de San Jerónimo, al norte de la capital hispalense. En el reportaje de este medio se narraba la historia general sobre los orígenes y el funcionamiento de este camposanto durante más de un siglo. Sin embargo, el lugar guarda pequeñas historias. Muchas de ellas olvidadas. Otras, simplemente, desconocidas.
El cementerio, como su sobrenombre indica, está destinado a personas británicas o españoles descendientes de británicos. Aunque en su mayoría los cuerpos enterrados pertenecen a marinos, empresarios u obreros, también hay personas que se dedicaban a otros ámbitos. Entre ellos, soldados que combatieron en la Segunda Guerra Mundial. Dos, en concreto. "Sus familias no sabrán ni remotamente algo de sus antepasados", señala Francisco Ortiz, guardián del cementerio y portavoz del grupo 'Los Ángeles de la Ciudad', encargados de su reparación.
España no jugó un papel trascendental en la Segunda Guerra Mundial. Demasiado era ya tener que convivir con las consecuencias de una Guerra Civil recién terminada y el inicio de una dictadura. A pesar de que a nadie se le escapa que a Franco le tiraba más un bando que otro (el del Eje), la cercanía de Gibraltar no se puede ignorar en una situación como esta.

Esta circunstancia es el origen de una de las tumbas que se encuentra en el oficialmente llamado Cementerio de San Jorge. El soldado Gilbert enfermó en el Peñón durante la Guerra, pero consideraron que el mejor lugar para tratarlo y que se recuperase era el Hospital Militar de Sevilla. El complejo hispalense, no obstante, no pudo hacer nada por su vida y acabó falleciendo en verano de 1941.
"Pensaron que una vez muerto, repatriarlo otra vez a Gibraltar o a Londres iba a ser un problema", señala Ortiz sobre este combatiente. Fue entonces cuando se encendió la bombilla de un grupo de comerciantes ingleses que vivían en Sevilla. "Tenemos un cementerio British", sería algo similar a lo que dijeron en aquel momento, por lo que Gilbert ha pasado en San Jerónimo el resto de sus días.
Actualmente, la lápida de W.J. Gilbert luce reluciente, como si nueva. Y es que, sin ir más lejos, es nueva. Aunque no siempre ha sido así. Este grupo de voluntarios la encontró rota en 300 pedazos, por lo que comenzaron las gestiones y una comisión de tumbas de guerra ha traído esta nueva lápida. "La comisión de tumbas de guerras sabe donde está exactamente y su condición".
El segundo caso no es de un soldado que muriese en el periodo de la Guerra, pero sí de un combatiente cuya descripción se asemeja a la de una especie de James Bond. Harry Thomas Leonard Peuleve se encuentra junto a uno de los muros y falleció el 20 de marzo de 1963 a la edad de 47 años, según se puede leer en su epitafio.

"Caballero de la legión de honor", aparece escrito en francés. Este soldado recibió la medalla de la resistencia y la 'croix de la guerre', una condecoración francesa para los combatientes contra el nazismo. "Sirvió durante la Segunda Guerra Mundial con operaciones especiales en Francia desde 1942, capturado en 1944 y deportado a Buchenwald", señala la lápida. "Murió repentinamente en Sevilla". Buchenwald fue uno de los campos de concentración más grandes que hubo en territorio alemán.
La importancia de este cementerio se refleja en la inscripción del epitafio de Harry. "La vida, el espíritu y la inspiración vivirán. Esta piedra es erigida por miembros del club de fuerzas especiales de Londres, en memoria y honor de un hermano oficial muy galante y muy querido".
Comentarios