Colectivo CEPA, más de tres décadas trabajando con la gente que más lo necesita en Cádiz

Esta entidad desarrolla proyectos educativos con infancia y juventud, además de acompañar a personas presas en su proceso de reincorporación

Parte del equipo del CEPA en su sede de la calle Bartolomé Llompart en el barrio del Mentidero. GERMÁN MESA
Parte del equipo del CEPA en su sede de la calle Bartolomé Llompart en el barrio del Mentidero. GERMÁN MESA

En 1987, un grupo de chavalas y chavales del barrio del Pópulo, azotado en aquella época por la droga y la prostitución, tuvieron la inquietud de realizar un voluntariado en la cárcel de El Puerto de Santa María. Concretamente se dirigían a Puerto 3 en autobús. Era casi un compromiso con el vecindario, ya que muchos vecinos acabaron presos y muchas vecinas con sus hijos en la cárcel. 

El barrio se movilizaba a la par que florecía. Surgió la asociación de vecinos, un colectivo de mujeres y el CEPA (Centro de Prenvención e Incorporación de Andalucía) se crea como entidad, ubicándose en un par de habitaciones del Mesón de la Posada. "CEPA tenía la federación en Vallecas y estábamos hermanados Cádiz, Almería y Campo de Gibraltar, gracias a un curso de ludoteca", inicia su presidente, Selu Nuñez.

El colectivo siguió creciendo en vista de la cantidad de chavales expulsados que empiezan a llegar del colegio del Campo. A propósito se creó un proyecto autofinanciado llamado ‘Talleres ocupacionales’ que pasa a un bajo de la calle Santiago. "Era un movimiento vecinal colaborativo, mucho antes de que se hablara del trabajo en red", comenta Selu. Este colectivo se ha nutrido también de mucho voluntariado, que curiosamente luego han terminado trabajando en Servicios Sociales. "Esa gente lleva la identidad del colectivo, así que cuando llegan a la admistración, mantienen ese toque personal", espeta su presidente.

Selu Nuñez, presidente del CEPA, durante la entrevista con lavozdelsur.es
Selu Nuñez, presidente del CEPA, durante la entrevista con lavozdelsur.es. GERMÁN MESA

La entidad ha ido creciendo en base a las necesidades de la ciudadanía, sobre todo del alumnado de Arbolí y del colegio del Campo. "Teníamos dos ramas: las manualidades, que englobaban carpintería, encuadernación... que lo llevaba Paloma la del bar El Malagueño. Y, por otro lado, la educación compensatoria, para que no perdieran el hilo de las clases", cuenta Selu, que recuerda que la Junta de Andalucía, aunque no permitía que los niños no estuvieran escolarizados, "nos subvencionaron este proyecto".

Seguidamente montaron la primera ludoteca de Cádiz en el colegio del Campo, aunque ya estaban trabajando el absentismo escolar con el profesorado. “Antes había mucho miedo a reconocer que en un colegio había absentismo”, comenta Selu. Tiempo después se trasladaron a Beato Diego con el 'Lugar de Encuentro'. "Nos dimos cuenta de que no solo era necesario el tema de los estudios, sino que queríamos trabajar con los chavales a través del ocio y del tiempo libre", revela su presidente.

El lugar de encuentro, cuenta Selu, "se nos dispara al no haber espacios de ese tipo en Cádiz”. Fue un punto de encuentro de las diferentes tribus urbanas, de la gente alternativa de la ciudad. “Desde punkis, surferos, grafiteros, gente del skate, hip-hop, emos…”, recuerda. “Muchas veces digo que podríamos escribir un libro con anécdotas de los chavales”, asegura Selu.

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David y Cubi atienden a una familia solicitante para la ludoteca. GERMÁN MESA

En aquella época aparece en escena la Fundación La Caixa y pueden trabajar con mas asiduidad en prisión con dos programas: REINCORPORA, que trabaja desde dentro de prisión con personas a las que le quedan 1 o 2 años para salir, que están en tercer grado, e INCORPORA, desde fuera de prisión con talleres y recursos. Sin embargo, Selu señala que "cuando llegó la crisis empezamos a tratar con todo tipo de personas en riesgo de exclusión. Por ejemplo, cualquier mujer. Nosotros nos centramos en la zona de Cádiz, pero como el proyecto está bien organizado vamos derivando a otros compañeros de la provincia".

Voluntad de trabajo frente a las trabas burocráticas 

CEPA cuenta con dos recursos de infancia (misma actividad cubriendo toda la distancia del casco antiguo), a través de las ludotecas KoalaLa Selva. "Luego tenemos el proyecto Puente Canal, que hace de lanzadera entre infancia y el lugar de encuentro juvenil, que engloba los 12 y 13 años", explica Cubi, que insiste en que "estos tres recursos se tienen que mantener con dinero". En este sentido, Selu añade que "CEPA siempre ha dado los pasitos bien para no poner en riesgo ninguno de nuestros recursos".

El equipo se queja de haber pasado, en solo cuatro años, de mantener el mismo proyecto con el mismo alcance y la misma calidad con un 60% menos de ingresos. "Esto no lo sabe mucha gente, pero el proyecto se mantiene con el esfuerzo de todos los compañeros y compañeras, incluso de otros programas, y también a consta del dinero de cada una de nosotras", lamenta Cubi. 

