Día 1 de diciembre. ¿Algo de especial? ¿El Cyber Monday? ¿Cualquier otro invento similar, tipo Black Monday o vete tú a saber? No: los autobuses urbanos de Jerez vuelven a ser de pago. Como lo oyen. Despues de cuatro meses largos gratuitos, precisamente debido a la 'caída' del servicio, el Ayuntamiento fijó esta fecha redonda para la volver a cobrar, una vez que con la incorporación de la primera remesa de autobuses Mercedes la frecuencia de paso en la mayoría de las líneas se ha normalizado. La normalidad como algo extraordinario.
Son las 12.12 horas cuando fotógrafo y redactor nos subimos a la línea 10, que va de la plaza Esteve al Hospital de Jerez, y charlamos con el conductor –o chofer, tan propio de Jerez–, Francisco Catalán. Le preguntamos que qué tal, qué ha ocurrido con los usuarios durante la mañana, si sabían o no que el día 1 de diciembre había que volver a rascarse el bolsillo... o la tarjeta. Pese a todo los titulares de prensa, comunicados del Ayuntamiento, avisos, etc, no falla: "Es una pena, pero ha habido varios casos de gente que no lo sabía y que no llevaba el euro con diez que vale el viaje. También gente que tenía desactualizada la tarjeta... Sí, son varias las personas en esta línea que en lo que va de mañana no han podido acceder al autobús", afirma el conductor.

El autobús arranca con doce o trece personas. En ningún momento va a llevar más de veinte. "A esta hora, no es el 4 (Hipercor) o el 6 (La Granja)", nos dice Catalán cuando le preguntamos por su 'aforo'. Vamos a ir hasta el Hospital y volver al centro pero a la Rotonda de los Casinos, no a Esteve. Son unos 50 minutos... esta línea tiene un recorrido muy peculiar, ya que ahí va hacia la Zona Este, La Canaleja, vuelve a Esteve y otra vez al hospital. De hecho, una señora que va hacia La Canaleja se ha equivocado y va en dirección Hospital, el conductor la advierte y le dice que puede esperar al bus en sentido contrario en la parada de enfrente, pero se lo piensa y prefiere seguir adelante, que se ve que no le importa (o no sabe) que tiene una hora por delante.
Hablamos con dos hombres de cierta edad que van sentados a nuestro lado, les preguntamos qué les parece lo de volver a pagar... que sí, que suena raro lo de preguntar por lo normal. "Hay que pagar, la gente lo sabe, todos lo sabemos... ¿qué vamos a decir? Los autobuses hay que pagarlos y mantenerlos", dice uno de ellos. La siguiente pregunta es si usan a menudo el autobús para ir al hospital... y la respuesta es lo que se puede considerar un revolcón apriorístico: "Si nosotros no vamos al Hospital, hombre, nos quedamos en San Benito. Hemos ido al centro a hacer unas cosas y volvemos ya a la barriada", nos responde uno de ellos. Pues eso, por qué andar mandando a nadie al hospital solo porque tiene cierta edad y va en el 10... y eso que el señor nos confiesa que ha cogido el bus porque le duele un pie, que si no va y viene del centro a San Benito casi siempre andando.

Le preguntamos a otra señora que se ha subido en la Avenida por su recorrido, otra vez que si va a menudo al Hospital en autobús, y lo mismo, que no, que va a San Benito. Así que lo dejamos, una retirada a tiempo... y volvemos a hablar con el conductor. Allá van algunos datos que se pueden extraer de su amable conversación: que durante estos meses gratuitos han notado un importante incremento del número de viajeros, "en algunos servicios el doble, sin duda, puede que más"; que "volver a cobrar es más tiempo, pero claro"... aunque en realidad, nos dice que aproximadamente un 80% de lus usuarios hoy en día pagan con alguna de las distintas tarjetas disponibles y el 20% sigue con el 1,10 euros que vale el viaje sencillo, usuarios de menos frecuencia, se ve.
Llegamos al Hospital de Jerez solo con cuatro usuarios, lo que contrasta con el aparcamiento que da al campo –el que no es de pago, vaya– hay cientos de coches aparcados. Pero cientos. Se bajan dos personas en Urgencias y otras dos en la parada de Consultas Externas. Es curioso, unas de esas dos personas, un chico joven, comenta que faltan la mitad de los autobuses que tienen que venir, que hay una especie de recurso o algo así y tiene una respuesta universal a por qué no han llegado ya esos autobuses: "cosas de los políticos", concluye, sabia afirmación.
El autobús carga diez o doce usuarios –va bien de tiempo, pero tampoco sobrado, no para unos minutos como hace a veces– y vuelve hacia Jerez, como diría un castizo. Todo el mundo ya con las tarjetas o el dinero listo, que los despistados se han debido llevar la sorpresa por la mañana. Ya nadie va al hospital en el autobús. Uno de los usuarios, migrante, comenta que le han antendido bien, "al final, he echado toda la mañana", dice, pero que ya va para casa. En La Unión se sube una señora, seguramente colombiana –'ratico', 'tintico'–, que le explica a un hombre cosas del acento andaluz, de sus eses y sus terminaciones, mientras hablan de asuntos familiares, son los únicos que hablan en el bus... Salimos finalmente a la Avenida y llegamos en tiempo y forma a la Rotonda del Casino. Nos despedimos del conductor, Francisco Catalán, muy amable. La señora que va a La Canaleja (o en esa dirección), imperturbable, sigue todavía en el autobús...


