Arte contra la gordofobia: "He sufrido 'bullying' desde pequeña, nos consideran deficientes"

La activista y artista malagueña Lidia Llamas reflexiona en el día mundial contra este tipo de violencia sobre la diversidad corporal en una sociedad que margina a personas como ella

Lidia Llamas, artista y activista malagueña que lucha contra la gordofobia a través de su arte.
Lidia Llamas, artista y activista malagueña que lucha contra la gordofobia a través de su arte.

Mujeres como Berta Vázquez, Itziar Castro o Selena Gómez y hombres como Ibai Llanos, Sam Smith o Jose María González 'Kichi', a priori, no tienen nada en común. Son historias de vida diferentes. Sin embargo, en algún momento de sus vidas han sido ridiculizados, insultados y maltratados por apartarse de los patrones estéticos.

A la sociedad le molesta cualquier cuerpo no normativo que no cumpla con cánones establecidos y se ceba con las personas con una determinada característica física. Sin ir más lejos, Pamela, de 14 años, recibe insultos y amenazas de muerte en Puerto Real. 

“La gordofobia es una discriminación y violencia basada en un juicio de valor moral a la cual la persona con obesidad somos blanco constante de burlas y comentarios negativos”, explica Jesús Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional para Personas Obesas y el Tratamiento de la Obesidad (ASEPO).

La sociedad puede hacer mucho daño a personas como Lidia Llamas, malagueña de 26 años que dedica buena parte de su vida a tratar de concienciar sobre la diversidad corporal. “Como toda mi vida he sido gorda, he estado bastante marcada por algunas vejaciones interpersonales”, dice esta artista graduada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, ciudad en la que actualmente trabaja como ayudante del Archivo Bibliotecario, en el Ateneo Mercantil.

Lidia Llamas, artista y activista malagueña que lucha contra la gordofobia a través de su arte.
Lidia ha creado un archivo donde recopila material relacionado con el activismo gordo.

Lidia ha sufrido bullying de pequeña y siempre ha notado que le han tratado diferente por su condición física. “Creo que pasa sí o sí viviendo en una corporalidad gorda, sobre todo siendo mujer, un hombre gordo quizás siente menos presión social en torno al cuerpo, pero en nosotras la violencia es más fuerte y enfocada”, explica la malagueña.

"Pintar cuerpos gordos fue un acto de rebeldía"

Su activismo comenzó a través de su arte en plena etapa universitaria, cuando se dio cuenta de que “mi corporalidad importa en mi vida”. Así empezó a retratar cuerpos parecidos al suyo. “Fue un acto de rebeldía, en la academia no se suelen estudiar otro tipo de cuerpos, siempre está el mismo tipo de modelo”, recuerda. Después, entró en el máster y optó por pintarse a ella misma como un ejercicio de introspección. Con su obra busca “la normalización corporal pura y dura, muestro otro tipo de cuerpo y ya está, no es más que eso”.

Este tipo de violencia social siempre ha estado presente en su rutina. Por ejemplo, asegura haberla sufrido en el ámbito médico, concretamente tras haber estado ingresada por covid durante una de las primeras olas de la pandemia. “Yo sentía falta de oxígeno a la hora de respirar, algo que antes no me pasaba y fui al médico para ver si era algún efecto secundario. Me dijo que lo que me pasaba era que me hacía falta ejercicio, puede que tenga otro problema y no me lo hayan tratado precisamente por gorda”, sostiene.

 

Para ella, se tiende a patologizar la gordura y, muchas veces, los sanitarios acaban achacándotelo a ella sin tener nada que ver. “Esas malas prácticas pueden dar lugar a enfermedades que se han desarrollado por no haberles hecho caso, por haber pensado que era la gordura”, explica.

