30 años del crimen de Juan Holgado, sin justicia y con la herida aún abierta: "Duerme conmigo"

El crimen de Juan Holgado, que conmocionó a Jerez, cumple tres décadas: dos periodistas y la madre del joven asesinado repasan con lavozdelsur.es los fallos policiales y las pruebas que nunca aparecieron

Antonia Castro, frente al monolito en Martín Ferrador que recuerda a su hijo Juan Holgado, ante la gasolinera donde lo asesinaron.
22 de noviembre de 2025 a las 08:16h
Actualizado a 24 de noviembre de 2025 a las 17:57h

Cantaba Gardel, en el famoso tango Volver que compusiera junto a Alfredo Le Pera, “que veinte años no es nada”. ¿Y treinta? Eche la mirada atrás y piense en 1995, en qué hacía, dónde estaba. ¿Qué recuerda de aquel año? Probablemente sólo aspectos generales como su edad, su lugar de residencia, dónde estudiaba o trabajaba. Pero el 22 de noviembre… Ese día es distinto.  

Si es usted de Jerez y le recordamos que aquel día se produjo el crimen de la gasolinera de Martín Ferrador, la que llevó a la muerte a un joven de 26 años llamado Juan Holgado, encontrará pocas personas nacidas antes de los años 80 que hayan olvidado aquella jornada. Como el 20-N, el 23-F, el 11-S o el 11-M, el 22-N en Jerez es una fecha que marca, que sacude, que incluso hiere.

Conmocionó a la sociedad jerezana de entonces por unos hechos que tambalearon a una ciudad entera, que dejaron en evidencia al Cuerpo Nacional de Policía y que destrozaron directamente a una familia e, indirectamente, a otras varias. 

Antonia Castro 'visita' a su hijo Juan, como ha hecho miles de veces.  MANU GARCÍA

El periodista que derramó "ríos de tinta" sobre el caso

30 años, como treinta cuchilladas recibió Juan Holgado Castro a manos de un número de personas indeterminadas y todavía a día de hoy, sin identificar. Solo un nombre, el de Agustín M., alias El Gata, un yonqui, un delincuente de poca monta que a lo largo de su vida fue enlazando detenciones y condenas y que saltó inesperadamente a los medios de comunicación en 2015.

Una huella hallada en un tetra brick de zumo en la gasolinera lo situaba en el lugar de los hechos, algo insuficiente en principio para poderlo incriminar, pero sí al menos para interrogarlo e intentar recabar cualquier tipo de información clave. Lamentablemente en 2006 murió cumpliendo condena en la prisión de Huelva, quien sabe si llevándose a la tumba los nombres de los asesinos de Juan.

Manuel Moure mira el monumento en memoria de Juan Holgado.   MANU GARCÍA

Esta sorpresiva noticia del Gata, a días de que se cumplieran 20 años del crimen y de que, por tanto, prescribiera el caso, es para Manuel Moure Sánchez (Jerez, 13 de marzo de 1965), la "demostración de la inacción brutal" que rodeó la investigación del crimen de la gasolinera desde el principio.

Moure, actualmente asesor del gobierno municipal de María José García-Pelayo, pero anteriormente periodista de sucesos y tribunales durante más de 30 años, primero en El Periódico del Guadalete –luego Jerez Información– y posteriormente en Diario de Jerez, recuerda que el caso Holgado es, como se conoce en el argot policial, un "caso frío", esto es, uno que se ha quedado sin resolver debido a la falta de pruebas, pistas o testigos.

Sin embargo, considera que "a veces, conforme las técnicas policiales van avanzando, esos casos fríos hay que sacarlos de la carpeta, aunque suene un tanto peliculero, pero no deben morir nunca. De hecho, en algunos países hay determinados delitos que no prescriben, hasta el punto de que lo puedes perpetrar con 18 años recién cumplidos e ir a la cárcel con 70 si se demuestra que lo has hecho".

Moure, durante la entrevista con lavozdelsur.es.  MANU GARCÍA

A lo largo de su carrera, Moure ha derramado "ríos de tinta", escribiendo sobre el caso de Juan Holgado, primero en solitario en su época en el Información, luego junto a compañeros como Pedro Ingelmo o José Padilla, en su etapa en Diario de Jerez. Su primer recuerdo, obviamente, le lleva a ese 22 de noviembre de 1995.