Interior de la ludoteca 'La Selva' en el barrio del Mentidero
Interior de la ludoteca 'La Selva' en el barrio del Mentidero. GERMÁN MESA

Este año se han plantado y por eso se han reunido con cinco concejalías para poner en conocimiento su delicada situación. “Si nadie hace el esfuerzo ni ve la necesidad real que tienen los niños y las niñas de Cádiz para que se le trabaje la educación en el ocio y en el tiempo libre y la prevención, de verdad que nosotros no podemos hacer más esfuerzos... Llevamos cuatro años devolviendo dinero, llevándonos meses sin cobrar para que no se cierren los recursos", señala Cubi, el único educador que queda en las ludotecas de seis iniciales que eran.

En CEPA trabajan la educación desde la normalización. "Aquí se viene a disfrutar y a pasarlo bien", explica su educacador. "Trabajamos mucho la asamblea, dos diarias, en esa forma de expresarse para que los niños y niñas tengan su sitio y le reconozcan. Todo eso refuerza mucho”, cuenta Cubi, que asegura que "a las familias se lo vendemos como una cuestión educativa y a los niños como un cachondeo, pero es que son las dos cosas”.

La pandemia, una oportunidad para el aprendizaje

Salvando la parte burocrática, que no ha cesado, la pandemia ha sido una oportunidad para este colectivo. "Hemos trabajado con las familias al instante, nos hemos reinventado con las redes sociales y con el desconfinamiento también ideamos actividades en la calle. Videos, retos, adivinanzas...", recuerda Cubi. CEPA es sinónimo de compartir, por eso ofrecen sus recursos y metolodologías a cualquier persona interesada en realizar trabajos de ludoteca. Al hilo, su presidente apunta que para estar en CEPA "hay que reunir una serie de características: hablar mucho y tener sentido del humor, y el que no lo tiene, se contagia”.

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Detalles de la ludoteca 'La Selva'. GERMÁN MESA

Rocío López es técnica en el programa REINCORPORA, que se desarrolla en las cárceles de Puerto 2 y 3, y en los centros de inserción social (CIS), donde están los internos que pasan a tercer grado o segundo grado avanzado. Se trabajan una serie de competencias pre laborales y otras a nivel de desarrollo competencial, de desarrollo de coaching y programación neurolingüística, que los prepara para la vida laboral. "Por eso es tan importante que quede poco tiempo de condena, ya que si trabajamos con condenas muy largas, se alargaría demasiado y no estaríamos preparando de cara a un futuro corto-medio plazo", explica la ténica. 

“Lo primero que hacemos es un PITE (Programa de itinerario para trabajar el empleo), que consta de una entrevista inicial para saber qué formación tiene la persona, si ha trabajado, si puede especializarse en algo, si es su primer empleo… Se enfoca el perfil y se ven las necesidades", explica López. "Por una parte, trabajamos con el catálogo que te ofrece el servicio penitenciario: terminar secundario o bachillerato, hacer una carrera, oficios (FP de fontanería o panadería). Y también nos guardan un porcentaje de esas formaciones para el programa ÉPICO (ejecutado ahora como REINCORPORA) subvencionado por Fundación La Caixa", añade.

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Rocío López durante la entrevista con lavozdelsur.es

El periodo de trabajo comienza en enero con una duración de 6 meses. En ese ciclo se atienden a unas 20 personas. "Hacemos tutorías individuales y trabajamos en grupo las competencias (autoconocimiento y autoconfianza, autocontrol, capacidad de relación, flexibilidad, tomas de decisiones), formación, empleo y género, higiene e imagen para el empleo", comenta la técnica. 

Se trabajan tres sesiones de cada competencia, además de los los talleres de empleo, donde aprenden a hacer el curriculum, la marca personal, abordan el desarrollo personal y hacen "roll play" de cara a posibles entrevistas. "Las empresas que ya nos conocen saben con la población que trabajamos, aunque algunos encuentran trabajo con la búsqueda activa de empleo, sobre todo en hostelería, construcción y sector agrícola", espeta.

El patriarcado que atraviesa las cárceles

Las mujeres están atravesadas por el patriarcado hasta para delinquir. Así lo constata Rocío, que empezó a trabajar en mayo con mujeres presas en Puerto 3 y en el CIS de Jerez. "En los hombres hay una variante total en la tipología del delito, pero en las mujeres casi siempre son por robo y acumulación de hurtos, casi todos derivados de un perfil politoxicómano ligado a la drogadicción", explica la técnica.

La sexualización de las mujeres en las cárceles es un submundo harto complicado. "Hay hombres que entran y siguen con sus vidas y sus familias fuera, pero las mujeres entran dentro e inmediatamente se buscan una pareja dentro", revela López. "Esa dependencia emocional se trabaja mucho en los talleres desde el empoderamiento, para romper sus esquemas mentales aunque todo esté desestructurado", añade. "Ellas casi todo lo que han aprendido lo han hecho a base de sobrevivir y la sexualidad forma parte de la supervivencia. Por otro lado, a las mujeres que tienen pareja les cuesta mucho que les dejen hacer actividades fuera del módulo común", lamenta. Ahora, en el módulo mixto de Puerto 3, entran con la condición de no emparejarse.

 

 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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