Lidia plantea cuestiones que tratan muchísimas personas entregadas al activismo contra la gordofobia. En 2021 se propuso recopilar material referente a este movimiento social que lucha para erradicar el odio hacia los cuerpos no normativos. Un proyecto de investigación que se convirtió en su TFG al que llama Archivo grueso y que recoge artistas, activistas, documentos bibliográficos, series o películas. “Hay un borrado de la memoria de las experiencias y el archivo es un sitio de recuperación de teorías y otro contenido de activistas y pensadoras gordas, de dentro y de fuera del territorio español”, comenta Lidia que investiga las relaciones entre el “activismo gordo”, como ella lo define, y el Queer.

En función del peso, existen diversos problemas con los que se topan estas personas tan castigadas por su físico. O no se pueden sentar en los asientos del cine porque no caben o les resulta imposible entrar por ciertas puertas. Lidia menciona las dificultades a la hora de comprarse ropa. “Muchas acaban confeccionándola ellas mismas, y si no tienes dinero para hacerte un vestido hecho a medida, no puedes comprartelo en Shein”, expresa. Afortunadamente, hay personas que impulsan iniciativas que ofrecen un espacio para aquellas personas que no encuentran su talla en las grandes cadenas, como el negocio de las hermanas jerezanas Miriam Mulero y Sonia ‘Mercury’.

La malagueña pintando una de sus obras.
La malagueña pintando una de sus obras. 

“Se entiende la gordura como personas moralmente deficientes, que no hacen ejercicio, que no se cuidan, que no comen bien, y no tiene nada que ver, influye mucho más la genética que tu estilo de vida. La mayoría hace ejercicio, come normal, lo que pasa es que está gorda y no pasa nada”, sostiene la malagueña.

Como ella, son muchas las personas que han dado un paso adelante para sensibilizar y visibilizar que existen múltiples factores para que los cuerpos tengan más o menos kilos. Desde este activismo reducir la gordura a una enfermedad concreta no tiene cabida ya que puede ser una cuestión de metabolismo. En España el mapa de los activistas se extiende por Valencia, Madrid o Barcelona donde hay organizaciones formadas, en cambio, en otras ciudades no hay rastro de ellas. “En Andalucía conozco casos aislados de activistas pero no hay colectivos que se puedan dirigir a las administraciones”, explica Lidia, que considera que el movimiento se encuentra aún disperso.

Aún así, opina que esta lucha suma muchos adeptos al ser compartida con otros grupos sociales. “Cualquier persona que no tenga un cuerpo no normativo se puede ver interpelada, con diversidad funcional, corporalidad disidente, racialidad, todas tienen puntos de fuerza”, añade. En esta línea, surge el body positive, que rompe con los estereotipos y acepta la diversidad en el mundo de la moda. La sevillana, Lorena Durán, de 29 años, uno de los ángeles de Victoria’S Secret, es una de las modelos con curvas, que fomenta no poner etiquetas y ha dado charlas en colegios para motivar y transmitir consejos en contra de la gordofobia.

 

 

Este 4 de marzo, día mundial contra la gordofobia, se reivindica la importancia de combatir este tipo de violencia. “Es un problema de educación, la persona que insulta a otra no tiene ni educación ni vergüenza. Además, se necesita más campaña de sensibilización sobre la obesidad y sobre el paciente obeso”, expone Jesús Javier, también coach nutricional.

El experto en Seguridad alimentaria pone el foco en la obesidad, una enfermedad metabólica, que suele confundirse con el sobrepeso, que no lo es. En ambos casos, se enfrentan a la gordofobia.

“Estas personas son enfermas crónicas, pues así es su tipo de padecimiento, y se enfrentan a multitud de problemas físicos, psicológicos y sociales. Por ejemplo, son pacientes pluripatológicos, artrosis, varices, apnea del sueño, o dificultades para usar el transporte público”, detalla.

Las burlas, la marginación, los estereotipos o el rechazo, en cualquier caso, vulneran los derechos de las personas, esos por los que este sábado se alza la voz.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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