"Aquella mañana me cogió en el Juzgado de Instrucción número 5, y un agente judicial con el que tenía cierta amistad me dijo que habían asesinado a alguien de la rotativa del periódico en la gasolinera de Martín Ferrador" (Jerez Información) y dicha gasolinera distaban apenas 300 metros). "Me quedé de piedra. Le pregunté el nombre, y me dijo Juan Holgado. Yo conocía a todos los compañeros de la rotativa y ese nombre no me sonaba de nada. Preguntando ya descubrimos que era el encargado de la gasolinera".

El periodista Manuel Moure, durante la entrevista.  MANU GARCÍA

Si bien un año y medio antes Jerez ya había vivido un suceso de consideración, encuadrado dentro de los denominados de la crónica negra, el del cercano pub Tanit (dos individuos secuestraron a tres trabajadores del local, acabando de un disparo con la vida de uno de ellos), el de la gasolinera de Martín Ferrador se convierte, por su brutalidad, en el más destacado de los últimos tiempos en una ciudad donde, de media "siempre había un crimen por año".

"El recuerdo de aquella mañana es muy fuerte. Las tres decenas de puñaladas que se llevó el pobre hombre fue algo brutal y que impactaba, y además había sucedido muy cerca del periódico" recuerda Moure.

El primer medio que llega a la gasolinera tras el crimen es Jerez Información, pero en este caso no en la persona de Moure quien, como ya está dicho, estaba en el Juzgado de Instrucción número 5, sino en la de su compañero Esteban Pérez, periodista gráfico que toma unas impactantes imágenes que quedan grabadas en la retina de todo aquel que compra el periódico al día siguiente.

Como bien recordara en lavozdelsur.es, en un reportaje publicado en recuerdo a los 20 años del asesinato de Juan Holgado, Esteban se movió con total libertad por la escena del crimen, pisando y tocando cosas que, quizás, no debía. Eran otros tiempos.

Escena del crimen de Juan Holgado, fotografiada por Esteban Pérez. Y una imagen del joven asesinado en la portada que publicó el día después el rotativo local 'Información Jerez'.

El hecho de no acotarse la zona por parte de la Policía ya empezaba a manifestar el desastre que sería la investigación desde el minuto uno. "Se dice que las 48 horas que suceden posteriores a un delito de esta gravedad son cruciales", explica Moure, y destaca que la comisaría de la Policía Nacional en Jerez de 1995 estaba formada por "agentes muy mayores", a lo que se sumaba una carencia de medios materiales que también influyó, como el hecho de que el "polvo que utilizaron para encontrar huellas dactilares estuviera caducado".

"La Policía no hizo bien su trabajo, eso es evidente", añade el periodista, destacando otro hecho que influyó, como fue el que se siguiera "la línea de investigación de Rompechapines, desviándose el camino inicial hacia allá, y ya no hubo quien lo remontara. Incluso, cuando ya se entró en un callejón sin salida, vinieron dos especialistas del grupo de homicidios de Sevilla para intentar retomarlo todo, tomar nuevas declaraciones, pero ya no había nada más que hacer".

La línea de Rompechapines en la investigación 

Esa línea de Rompechapines, el antiguo foco de drogas y prostitución del Jerez de entonces, hoy ya desaparecido, acaba con cuatro personas detenidas y en el banquillo de los acusados: Pedro Asencio, Domingo Gómez, Francisco Escalante y Manuel Sañudo. Como es bien sabido, todos quedan absueltos, dos veces, por falta de pruebas. Ni siquiera sirvieron las grabaciones que hizo Paco Holgado, padre de Juan, disfrazado y haciéndose pasar por un personaje ficticio, Pepe el gitano, infiltrándose en los bajos fondos de Jerez. Para el titular de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Cádiz no aportaban nada significativo.

Manuel Moure, que cubrió los dos juicios, lo tiene claro. "Si yo hubiera sido el juez tampoco habría sido capaz de firmar una sentencia condenatoria. Que tuviera sospechas, puede ser, pero para meter a alguien en la cárcel 20 años, ni loco". 

