La crueldad del sinhogarismo: "Quienes nos ven, piensan que somos unos desgraciados"

La asociación Personas sin Hogar con Derechos, en San Fernando, ayuda a las personas en situación de calle más allá del enfoque asistencial

La asociación Personas sin Hogar con Derechos, en San Fernando, lucha contra el sinhogarismo. En la imagen, Milagros, su presidenta, escucha a Willy, uno de los usuarios.
La asociación Personas sin Hogar con Derechos, en San Fernando, lucha contra el sinhogarismo. En la imagen, Milagros, su presidenta, escucha a Willy, uno de los usuarios. JUAN CARLOS TORO

Milagros Fernández y Adelina Román, presidenta y vicepresidenta respectivamente, se sientan en la pequeña sede que la asociación Personas sin Hogar con Derechos tiene en el centro social Bazán, en San Fernando. Las paredes están cubiertas de fotografías de las personas por las que luchan y trabajan a diario: personas que están en situación de calle en La Isla. 

Una de ellas es José Manuel, 'Willy', de 53 años, que ese día las acompaña. Lleva trece años viviendo en la calle. "Al principio tuve suerte y encontré un contenedor de obra abierto de una empresa que había ido a la quiebra y había dejado ahí escombros.", rememora.

Desde hace diez años, duerme en el Parque del Barrero. Allí mismo lava su ropa y se asea, y asegura que los trabajadores municipales no le ponen problemas al respecto.

Él es una de las 44 personas sin hogar, aproximadamente, que desde la asociación calculan que viven en la calle, y no en el albergue municipal. Willy tuvo una experiencia "grata" en el albergue en torno al año 2014, pero ahora asegura que prefiere no ir allí. "Me molestaba que me dijeran todos los días que me afeitara", explica.

Esa es una razón importante para que muchas personas sin hogar prefieran no acudir a los albergues (no solo en San Fernando): las normas estrictas. Y también, en ocasiones, las situaciones de inseguridad que a veces se generan, según apuntan Milagros y Adelina, especialmente para las mujeres.

Precisamente, la asociación se crea en el año 2020, en plena pandemia, cuando se dieron cuenta de que existía un vacío en el municipio. "Había organizaciones que daban atención asistencial, pero en lo que es la denuncia, la reivindicación, el exigir que la administración cumpla con legislaciones que ya existen, veíamos ese vacío", explica la presidenta.

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Una de las integrantes de la asociación atiende a Willy, uno de los usuarios a los que prestan ayuda y orientación.  JUAN CARLOS TORO

Por eso, su labor se orienta hacia el acompañamiento y el apoyo para que estas personas puedan solicitar ayudas, como el ingreso mínimo vital, o encontrar un alquiler, algo que califican de casi imposible para algunos de ellos, sobre todo los aquejados por problemas de salud mental. "Tenemos un grupo de compañeras que hacen labores de seguimiento un poco más directo, para ver los servicios que puedan requerir estas personas, con situaciones administrativas, médicas, trámites de empadronamiento… Cualquier cosa que ellos necesiten en ese sentido, vamos intentando coordinarnos para ayudarles", aclara Adelina Román.

Lo que buscan es la salida de la calle, conocer a la persona y ver qué opciones puede haber para ella, más allá de que puedan comer o pasar una noche bajo techo. Por ejemplo, un problema muy grave que han detectado es la brecha digital. Para solicitar la mayoría de ayudas y para realizar trámites administrativos, hoy en día se necesita siempre un teléfono móvil y una dirección de correo electrónico, algo a lo que estas personas, en su mayoría, no tienen acceso. Su trabajo se enfoca en esos huecos, esos vacíos invisibles que pueden imposibilitar aún más una vida digna para las personas en situación de calle.

"La calle es un lugar que mata, al que se llega porque hay una dependencia, una desestructuración, un tema familiar, una enfermedad mental… Los problemas de salud mental son, diría, el 90% de los casos", aclara Milagros Fernández. Para ella, "el sinhogarismo es la forma más cruel de exclusión social", y supone "la foto de un fracaso social que casi siempre viene de la infancia".

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Milagros Fernández, presidenta de la asociación Personas sin Hogar con Derechos.  JUAN CARLOS TORO

Milagros habla con conocimiento de causa por los casos que ve. La propia historia de Willy es una de esas a las que ella hace referencia: con trastorno de déficit de atención e hiperactividad, y trastorno límite de la personalidad, tuvo siempre dificultades en el colegio. A pesar de eso, desempeñó varios trabajos hasta llegar a la calle, como consecuencia en parte de un conflicto con su hermana, por el que la Fiscalía finalmente le retiró los cargos, según cuenta él mismo. Ahora, se encuentra esperando la resolución de la herencia de la vivienda familiar.

"Estas personas son rechazadas también institucionalmente, porque no aportan recursos, sino todo lo contrario", afirma contundente la presidenta. Y Adelina Román apunta: "Se vuelven invisibles para la sociedad".

Ayudar a las personas sin hogar a luchar por sus derechos: el objetivo de estas mujeres

"Como asociación, nosotras aspiramos a no ser necesarias, porque lo que estamos haciendo le corresponde a la administración", explica Milagros. En esa labor constante de denuncia y reivindicación, una de sus últimas reclamaciones es la modificación del protocolo de empadronamiento del Ayuntamiento. "Es discriminatorio, porque se les exige que cada seis meses se presenten para decir que siguen en la calle, cuando tú te empadronas en San Fernando o en Jerez o donde quieras y una vez que te has empadronado ya está, la única forma de cambiarlo es que vayas al padrón a hacerlo", aclara la presidenta.

Por eso, piden que se elimine ese requisito y que se les empadrone en el punto donde viven, como al resto de los ciudadanos.

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La labor de esta asociación pasa también por la concienciación y la sensibilización.  JUAN CARLOS TORO

Otra de sus reclamaciones principales son las mejoras en el albergue municipal y la creación de un centro de día en San Fernando.

Su lucha va también orientada hacia la concienciación y la sensibilización de la sociedad. Por eso, acuden también a colegios e institutos a impartir charlas sobre la realidad del sinhogarismo. "Intentamos cambiar un poco la opinión de la sociedad sobre estas personas, y acercar a las nuevas generaciones ese cambio de mentalidad, porque esta mentalidad es la que nos ha llevado a esta situación", apunta Adelina Román.

¿Cómo cambiar eso?  "Quienes nos ven, piensan que somos unos desgraciados, que queremos dar pena", relata Willy. Y, ¿cómo explicar a una persona cualquiera lo que es vivir en la calle? Así lo cuenta: "Todas las comodidades que tiene, que se olvide de ellas. La seguridad que tiene de cerrar la puerta a su espalda, que se olvide de ella. Es una vida de incertidumbre".

A estas mujeres, que trabajan día a día con ellos, lo que más les asombra es "la normalización" del sinhogarismo en la sociedad actual.

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

Alaia Rotaeche

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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