Wayne, Antonia y un libro para no olvidar a Juan

Antonia Castro Miralles sigue vestida de riguroso luto 30 años después. Desde aquel 22 de noviembre de 1995, la única nota de color son sus llamativos ojos azules, que demasiadas veces han reflejado más pena que luz, más dolor que vida.

El periodista Wayne Jamison, con Antonia Castro, madre de Juan Holgado.   MANU GARCÍA

Quedamos con ella en un bar, frente por frente a la gasolinera donde le arrebataron la vida a su hijo. Viene acompañada por su hija María y trae una carpeta con una docena de fotografías de Juan, tanto de su infancia como de su juventud: vestido de corto con los colores del Xerez CD, de excursión en Sevilla; otra con la que fue su novia… Trae también aquella en la que se le ve con chaqueta y corbata, una fotografía que se hizo famosa en las decenas de manifestaciones que protagonizó su familia en su día, y que hace algunos años se reprodujo, a modo de grafiti, frente a la rotonda que lleva su nombre. 

Antonia, que el próximo junio cumplirá 79 años, camina con dificultad, agarrada a su hija. Hace cuatro años sufrió una caída que le restó movilidad. Un inmenso moratón en su pierna izquierda recuerda aquel incidente. "Parece que llevas un tatuaje de esos que se hacen ahora todos los jóvenes, Antonia", bromeamos con ella. 

Nos sentamos en la terraza del bar y nos comenta que los problemas para moverse le impedían acudir a diario al cementerio, como siempre hacía. Así que sus hijos, tras hablarlo con ella, le comentaron si quería exhumar los restos de Juan, para incinerarlos, y así tenerlo más cerca. Y así que lo hicieron, además de comprar un nicho en el columbario de la capilla de San Juan de Letrán.

"De momento mi Juan duerme conmigo, lo tengo en mi mesita de noche. El día que ya me vaya, que nos lleven los dos al columbario, con el Nazareno, pero dónde mejor lo voy a tener ahora que conmigo". También nos enseña una cadena plateada, rematada con un corazón, que cuelga de su cuello. "Cuando fuimos al tanatorio a incinerarlo me fijé que ahora hay un montón de cosas modernas, y vi esto. Un sobrino mío lo vio y me lo compró. Dentro del corazón lleva un poco de las cenizas de Juan, y aquí lo tengo siempre conmigo".

A la conversación se incorpora el periodista y escritor Wayne Jamison (Rota, 19 de julio de 1970), quien tiene una relación muy especial con Antonia Castro. Y eso que se conocieron bastantes años después de cometerse el crimen.

Cuando ocurren los hechos, Wayne cuenta prácticamente con la misma edad que Juan y trabaja en el Diari de Tarragona. El eco mediático hace que conozca el caso y, sobre todo, a raíz de la emisión de la miniserie que dirige Benito Zambrano, con el papel principal de Juan Diego como Padre Coraje. Tras años en Cataluña, a Wayne le ficha La Gaceta de Salamanca como redactor jefe, pero su periplo allí es corto. 

Antonia Castro: "De momento mi Juan duerme conmigo, lo tengo en mi mesita de noche"

En 2005, una editorial le ofrece la oportunidad de escribir un libro sobre el caso Holgado, y es entonces cuando se involucra de lleno y conoce a Antonia. Sin embargo, meses después el grupo Vocento lo ficha para un nuevo proyecto periodístico en Jerez, La Voz, cabecera hermana de La Voz de Cádiz, fundado unos años antes. El día a día del periódico le impide trabajar en ese libro, pero le da la oportunidad de cubrir todas las noticias que el caso Holgado genera.

Posteriormente, tras el cierre de La Voz en Jerez, y trabajando para el medio digital Reporteros Jerez, publica una entrevista que tuvo mucha repercusión en su momento. En ella reúne a Antonia Castro y a Domingo Gómez, quienes prácticamente sellan la paz después de años en los que la madre de Juan lo 'correteaba' cada vez que se lo encontraba por la calle.

Lo cierto es que Wayne hace ya años que dejó a un lado la faceta periodística —aunque uno nunca deja de salir de este mundo nunca— para centrarse en la de escritor. Lleva ya varios libros publicados, centrados en la Segunda Guerra Mundial, pero es ahora cuando ha retomado ese que le propusieron escribir hace 20 años, y que ya se lo ha tomado como algo personal. "Siempre he tenido en el alma ese compromiso moral conmigo mismo y con ella de retomar ese proyecto que tenía aparcado. Quiero dejar ese registro de la Segunda Guerra Mundial y me parece que es un buen momento para retomarlo".

Jamison y Castro, durante la entrevista con este periódico.  MANU GARCÍA

De esta manera, el roteño habla con la rotundidad que le da el haber investigado el caso, haber hablado con los protagonistas y, sobre todo, el haber tenido acceso al sumario. Eso sí, empieza hablando desde un punto de vista totalmente personal. "A nosotros nos han vendido…", se para, medita la frase, y continúa.

"Yo no soy de Jerez, y quizás ese arraigo que pueda tener el jerezano a mí no me toca de lleno. Pero para mí, la auténtica heroína en toda esta historia es Antonia, no el padre. Las circunstancias de lo que hizo Paco, aun con todo el mérito que tuvo, estuvieron rodeadas de otras circunstancias que lo hacen menos héroe", dice. Paco sería años después conocido como Padre Coraje.

En cuanto a la investigación, Jamison es muy crítico, tanto, que la define propia "de Mortadelo y Filemón", y critica que el Ministerio de Justicia decidiera comprometerse con la familia Holgado solo después de que Paco Holgado hiciera su mediática caminata de Jerez a Madrid en 2015, a punto de archivarse la causa.

"Es cuando llega esta solución, este final, esa identificación de la huella del Gata en el tetra brick que, oh, casualidad, ha muerto en 2006 y no se le puede interrogar, ni preguntar ni nada. Para mí –añade– eso es el símbolo de que el sistema ha sido incapaz de darle una respuesta a la familia durante 20 años y que intenta dársela cerrando el caso en falso, porque para mí esa prueba no es definitiva".

Antonia Castro, la madre de Juan Holgado, en el 30 aniversario del asesinato.  MANU GARCÍA

Wayne recuerda que una de las grandes claves del caso es la de una muestra de sangre en concreto, de toda la que se encuentra en la escena del crimen, que es la que está en un cristal de los que se rompieron en la puerta de acceso a la gasolinera.

"Esos cristales están rotos hacia afuera, sobre la acera. Eso significa que no rompieron los cristales para entrar, sino para salir. Había un sistema de seguridad para abrir la puerta desde dentro, y eso me invita a pensar que Juan los conocía –a los autores del crimen– (…) y lo curioso es que entre esa sangre, hay una en la que, cuando se hace el análisis, se comprueba que en ella convergen dos tipos de sangre en la misma gota, es decir, es de dos personas (…) Se identifica que la sangre pertenece a Juan y la otra a una persona no identificada, que es la del asesino, y esa sangre sigue estando ahí, esas pruebas siguen estando ahí, ese análisis sigue estando ahí…", critica. 

En cuanto a la presunta implicación de El Gata, Wayne no niega que pudiera haber sido uno de los implicados, pero también razona que puede que su huella estuviera en el tetra brick porque hiciera por cogerlo en un momento determinado, pero que al final decidiera soltarlo, sin que ello significase nada más que eso. Y recuerda: "El análisis se hace sobre fotografías del tetra brick, no sobre el mismo tetra brick, porque lo habían perdido". "Lo que tienen ahí –añade–, es una conclusión no definitiva y se cierra el caso señalando a una persona con una prueba que no es definitiva, cuando esa huella puede ser de cualquiera que haya tocado ese envase desde el momento en que se fabrica. Y sin embargo se dice que pertenece a una de las personas que participa en el asesinato de Juan Holgado. Me parece el mayor símbolo de la chapuza que se hace desde el año 1995 hasta que prescribe el caso".

30 años después del crimen, Wayne tiene claro que se pueden sacar varias conclusiones, como que esta historia tiene varias víctimas, más allá de Juan, la principal. De un lado su familia, cuyos cabezas de familia acaban divorciados y enfrentados, además de estar rotos de dolor por no haber llegado nunca a hallar justicia por el crimen de su hijo.

De otro lado, las cuatro personas que se sentaron en el banquillo sin pruebas contundentes, señalados prácticamente de por vida. De todos ellos, el único que ha rehecho su vida, para bien, es Sañudo, afirma el escritor y periodista. "Vive en El Puerto, se casó y está ajeno a la droga y a la delincuencia".

Antonia Castro, mirando el monolito de Juan.  MANU GARCÍA

Pero hay más: "El sistema es también otra víctima, pone el foco en las vergüenzas de esa falta de medios, de esa incapacidad para dar respuestas a una familia que todavía podría tener algún viso de solución si se pusieran los medios".

Wayne, que lleva escrito "un 40% de lo que yo quiero que sea el libro", pretende que vea la luz en 2027, "aunque lo mismo llega otra editorial y me mete más prisa". Antonia está deseando que vea la luz, para que el caso de su hijo no se olvide. Además, sigue teniendo esperanzas de que algún día se sepa la verdad. "Lo mismo algún día me llama alguien queriéndose quitar ese peso de encima, o porque tenga una enfermedad terminal y quiera decir la verdad del caso de Juan".

Wayne, para finalizar, comenta que tiene un escrito a modo de prólogo, un porqué del libro que presentó a la editorial. Nos pide permiso para leerlo.

En Antonia Castro veo esa tenacidad que desafía la lógica del duelo convencional. No es sólo una víctima, es una combatiente solitaria contra el tiempo, contra la negligencia, contra el olvido. Y eso, en el fondo, me interpela, porque su historia no solo habla del crimen, sino de la necesidad humana de encontrar sentido en el caos. De ahí el título de Madre Coraje, porque evoca una figura resistente, trágica y obstinada. 

Me sobran los motivos para escribir esa historia. También porque me inquieta la idea de que una vida pueda ser arrebatada sin que nadie pague por ello. Porque me indigna que la memoria de Juan dependa solo del empeño de una madre incansable. Porque no puedo dejar de pensar en la soledad de Antonia, en su duelo perpetuo, en esa mirada que ha visto pasar décadas sin obtener una respuesta. Y porque en su lucha, en su resistencia obstinada, hay algo que trasciende este caso concreto, la necesidad de recordar, de buscar la verdad, de no aceptar el olvido como única salida. 

30 años del asesinato de Juan Holgado.  MANU GARCÍA

Porque hay historias que nos eligen, que se clavan en nuestra conciencia y nos obligan a darles voz. Y quizá escribo también porque no puedo aceptar que el horror quede sin testigos. Porque siento que algunas historias, por más oscuras que sean, deben ser contadas para no desaparecer. Porque en el fondo, la literatura, como la memoria, también puede convertirse en un acto de justicia. 

Antonia, que ha escuchado cada palabra con absoluta atención, no puede evitar que se le derramen un par de lágrimas.

– "¿Estás de acuerdo conmigo?", le pregunta Wayne, a lo que ella asiente. "Pero oye, que esto es para que no estés triste...". 

– "Por eso quiero vivir mucho, porque sé que el día que falte yo…"

– "Escribir sobre él es una manera de que siempre sea eterno".

No hay forma de contactar con Paco Holgado

Este medio ha intentado también contar con la voz de Paco Holgado para la realización de este reportaje. No ha habido suerte. El conocido como Padre Coraje, hoy ya octogenario, nota el paso de los años y de lo mucho sufrido física, emocional y psicológicamente. Antes era común verlo por Jerez de un lado para otro con su bicicleta. Ya la dejó, como también parece haber dejado de usar móvil, o al menos, el que usaba habitualmente y que nos permitía antes comunicarnos y quedar con él.

Paco Holgado, andando hacia Madrid.

Vive en el centro, sigue dando paseos, pero ya no busca más pistas sobre quién o quiénes acabaron con la vida de Juan. Hace 10 años de su marcha a Madrid, 600 kilómetros a pie para verse con el por entonces ministro de Justicia Rafael Catalá.

Eso sirvió para reabrir in extremis el caso y poner un nombre sobre la mesa, el de El Gata. Una manera de contentar a la familia y a la opinión pública que, sin embargo, sirvió para todo lo contrario: indignar aún más a todos y demostrar que, de haberse hecho bien las cosas desde un principio, ya alguien o algunos hubieran cumplido condena. 30 años después, la herida sigue aún abierta. ¿Habrá justicia para Juan Holgado?

Sobre el autor

Jorge Miró

Periodista

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